La sexología cuenta con un corto recorrido temporal como ciencia. La inclusión de los conocimientos que engloba, no han sido tratados dentro del contexto científico hasta bien entrado el siglo veinte, encontrándonos con una evidente ausencia de investigaciones en esta área.
Una de las consecuencias más negativas de este retraso es la falta de conclusiones claras que ayuden a entender los mecanismos que determinan muchos aspectos fundamentales de la sexualidad humana, como la orientación e identidad sexual de una persona, el fenómeno multiorgásmico o la capacidad eyaculatoria en la mujer entre otros muchos, quedándonos en aproximaciones que en ocasiones no llegan más que a lo puramente descriptivo.
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¿Existe la eyaculación femenina?
Una de los fenómenos que más interés ha generado dentro de la sexualidad de la mujer es sin duda la capacidad eyaculatoria, atribuida al hombre de forma exclusiva hasta no hace mucho. No obstante, no debemos olvidar que existen referencias milenarias, como la de Hipócrates, quien hablaba de un semen femenino o Galeno, el cual afirmaba la existencia de un líquido seminal femenino durante el sexo. Sin embargo, son Whipple y Perry quienes más contribuyeron a la difusión social del fenómeno en 1982.
Durante esa década, se realizaron estudios (Belzer, 1981; Bohlen, 1982; Zaviacic et al, 1984, Addiego et al., 1981; Sensabaugh y Kahane, 1982 ; Pollen y Dreilinger, 1984 ; Stifter, 1987 ; etc.) que pusieron de manifiesto la existencia de un fluido diferente a la orina y a la propia lubricación de la mujer durante su orgasmo. Si bien es cierto, este fenómeno no se experiencia de forma generalizada en todas las mujeres, más adelante explicaremos porqué.
¿En qué consiste la eyaculación en la mujer?
Hay que decir que este fenómeno fisiológico va más allá de la propia lubricación que ocurre en la fase de excitación y tendría las siguientes peculiaridades:
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Hablamos de un líquido menos viscoso que el semen y ligeramente blanquecino que saldría de la vagina durante la fase de orgasmo.
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El fenómeno de divulgación relativamente reciente al descubrimiento del “punto G”, en honor al doctor Ernst Grafenberg, una estructura ahuecada que se encuentra en la pared anterior de la vagina (a unos 5 cms de la entrada) y a las que muchos atribuyen como una ramificación interna del clítoris, no sólo sería sensible al placer, sino estar relacionada con el mecanismo eyaculatorio. Así, el origen de la emisión del líquido podría estar en las glándulas de Skene o glándulas parauretrales, ubicadas en esa parte de la anatomía vaginal, alrededor de la uretra y con una estructura similar a la próstata del hombre.
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El líquido emitido en la eyaculación femenina está formado por glucosa, PSP (fosfatasa ácida prostática), creatinina y restos de urea.
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Esta eyaculación no sería homóloga a la del hombre ya que difiere en la función (no tiene una finalidad reproductora) y composición básica.
Investigaciones
El malagueño Francisco Cabello, médico, psicólogo y sexólogo es quien realizó una interesante investigación sobre este proceso fisiológico. Su hipótesis conceptual de partida se basaba en el hecho de que dado que todas las mujeres poseen “próstata femenina”, todas eyacularían en fase de orgasmo. La diferencia es que habría unas que sí son consciente de este hecho, fundamentalmente por la cantidad emitida y expulsada, mientras otras no se percatarían dado bien la poca cantidad generada o porque el eyaculado se dirija retrógradamente hacia la vejiga como ocurre en la eyaculación retrógrada en algunos varones.
Para ello, analizó la orina de las mujeres que se sometieron al experimento y que manifestaban no eyacular, justo después del orgasmo para identificar la presencia el antígeno prostático (PSA) y otros compuestos que confirmaría parte de la hipótesis. Esa muestra se comparaba con otra anterior al inicio de la relación sexual para ver las posibles diferencias. Los resultados encontrados ponían de manifiesto que el 100% de las mujeres que manifestaron emitir un fluido durante el orgasmo emitían en éstos PSA. Por otro lado, el 75% de las mujeres que aseguraban no eyacular, se encontró PSA en la muestra de su orina post orgasmo. La hipótesis de partida quedaba confirmada.
¿Qué debemos saber respecto a los orgasmos femeninos?
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Por todo lo anterior, es conveniente interpretar este proceso fisiológico, si ocurre, como algo natural y normal. Estos conocimientos científicos pueden alejarnos de determinados prejuicios y creencias presentes muchas veces en las relaciones sexuales.
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Del mismo modo que ocurre en el hombre, donde no todos emiten la misma cantidad de eyaculado en cada relación, en la mujer también encontraremos diferencias en función del contexto y de otras muchas variables. Como hemos visto, hay una parte de la población femenina que aunque eyacula, no es consciente de ello dado que la cantidad o bien no es suficiente como para identificarla, o la dirección es retrógrada hacia la vejiga.
En cualquier caso y a pesar de los avances científicos que se han producido en este campo, queda aún mucho por dilucidar. Es evidente que la ausencia de inversión en investigación sexológica (excepto cuando existe la posibilidad de comercializar un fármaco que solucione la función masculina/femenina) impide avanzar en el conocimiento de la sexualidad humana. Ojalá esta realidad comience a cambiar en el futuro próximo.