En muchos casos, una exposición mediática continuada de noticias impactantes puede promover estados de ansiedad y angustia basados en el miedo. Un claro ejemplo de ello lo tenemos en la actual situación mediática sobre la guerra de Ucrania. O no hace mucho, en los primeros meses de la pandemia.
Las imágenes mostradas son impactantes y generan miedo. Si además entran en juego varios sesgos cognitivos, tenemos una mezcla explosiva.
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La naturaleza de los sesgos cognitivos
Veamos, en primer lugar, qué son los sesgos. Son algo así como atajos mentales que nuestro cerebro asume para ahorrar recursos. En este caso nos interesan dos sesgos que se disparan con el continuo bombardeo de imágenes y noticias.
El sesgo de disponibilidad
Este sesgo funciona cuando confiamos excesivamente en la información disponible. Para explicarlo en términos sencillos, si a mi vecino le tocó la lotería, tenderé a creer más que a mí también me puede tocar, aún cuando estadísticamente es poco probable que les toque a dos vecinos. Pero con este sesgo creemos que algo es más probable que ocurra dada nuestra familiaridad con la situación.
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Sesgo de frecuencia
El sesgo de frecuencia ocurre cuando nos fijamos en algo y, por ello, nos parece más habitual de lo que realmente es. Por ejemplo, cuando cambiamos de coche o nos gusta un modelo concreto, nos dará la impresión de que hay más modelos como ese circulando por las vías.
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La sobreexposición y la percepción distorsionada de la realidad
Estos sesgos incrementan la familiaridad y percepción del riesgo en una situación que no suele ser muy frecuente. Ambos sesgos, junto con las imágenes exhibidas, disparan en nosotros una emoción primaria, que es el miedo. Cuando no podemos regular dicha emoción adecuadamente aparecen estados ansiógenos o de angustia.
Esa emoción tan potente, el miedo sin gestionar adecuadamente, nos lleva al bloqueo y a tener respuestas que no son adaptativas y que entorpecen nuestra vida diaria, a veces hasta el punto de hacerla insufrible.
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Alimentando el miedo y la ansiedad
Generalmente el miedo provoca en nosotros tres respuestas clásicas: lucha, huida o bloqueo. Se habla de una cuarta que exhibimos los humanos que es la sumisión en los vínculos, pero no es el objetivo de este artículo. En la situación actual no podemos luchar o huir, así que las respuestas ansiógenas que se alimentan del miedo nos paralizan o nos lleva a conductas no adaptativas que son ejecutadas para intentar mitigar el malestar.
La ansiedad tiene como principal fuente de combustible el miedo, es su alimento primario. Y paradójicamente, cuanto más intentamos evitar el miedo, más fuerte es. La respuesta a nivel de gestión emocional interna está en darle su espacio a ese miedo; esto se puede aprender a hacer dentro un proceso terapéutico y a nivel externo conductual dejar de alimentarlo mediante el autocuidado, protegiéndonos.
En la pandemia se llegó a meter el miedo en el cuerpo a la población para lograr la colaboración ciudadana; si comparamos el tratamiento informativo de las últimas olas en las que igualmente había muertos, por un lado, con las primeras, por el otro, no hay color. Pero el nivel de amenaza percibido era muy superior en las primeras frente a las últimas olas.
Muchas veces se confunde la idea de estar informados con la de estar inundados; los medios actualmente parecen funcionar inundando continuamente acerca de un tema, hasta que pasan al siguiente.
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¿Y qué podemos hacer nosotros?
Dado que somos ciudadanos de a pie, en nuestras manos no está provocar ni detener guerras o erupciones volcánicas, por más que nos preocupemos o nos despreocupemos.
En primer lugar, podemos cuidarnos y proteger nuestra salud mental, limitando el exceso de información o la repetida exposición a noticias impactantes.
¿Es necesario ver el telediario diariamente dos veces al día? No, en especial si notas que afecta a tu salud mental y a tu estado de ánimo.
No hablamos de ser unos ermitaños, tan solo de cuidarnos poniendo unos límites dentro de lo que sí podemos hacer nosotros. El tratamiento es similar al que podemos hacer con las redes sociales si sentimos que nos afectan en exceso, limitar nuestra exposición a las mismas de forma consciente.
Si te quieres informar es importante que encuentres la manera de decidir por ti cuándo deseas estar informado, es decir, controlando por ti mismo/a el acceso a la información.
Y me dirás: ¿Y si hay una noticia clave superimportante? Fijo que te enteras, aunque no veas las noticias te lo van a comentar. O cuando decidas informarte, lo verás.
Por otro lado, en ocasiones, cuando nuestros recursos se ven desbordados, puede ser útil buscar apoyos en profesionales especializados como los psicólogos, psiquiatras o médicos con el fin de retomar nuestra vida.
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