En más de una ocasión habremos oído o leído que dejar de fumar engorda, algo que a muchas personas les puede hacer dudar de la idea de dejar este nocivo hábito.
De hecho, se ha observado que ganar peso es una de las preocupaciones que más suelen indicar las personas que quieren dejar de fumar. Sin duda, ello hace que sea un aspecto que resulta de gran interés investigar y sobre el que pueden surgir dudas respecto a si esto es o no verdad.
En este artículo veremos qué hay de cierto en la creencia de que dejar el tabaco engorda, con el fin de ayudar a determinar si estamos ante una realidad o una leyenda urbana, por qué ocurre o si podemos hacer algo para evitarlo.
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¿Dejar de fumar engorda?
Con respecto al hecho de si dejar de fumar engorda o no, lo cierto es que diversos estudios realizados parecen indicar que, en efecto, el hecho de dejar de fumar favorece la ganancia de peso, en muchos casos hallándose un incremento que puede llegar a ser hasta de cuatro kilos y medio.
Ahora bien, son muchos los factores que influyen en que se pueda aumentar o no de peso, entre ellos nuestros hábitos alimenticios y los niveles de ejercicio físico que hagamos.
Es importante además tener en cuenta que el aumento de peso no se da de forma continuada ni exponencial, sino que suele estar muy limitada a una etapa o intérvalo tras el cese del consumo. Concretamente, de media el aumento de peso suele producirse principalmente durante los tres primeros meses tras dejar el tabaco, después de lo cual la ganancia de peso por este motivo suele ser mínima.
Independientemente de esta posible ganancia de peso, los diferentes estudios también indican que los beneficios de dejar de fumar superan con creces tanto esta ganancia como otras molestias, además de devolver a la normalidad la esperanza de vida (que el consumo de tabaco puede disminuir hasta diez años) y favorecer de hecho que en un futuro podamos perder peso más fácilmente, al disminuir el nivel de fatiga y aumentar la capacidad pulmonar (algo que nos permitiría por ejemplo una mayor capacidad física y la realización de deporte).
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¿Por qué ocurre esto?
Tal y como acabamos de comentar, el hecho de dejar de fumar se ha visto correlacionado con un aumento de la posibilidad de engordar (si bien por lo general en menor medida de lo que se suele pensar). Pero, ¿por qué se da este hecho?
Son varios los elementos que pueden explicar esta tendencia, muchos de los cuales no están relacionados directamente con el tabaco si no con el hábito del fumar.
1. Desaceleración del metabolismo
La nicotina es una sustancia de tipo estimulante, al igual que por ejemplo la cafeína, algo que hace que nuestro cerebro y nuestro organismo en general se acelere. Ello afecta también al metabolismo, y al calor que emite nuestro cuerpo.
Al dejar de fumar, esta aceleración metabólica que generaba la nicotina disminuye, algo que puede traducirse en que el cuerpo gasta menos calorías en el mismo tiempo que antes. Ahora bien, este factor, aunque existente, no es el más relevante de todos, a pesar de que sí participa en un posible aumento de peso si se dan otras condiciones.
2. Aumento del apetito
Otra de las consecuencias del cese de consumo de la nicotina tiene que ver con su efecto anorexígeno. Y es que al igual que otras sustancias, la nicotina tiene la propiedad de reducir el apetito y el hambre.
Dejar de fumar, pues, genera un aumento del apetito, algo que junto con el aumento de la ansiedad y la irritabilidad propias de la abstinencia favorecen el hecho de comer más.
3. Regeneración del gusto y el olfato
El consumo de nicotina tiende a generar una ligera atrofia de nuestra capacidad de percibir el aroma y el sabor de la comida.
Según vamos dejando de fumar, poco a poco estos sentidos van volviendo a la normalidad. Ello supone que la comida nos parecerá más apetecible, ya que pasa a tener un aroma y un sabor más notorios. Y aunque esto es bueno, puede conducir a que comamos más.
4. Abstinencia y ansiedad
Probablemente el factor más importante a la hora de explicar por qué existe la tendencia a engordar después de dejar de fumar lo encontramos en el hecho de que el fumador está acostumbrado a funcionar con una sustancia a la cual tiene dependencia, de tal modo que su desaparición (y especialmente si se deja de fumar de golpe) suele generar un aumento de los niveles de ansiedad como consecuencia de la abstinencia.
Ante esta ansiedad y en base a los anteriores puntos, muchos fumadores recurren a aumentar el número y la cantidad de sus ingestas, comiendo más y más a menudo como manera de rebajar dicha ansiedad. Y este aumento de la ingesta tiene como consecuencia el aumento del peso.
¿Qué hacer para evitarlo?
Es posible que dejar de fumar favorezca una ganancia de peso, pero también es cierto que esta ganancia no es algo inevitable y que podemos llevar a cabo distintas estrategias y actividades para no ganar kilos.
En primer lugar, una de las indicaciones más sencillas, generales y efectivas pasaría por aumentar el nivel de actividad física. La práctica de deporte contribuye a reducir las calorías que podríamos estar ganando y contribuye a reducir el nivel de ansiedad.
Además, la práctica de ejercicio también permite ver una de las numerosas ventajas del dejar de fumar: nuestra capacidad pulmonar aumentará con respecto a cuando se fumaba, y poco a poco veremos como nos cuesta menos realizar esfuerzos físicos. En este sentido además de no ganar peso también aumenta la percepción de autoeficacia y ayuda a mantener la abstinencia.
Otro aspecto fundamental pasa por cuidar la alimentación. En este sentido habremos de reducir el consumo de alimentos altamente calóricos, especialmente si hablamos de bollería y dulces, dado que es el tipo de alimento que suele preferirse cuando estamos ansiosos.
Resulta recomendable realizar planificaciones de las comidas y incluir en ellas principalmente alimentos saludables, como por ejemplo los típicos de la dieta mediterránea. También deberemos conservar la mesura respecto a las cantidades que comemos, no aumentándolas. Ahora bien, controlarse no implica pasar hambre (algo que por otro lado sería contraproductivo).
Utilizar chicles (sean o no de nicotina) puede permitir reducir el nivel de ansiedad y ocupar la boca con el fin de evitar intentar compensar la ansiedad con comida o con la bebida.
Por último, también podemos utilizar los servicios de profesionales como nutricionistas, entrenadores personales o psicólogos especializados para reducir o eliminar este posible efecto secundario de dejar de fumar.
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Referencias bibliográficas:
- Aubin, H.J., Farley, A., Lycett, D., Lahmek, P. y Aveyard, P. (2012). Weight gain in smokers after quitting cigarretes: meta-anylisis. BMJ, 345.
- Tian, J., Venn, A., Otahal, P., Gall, S. (2015). The association between quitting smoking and weight gain: a systematic review and meta-analysis of prospective cohort studies. Obesity reviews, 16 (10): 883.901.
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