El deseo sexual es una sensación que aparece de manera natural y que nos impulsa a buscar satisfacer nuestras necesidades sexuales.
Es por esta razón que no se aconseja evitar o intentar inhibir nuestro deseo sexual, ya que este hecho solo generará consecuencias negativas. Del mismo modo, se ha visto que una disminución del deseo sexual normalmente se vincula con causas psicológicas y esta afectación produce alteraciones en el sujeto tales como problemas en la pareja o en las relaciones, mayor falta de deseo, disminución de la autoestima, sensación de culpa, incluso afectaciones biológicas.
En general, veremos que una disminución del deseo provoca un malestar general que termina repercutiendo en distintos ámbitos de la vida del paciente.
A continuación veremos cómo nos afectan los problemas causados por la falta de deseo sexual en el ámbito de la pareja y repasaremos algunos de los afectos que comporta un deseo hipoactivo.
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¿Qué entendemos por deseo sexual?
El deseo sexual es un impulso, una fuerza, que nos mueve a relacionarnos íntimamente con otra persona, nos incita a buscar el contacto o la interacción sexual con el otro. El propósito de esta sensación es pasarlo bien, disfrutar y sentir placer. Es por este motivo que no debemos negarlo o evitarlo, ya que esto solo nos generará malestar.
El sentir deseo es una sensación normal y saludable, que aumentará o disminuirá su intensidad según la situación y los estímulos y que podremos satisfacer con otra persona o de manera autónoma nosotros mismos.
Este impulso de búsqueda de placer sexual empieza a desarrollarse con los primeros cambios físicos y hormonales que aparecen durante la pubertad, etapa que empieza entre los 10 y 14 años en las niñas y entre los 12 y 16 años en los niños. Aparte de los cambios corporales visibles como pueden ser el aumento de los genitales o la aparición de vello corporal, se da un aumento de la testosterona que es la hormona que se vincula con el deseo sexual en los dos sexos, aunque en las mujeres también influye los estrógenos.
Del mismo modo, estos cambios biológicos se darán junto a cambios psicológicos, que se caracterizan principalmente por una mayor búsqueda de contacto y de relación con las personas de su misma edad, es decir, un mayor interés por la formación de amistades, con el propósito de compartir con algunas de ellas un vínculo más estrecho, más cercanos, con una relación más íntima.
Así pues, el deseo sexual tiene un componente genético que surge desde el interior del sujeto, pero también aparecerá una influencia externa, del ambiente, que regulará y será decisiva para la manera en la que viviremos tal impulso de deseo. Por ejemplo, la educación que hemos recibido, como puede ser haber asistido a un colegio religioso o pertenecer a una familia conservadora puede hacer que nosotros mismos inhibamos nuestro deseo sexual y lo valoremos de manera negativa.
El trastorno por deseo sexual aparece en la quinta edición del manual diagnóstico de psiquiatras americanos (DSM 5) clasificado dentro de las disfunciones sexuales, denominado trastorno por deseo hipoactivo. Se ha observado que este trastorno se da mucho más en mujeres, con un porcentaje de 22% a 51%, que en hombres donde la cifra se sitúan entre el 10% y un 15%.
Asimismo, después de descartar que no se deba a una afectación orgánica estudiaremos la evolución del problema, si es primaria. Es decir, nunca se ha dado un funcionamiento normal o secundaria, donde antes sí que hubo deseo sexual. Paralelamente, observaremos si solo se da falta de deseo con su pareja, específico o no tiene deseo con nadie, generalizado.
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Efectos que nos genera una falta de deseo sexual
Como hemos visto en el deseo sexual influye la biología, que se vincularía principalmente con las hormonas y el ambiente, que se relaciona con la parte más psicológica del individuo. Aunque se ha comprobado que la mayoría de los casos de problemas de deseo sexual se deben a una causa no orgánica, y por tanto tratable con psicoterapia.
Los efectos que puede generar una falta de deseo sexual son distintos y diversos e influirá también la situación y características particulares de cada individuo. A continuación haremos mención de algunas de las repercusiones que puede presentar el individuo o la vida de este ante la ausencia de deseo sexual.
1. Relaciones sexuales insatisfactorias
La presencia de relaciones sexuales insatisfactorias dependerá de si el sujeto, pese a no presentar deseo sexual, realiza el acto sexual para satisfacer al otro individuo; en este caso, se dará una contradicción y puede que el sujeto afectado se sienta mal, ya que realmente está haciendo algo que no le apetece y solo lo hace por compromiso, generando así una situación donde se da una relación sexual, pero el sujeto no siente placer ni se encuentra reforzado.
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2. Intento de evitar las relaciones sexuales
Dado que el sujeto no tiene el deseo sexual que le impulsa a querer obtener este placer intentará evitar como sea que se dé una sensación que sea propensa a que pueda tener lugar el acto sexual, así por ejemplo si el individuo tienen pareja procurará irse a la cama después o también se pueden dar escusas de no encontrarse bien o estar cansado para mantener una relación sexual.
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3. Sensación de estrés y ansiedad
Como vimos en el punto anterior, es habitual que los sujetos con un deseo sexual hipoactivo rehúsen tener relaciones sexules, siendo esta falta de sexo uno de los efectos de la aparición de ansiedad y estrés, ya que se da una disminución de la endormfina y oxitocina que son hormonas vinculadas con el alivio del dolor y la sensación de bienestar.
Como vimos en el punto anterior, es habitual que los sujetos con un deseo sexual hipoactivo rehúsen tener relaciones sexules, siendo esta falta de sexo uno de los efectos de la aparición de ansiedad y estrés, ya que se da una disminución de la endormfina y oxitocina que son hormonas vinculadas con el alivio del dolor y la sensación de bienestar.
De igual forma, la percepción de la falta de deseo que tiene el sujeto también le generará más ansiedad y estrés, produciéndose así un bucle, la ausencia de relación sexual genera más estrés y ansiedad y con ello menos ganas de tener sexo.
4. Afectación de la pareja
Si el individuo con alteración del deseo sexual tiene pareja es muy probable que esta se vea afectada, ya que en caso de que el sujeto logre satisfacer el deseo sexual de su pareja, como ya hemos comentado, estará actuando de manera contraria a lo que a le apetece. Por tanto, le hará estar mal consigo mismo y en caso de que evite mantener relaciones la persona que no estará bien será su pareja, ya que no logrará cumplir sus necesidades.
De este modo, se ha observado que el sexo aumenta el vínculo de pareja, por tanto sino se da esta conducta es muy probable que la relacionen salga perjudica, se distancien y termine por romperse si no se pone solución. Las relaciones sexuales son las que diferenciarán una relación de amistad de una relación de pareja y son un componente importante para mayor comunicación y afecto entre los sujetos que la forman.
5. Menor deseo sexual
En caso de la falta de deseo sexual vemos que el cuerpo, pese a tener una componente orgánico, no actúa aumentando esta sensación, sino que aún la disminuye más; es decir, un bajo deseo sexual genera menos deseo sexual. Como ya hemos apuntado antes, él no tener deseo sexual hace que no busquemos tener relaciones sexuales y que, por lo tanto, este deseo siga disminuyendo, ya que la influencia psicológica es mucho mayor.
6. Sentimiento de culpa
Este sentimiento de culpa es típico que se dé cuando el sujeto tiene pareja, ya que como mencionamos, esta es propensa a verse afectada y, por tanto, el individuo se atribuirá las culpas a él por ser el causante de los problemas o ruptura de la relación. Más confuso será si la afectación es secundaría, como ya mencionamos, esto significa que el sujeto anteriormente tuvo deseo sexual, porque tanto la pareja como el propio sujeto se preguntarán el porqué del cambio.
De igual modo, aunque no se esté con otra persona, también puede darse sentimiento de culpa, ya que si se descarta una causa biológica el sujeto creerá que la causa del problema es él, siendo el causante de que no aparezca el deseo sexual, es decir, se sitúa como causa del problema y se autoculpa por estar así. Aunque, como hemos dicho, la gran influencia de esta alteración se debe a factores externos al individuo, a como ha sido su ambiente y que información ha recibido de la sexualidad, como se la han planteado.
7. Disminución de la autoestima
Como aparece en muchas afectaciones donde el paciente es consciente de su problema es muy probable que se dé disminución de la autoestima, ya que el sujeto se cree el culpable de la situación y del trastorno y se siente raro y diferente a los demás. Además, un criterio necesario para el diagnóstico de deseo hipoactivo es el malestar o disminución en la funcionalidad del individuo, repercutiendo, por tanto, en su autoestima, en cómo él se valora a sí mismo.
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