Imagina esta situación. Es lunes por la mañana. Has pasado un fin de semana estupendo, pero solo pensar que debes ir a trabajar de nuevo hace que un nudo te atenace el estómago. Entonces, sientes la ansiedad que sube por tu cuerpo, con todos sus síntomas molestos: pulsaciones más rápidas, sudoración, sensación de pesadez… y estas manifestaciones ansiosas, aunque pueden subir y bajar de intensidad, te acompañan durante toda la jornada.
¿Te ha pasado alguna vez? Obviamente, no a todo el mundo le emociona la idea de volver a la oficina. Sin embargo, cuando la sensación de agobio te supera y, sobre todo, cuando tu bienestar se ve afectado, podríamos estar ante un caso de ergofobia.
¿Cómo identificar la ergofobia?
¿Ergofobia? ¿Qué es eso? Probablemente te estés haciendo exactamente esta pregunta en este preciso momento. Tranquilo, a continuación te explicamos qué es la ergofobia, cómo impacta en tu salud emocional y financiera y, sobre todo, qué puedes hacer para solucionarlo.
Mucha gente confunde la ergofobia con pereza o una “simple” desmotivación laboral. Sin embargo, es mucho más que eso. Se trata de un terror paralizante y constante que se vincula al ámbito laboral. A pesar de que no se trata de un problema muy conocido, la realidad es que la ergofobia puede llegar a impactar de forma intensa en la persona que la sufre, no solo a nivel laboral, sino también personal. Veamos cómo identificarla:
1. Aceleración de las pulsaciones
Ante el pensamiento de acudir al trabajo o realizar alguna de las tareas laborales, las pulsaciones del corazón se ven alteradas significativamente. Además, puedes sentir sensación de temblor, náuseas o falta de aire.
2. Ansiedad intensa
La ansiedad que provoca la idea de ir a trabajar o el solo pensamiento de algo relacionado con el ámbito laboral es muy intensa. También puedes llegar a sufrir ataques de pánico, miedo constante y una tristeza muy profunda que no sabes muy bien de dónde proviene.
3. Pensamientos negativos
Tus pensamientos son de índole negativa (a menudo, relacionados con posibles equivocaciones en el trabajo o una autocrítica destructiva y constante). En consecuencia, tienes problemas para concentrarte y huir de la preocupación.
4. Procrastinación de tareas
Abandonas tareas que son importantes para “hacerlas más tarde” y/o buscas frecuentemente excusas para no acudir al trabajo. También puede ser que te encuentres cambiando de empleo constantemente para “huir” del malestar que te supone.
¿Qué causa la ergofobia?
Como suele suceder en muchos problemas emocionales, las causas de la ergofobia son múltiples. Puede que tenga relación con experiencias laborales anteriores de índole traumática, entornos de trabajo tóxicos o con cuadros de ansiedad generalizada. También puede estar relacionada con la presión que ejerce la sociedad sobre alcanzar rápidamente el éxito laboral. Como ves, las causas son variadas, pero es clave entender la procedencia de la ergofobia para abordarla de forma adecuada.
¿Cuáles son las manifestaciones de la ergofobia?
Al tener múltiples causas y cursar en personas con características diversas, la ergofobia no se manifiesta de la misma forma en todos los individuos. Algunas personas la sienten como un terror intenso y constante a cometer un error en el trabajo; otras, como una sensación incómoda de ahogo al afrontar reuniones o conversar con sus jefes sobre el trabajo, e incluso con compañeros.
Una acción muy frecuentemente vinculada a la ergofobia es la evitación. La persona evita enfrentar ciertas situaciones del ámbito laboral que le causan miedo, por lo que, sin quererlo, está reforzando la idea de que aquello constituye un peligro real. Un ejemplo: si presentar un proyecto te da pánico y el día en cuestión faltas al trabajo, solo estarás consiguiendo que tu mente “lea” el momento de la presentación como algo definitivamente fatídico y, por tanto, decididamente evitable.
¿Qué consecuencias tiene la ergofobia?
La ergofobia puede llegar a impactar de forma profunda en muchos ámbitos de la vida de quien la sufre. En concreto, este trastorno tiene consecuencias importantes en los ámbitos emocional y financiero.
1. Consecuencias en la salud emocional
Es obvio que la ansiedad constante es altamente desgastante, puesto que tu organismo está siempre en el “modo alerta”. Esta situación puede, además, hacer surgir un sentimiento de frustración al no “avanzar”, además de minar considerablemente tu autoestima. En algunos casos, la ergofobia puede llevar a la depresión.
Por otro lado, el ciclo miedo-evitación puede generar una pérdida de disfrute, que impacta considerablemente en tu entorno más inmediato. Las relaciones en general, tanto las laborales como las personales, pueden verse afectadas ante la incapacidad de la persona de explicar cómo se siente. Por último, la capacidad de tomar decisiones se ve también mermada por la ansiedad y el miedo constantes, con el perjuicio que esto conlleva en diferentes áreas vitales, no solo la laboral.
2. Consecuencias en la salud financiera
Es evidente que en el ámbito financiero la ergofobia también puede acarrear consecuencias importantes, puesto que al faltar al trabajo de forma constante no solo se pierden oportunidades de crecer laboralmente, sino que se pone en peligro el propio trabajo.
Por otro lado, cambiar frecuentemente de trabajo es perjudicial para edificar una estabilidad financiera. Además, dejar de lado oportunidades lucrativas por miedo puede limitar los ingresos e incluso hacer que te endeudes. El círculo vicioso se extiende, puesto que, si te das cuenta de tu precariedad financiera, tu ansiedad puede aumentar, lo que hace que la ergofobia se alimente. Entonces, ¿cómo romper este bucle?
¿Cómo romper el círculo vicioso de la ergofobia?
Sabemos que la ergofobia puede percibirse como un problema difícil de solucionar, pero la buena noticia es que existen maneras de superarla.
1. La ergofobia no te define como persona
Lo primero y más importante es conocer que la ergofobia no te define como persona y que, además, no tiene por qué estar toda tu vida presente. Aceptar que tienes un problema ya es un paso importantísimo para solucionarlo.
2. Practica técnicas de relajación
El mindfulness, la meditación y/o el yoga pueden ayudarte a combatir la ansiedad diaria. No hace falta que hagas maratones de relajación; unos minutos al día pueden marcar una gran diferencia.
3. Si puedes, habla con tus compañeros y jefes
En algunas ocasiones en que el ambiente de trabajo lo permite y existe la suficiente confianza, hablar con tus compañeros y jefes y explicar cómo te sientes puede ayudarte. Puede que una conversación franca te permita horarios más flexibles o incluso un espacio laboral más calmado.
4. Busca la ayuda de un profesional
Y, sobre todo, si ves que no puedes solo, busca la ayuda de un profesional de la salud mental. Para la ergofobia resulta especialmente efectiva la TCC (Terapia Cognitivo-Conductual), que consiste en aprender a identificar qué pensamientos son disfuncionales y cambiarlos por otros más sanos. Otra terapia efectiva es la Terapia de Aceptación y Compromiso, que te ayuda a aceptar tu malestar y a enfocarte en aquello que verdaderamente te importa.
