Hablar de Freud y del psicoanálisis freudiano suele implicar, generalmente, hablar de libido y de pulsión sexual en algún momento. Y es que el padre del psicoanálisis consideraba que la vida psíquica estaba principalmente ligada a este tipo de pulsión, siendo la líbido el núcleo de la vida psíquica y la energía vital.
Sin embargo esta pulsión, también llamada pulsión de vida o Eros (en referencia al dios griego), no es la única importante para el autor. A lo largo de su obra y según avanzó en la formulación de su teoría Freud consideró la existencia de otro tipo de pulsión contraria a la primera que explica una parte de la psique humana Eros no consigue cerrar. Estamos hablando de la pulsión de muerte o Thanatos, sobre la cual vamos a hablar a lo largo del presente artículo.
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Thanatos como pulsión: definición de la pulsión de muerte
La pulsión de muerte o Thanatos es un concepto desarrollado por Sigmund Freud, que nace en contraposición de la pulsión de vida o Eros y que se define como el impulso inconsciente y generador de excitación orgánica (es decir una pulsión) que aparece como la búsqueda del ser de retornar al reposo absoluto de la no-existencia. Se podría considerar como el impulso que busca la propia muerte y desaparición.
Mientras que el Eros busca unir y conservar la vida, además de satisfacer la libido, Thanatos busca satisfacer los impulsos agresivos y destructivos, teniendo por objetivo la desunión de la materia y la devolución al estado inorgánico. Este impulso aparece a menudo en forma de agresividad hacia los demás o hacia uno mismo, tanto si se da de manera directa como indirecta. Asimismo mientras Eros es una fuerza que genera dinamismo Thanatos se caracteriza por generar retirada y búsqueda de reposo a menos que se asocie al erotismo.
Thanatos no se guía por el principio de placer, como Eros, sino por el principio del Nirvana: se busca la disolución, el reducir y eliminar la excitación no para encontrar placer en la solución de conflictos que permiten la supervivencia y la resolución de conflictos sino para hallarlo en la disolución y la vuelta a la nada.
Este concepto cuenta con la particularidad de ser algo poco visible de forma directa: mientras que el Eros o energía vital libidinosa facilita la unión y la actuación, Thanatos tiende a mostrarse de manera indirecta a través de la proyección, a través de la agresión o a través de la no acción o vinculación con el mundo. Un ejemplo de ello es la emisión de conductas poco saludables o la resignación y aceptación pasiva de algún tipo de evento aversivo.
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La fusión pulsional
Eros y Thanatos no permanecen como pulsiones separadas si no que interactúan continuamente, si bien se trata de fuerzas opuestas: Eros es una fuerza de unión y Thanatos de desunión.
Aunque parte de la pulsión de muerte permanece desunida, algo que genera una deriva gradual hacia la muerte, la fusión de esta con el Eros tiene como consecuencia que gran parte de la pulsión de muerte se manifiesta proyectándose hacia el exterior, generando la agresividad.
Pulsión de muerte, no siempre negativa
Según el padre del psicoanálisis, tanto la pulsión de vida como la de muerte son imprescindibles para el ser humano se presentan en un continuo conflicto que en múltiples aspectos resulta beneficioso para el ser humano.
Aunque la idea de pulsión de muerte es polémica y puede parecer aversiva, la cierto es que para Freud se trata de un tipo de impulso necesario para la supervivencia.
A nivel psíquico la existencia de la pulsión de muerte nos permite separarnos de los objetos, algo que a su vez posibilita que no nos identifiquemos y fusionemos psíquicamente con ellos, conservando la individualidad. También existiría cierta vinculación con el complejo de Edipo, existiendo a la vez aspectos libidinosos y agresivos hacia los progenitores.
Además de ello evolutivamente la agresividad resultante de la fusión de ambos tipos de pulsión resulta ventajosa en determinada situaciones, permitiendo la lucha por la supervivencia y la autodefensa.
Asimismo, el conflicto entre pulsión de vida y pulsión de muerte también se asocia al momento del orgasmo, siendo Eros lo que hace buscar la satisfacción sexual y erótica pero vinculándose el propio sexo y el momento del clímax a una descarga, ligada a la idea de reposo y retorno a lo basal y existiendo cierto componente agresivo en ello.
De hecho autores como Lacan identificarían la pulsión de muerte con la idea de goce, de satisfacción ante lo que generalmente debería causarnos displacer. Ello explica en parte la satisfacción que puede causar algo como la venganza, el sadismo o incluso el sufrimiento sea propio o ajeno.
En patología
La pulsión de muerte puede ser positiva, pero también puede verse reflejada en aspectos que no resultan tan favorecedores para el ser humano.
Freud llegaría a considerar que el concepto de culpabilidad se ligaría a la pulsión de muerte, así como la perseverancia de conductas contrarias a la salud o incluso la compulsión de repetición de actos displacenteros, como la autoagresión o diferentes tipos de conductas compulsivas. También el surgimiento de la resignación vital, desesperanza y abulia pueden relacionarse con el Thanatos, así como la rumiación y el claudicamiento. Asimismo, llevada al extremo está pulsión puede conducir a actitudes masoquistas o a ideación o intentos autolíticos.
Y no solo a nivel psicopatológico: la emisión de respuestas de ira, de negación y rechazo o incluso de resignación ante la presencia de dificultades, como por ejemplo el padecimiento de enfermedades crónicas, también se encontraría ligado al Thanatos. U ejemplo de ello sería el de hacer algo que sabemos que va contra nuestra salud (por ejemplo un diabético comiendo algo que no debería, o el hecho de fumar en alguien con enfisema pulmonar).
Eros y Thanatos: de mitología a Freud
Freud denominó a las pulsiones de vida y de muerte Eros y Thanatos respectivamente, en clara referencia a la mitología griega. Es por ello que de cara a concluir el artículo, puede ser interesante analizar la deidad que los simboliza.
Eros es una de las deidades más conocidas del panteón griego, siendo el dios del amor, la vitalidad y la pasión amorosa. En la mayoría de versiones del mito griego es hijo de la diosa del amor Afrodita y del dios de la guerra Ares si bien en otras, según cuenta Platón en “El banquete”, es el hijo de los diosa de la pobreza Penia y el dios de la abundancia Poros concebido en la celebración del cumpleaños de Afrodita (algo que se podría relacionar con diferentes tipos de relaciones amorosas).
Thanatos por el contrario es el dios de la muerte no violenta, hijo de la diosa de la noche Nix y del de la oscuridad, Érebo. Este dios, gemelo de Hipnos, el dios del sueño, actuaba con cierta gentileza, siendo su toque suave y siendo encargado de que se cumpliera la voluntad de las moiras respecto al destino de los mortales cuando les llegaba la hora. Pese a ello era un ser temido y una fuerza de desunión con la vida, vinculándose también a la resignación a morir.
Esta descripción puede hacernos ver algunos de los principales atributos de las pulsiones de vida o de muerte. Pero la mitología permite ver no solo que los atributos asociados a estos dioses son antagónicos sino que también existen algunos mitos referentes al conflicto entre ellos. Uno de ellos se vincula a la muerte de la ninfa Ninfea.
El mito nos habla de que Eros, dios del amor y en algunas versiones del erotismo y la pasión, tendía a acercarse e incitar a la diosa Artemisa (diosa de la caza así como de la virginidad) y a las ninfas (también virginales), a lo que la diosa respondía alejándolo con sus fechas. Cansado de ello Eros decidió lanzarle una de sus flechas de amor a la diosa con el fin de hacer que se enamorara, pero tras ser la flecha esquivada por Artemisa esta fue a acertar en una de las ninfas, Ninfea.
La ninfa empezó a experimentar un elevado nivel de deseo y excitación sexual, de manera incontrolada, surgiendo un fuerte conflicto entre dicho deseo y la castidad que le era propia. Esta conflicto le género tal zozobra que decidió buscar liberación en la muerte, lanzándose a las aguas de un lago por tal de ahogarse. En ese momento Eros intentaría salvarla, pero fue detenido por el dios de la muerte no violenta, Thanatos. Debido a ello Ninfae se ahogó, siendo posteriormente transformada por Artemisa en el primer nenúfar y recibiendo el don de reducir la pasión.
Este mito (que cuenta con diferentes versiones), da cuenta de la interacción y el conflicto existente entre la energía vital y la destructiva que forma parte de nuestra psique, según la teoría freudiana.
Referencias bibliográficas:
- Corsi, P. (2002). Aproximación preliminar al concepto de pulsión de muerte de Freud. Revista Chilena de Neuropsiquiatría, 40: 361-70.
- Freud, S. (1976). Más allá del principio del placer OC XVIII 1920; 1-62.