A medida que el uso de las redes sociales se ha extendido, cada vez es más habitual encontrar personas que, tras la pantalla, tienen comportamientos que hieren y dañan a otras personas. Desde lenguaje agresivo, irrespetuoso e intolerante hasta insultos y amenazas.
La evidencia señala que este tipo de comunicación atrae a las personas en redes sociales. Sin embargo, el motivo por el cual este fenómeno se contagia –llevando a las personas expuestas a reproducir estas dinámicas– genera debate entre los diferentes teóricos.
Por ello, los autores A. Zoizner y A. Levy han llevado a cabo un estudio mediante el cuál se pretendía explicar cómo la exposición a conductas tóxicas dentro de las redes sociales puede aumentar la probabilidad de que otras personas reproduzcan este tipo de comportamiento. En este artículo te explicamos los detalles del estudio, sus resultados y la importancia de los mismos.
¿Qué entendemos por “toxicidad” en las redes sociales?
Los conceptos “toxicidad”, “tóxico” y “tóxica” han ganado popularidad en los últimos años, especialmente para hacer referencia a ciertos comportamientos o actitudes dañinas. Sin embargo, cada persona puede tener una idea diferente de lo que es una forma de relacionarse “tóxica” y de ahí la importancia de clarificar cómo se usa este concepto en este caso.
En el contexto del estudio, se separó la toxicidad en dos dimensiones distintas. Por un lado, el estilo descortés (impolite style) hace referencia al lenguaje grosero o irrespetuoso como podrían ser los insultos, las palabras ofensivas y el tono hostil. Sin embargo, este grupo no necesariamente está menospreciando de forma sistemática a un grupo concreto.
Por otro lado, la intolerancia (intolerant substance) hace referencia a aquellas expresiones que van más allá de la grosería y que se centran en atacar a un grupo social o político al que descalifican, desprecian e incluso pueden llegar a proponer su exclusión.
Tal y como indican los autores, consideraban relevante hacer esta distinción a la hora de analizar los datos del estudio, puesto que existen diferentes tipos de interacciones en las redes y no todas tienen el mismo impacto.
Contexto y metodología del estudio
Los investigadores observaron que esta toxicidad está muy presente en los momentos en los que hay tensión política. Las personas tienen sus propias ideas políticas y tienden a identificarse con un grupo de personas con las que comparten en mayor o menor medida ciertos aspectos clave.
Por ello, a la hora de estudiar la toxicidad también se tuvo en cuenta la diferencia entre exogrupo –aquellos que piensan de forma diferente u opuesta– y endogrupo–aquellos con los que se comparte ideología política–.
El contexto sobre el cual se realizó el estudio fue la situación en Israel en el año 2023. Un periodo que, tal y como indican los autores del estudio, estuvo marcado por una intensa inestabilidad política en el que las reformas judiciales del gobierno intensificaron la polarización de la población.
Se analizaron datos de Twitter con el objetivo de comprender en qué medida la exposición a la toxicidad, tanto del endogrupo como del exogrupo, se asocia con un comportamiento descortés o intolerante en los usuarios de la red social.
En total, se analizaron alrededor de 1 millón de tuits publicados por 12 481 usuarios, así como los 6 millones de tuits, aproximadamente, de las 713 231 cuentas que siguen a esos usuarios. Al analizar los datos, se detectó tanto la ideología política como la toxicidad en todas las cuentas y los tuits.
¿Cómo se contagia esta dinámica?
Los resultados que aportan este estudio son realmente interesantes. El principal hallazgo es que la exposición a la toxicidad por parte de los miembros del endogrupo –en este caso, personas con las que se comparte ideología política– juega un papel crucial a la hora de que otras personas tengan este tipo de comportamientos en redes sociales.
Es decir, estar expuestos/as a comportamientos descortés o intolerantes por parte de personas con las que hay afinidad política está directa y sistemáticamente relacionado con niveles de comportamientos tóxicos –de ambos tipos– más altos entre los usuarios.
Sin embargo, la exposición a conductas tóxicas en el exogrupo –personas con las que hay diferencias en ideología política– muestra relaciones más pequeñas y menos consistentes con la reproducción de este tipo de conductas.
Por otro lado, los autores encontraron algo que no esperaban. Se observó que aquellos usuarios que formaban parte de redes más homogéneas se veían menos afectados por el contagio de la toxicidad –tanto del endogrupo como del exogrupo– en comparación con aquellos usuarios que estaban en redes más heterogéneas.
¿Qué quieren decir estos resultados?
Los autores consideran que los resultados señalan que la toxicidad se contagia en cierto modo como una forma de identificarse y pertenecer al grupo. Es decir, cuando aquellas personas con las que sentimos afinidad muestran cierto tipo de comportamientos podemos tender a imitarlo porque queremos demostrar que pertenecemos, obtener reconocimiento dentro del grupo o simplemente porque se ha normalizado.
Por otra parte, se interpreta que las redes más homogéneas –donde todos los contactos son más afines– mostraban un menor efecto de contagio de la toxicidad puesto que en este tipo de grupos el comportamiento ya está muy marcado y se dan menos cambios. En cambio, en los entornos en los que hay más discrepancia, quizá se destacan más las conductas grupales.
¿Cómo nos afecta esto en el día a día?
Aspectos como la pertenencia al grupo, el nivel de exposición, la composición de la red social –si son más homogéneas o heterogéneas– y la tensión que hay en el ambiente en un determinado momento son factores que pueden modular el contagio de la toxicidad.
Este problema no está únicamente relacionado con la política, sino que es una dinámica que se reproduce constantemente en redes sociales sin prácticamente importar el tema. Ya se sabe que los algoritmos de las aplicaciones tienden a mostrar más contenido polarizado puesto que atrae la atención de los usuarios. Si a este hecho se le añade la propagación de la toxicidad en redes podemos encontrarnos ante un verdadero problema social.
La polarización de los grupos suele llevar a las personas a reducir considerablemente sus niveles de empatía y apertura al diálogo hacia el otro grupo o en relación con otras posturas diferentes. Sin duda, esto favorece la ruptura de los puentes entre personas, conllevando faltas de respeto y desencadenando en más descortesía e intolerancia.


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