El modo en el que vivimos la intimidad y la afectividad con otras personas puede marcar la diferencia. Algo tan sencillo como abrazarse en la cama, darse mimos y hacer la cucharita estirados sobre el colchón hace que el día cambie de color. Y, a largo plazo, si lo transformamos en un hábito, es una rutina que nos da varias ventajas que no deberíamos desaprovechar.
Ahora bien, puede parecer que siendo algo tan simple, los abrazos y caricias en la cama cambian poca cosa, que son simplemente un entretenimiento tan banal como podría ser jugar a cartas. No es así, por varios motivos.
Los beneficios físicos y psicológicos de abrazarse en la cama
A continuación puedes ver varios de los motivos por los que hacer la cucharita y abrazarse sobre la cama hace de nuestras vidas algo un poco mejor.
1. Incrementa los niveles de oxitocina
La oxitocina es una hormona que nuestro cuerpo segrega en contextos en los que experimentamos la sensación de estar viviendo algo íntimo junto a alguien más. Por ejemplo, ejerce más influencia sobre nuestro cerebro cuando miramos a alguien a los ojos durante varios segundos seguidos... incluso si ese alguien es un perro.
Se trata de un bucle: cuanta más oxitocina segregamos, más acorde a una relación íntima nos comportamos, lo cual a su vez hace que segreguemos una mayor cantidad de esta sustancia. l resultado es que nos acostumbramos a relacionar la presencia de la otra persona con estas situaciones, de modo que en otros contextos, incluso lejos del dormitorio, la relación se vuelve más íntima.
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2. Ayuda a soportar el dolor
La oxitocina, además de participar en nuestras relaciones afectivas y de contribuir a que experimentemos una sensación agradable, hace que soportemos mejor el dolor. Por decirlo de alguna forma, al hacer que nos sintamos "como en una nube", nuestra atención deja de centrarse tanto en los estímulos desagradables.
3. Nos da mayor libertad para movernos
Podemos abrazarnos casi en cualquier lugar, pero la cama, a pesar de no estar siempre a mano, es el lugar idónea para hacerlo.
El motivo es que mientras que la verticalidad de los abrazos de pie limita el tipo de contacto físico que podemos realizar, haciendo que los brazos siempre queden más o menos apoyados en la misma área del cuerpo de la otra persona, al tumbarnos en el colchón es posible adoptar todo tipo de posturas para abrazarse, besarse o darse mimos.
4. Enriquece la vida en el matrimonio
Hay muchas personas que asocian la cama con el acto de dormir, o de tener sexo. Esto hace que al tumbarse en el colchón, su cuerpo pase automáticamente a activarse fisiológicamente en una de estas dos modalidades: o sube la libido o aparece la sensación de sueño y cansancio. Se trata de un fenómeno conocido como condicionamiento simple.
Utilizar la cama para otras cosas de manera habitual hace que nuestra vida sea más rica, ya que, entre otras cosas, nos da la opción de plantearnos la posibilidad de utilizar esa pieza de mobiliario en todo su potencial. Y puede parecer una tontería, pero las caricias y los abrazos que se dan en la cama son una experiencia única, muy diferente a otras maneras de crear intimidad y de fortalecer los lazos afectivos.
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5. Ayuda a combatir el estrés
Son muchos los estudios en los que se hace evidente que el contacto físico con alguien querido hace que los niveles de estrés y ansiedad caigan significativamente. Además, cuanto mayor es el lazo afectivo que une a dos personas, mayores son los efectos terapéuticos que los abrazos y los mimos tienen sobre nuestro organismo. El cortisol, que es la hormona asociada al estrés, es segregada en menor cantidad cuando nos abrazamos y cuando estos abrazos incluyen el contacto directo entre una piel y la otra.
Además, hay que recordar que la raíz de muchos problemas psicológicos y físicos es el estrés. Las hormonas segregadas durante este estado, y el desgaste que producen sus efectos, causa una mayor debilidad frente a ciertas bacterias y virus, que pueden proliferar hasta alcanzar la masa crítica suficiente para producir enfermedades más o menos graves.
6. Mejora el desarrollo de los bebés
Los abrazos y mimos en la cama no son exclusivos de las relaciones de pareja entre amantes, por supuesto. De hecho, tienen un papel fundamental en la maternidad. Se ha visto, por ejemplo, que los bebés prematuros que pasan tiempo tumbados sobre el pecho de la madre desarrollan menos problemas de salud y experimentan un mejor desarrollo cognitivo que aquellos que pasan todo el tiempo en la incubadora. Además, estos efectos se notan a largo plazo, ya que se trata de una ventaja que sigue estando presente al menos 10 años después del nacimiento.
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