La vida es una sola; cada persona tiene un pasado y una estructura generacional que hacen de su vida algo único. No obstante, el entorno influye muchísimo en la personalidad y las características que debe tener una persona de “bien”, o las adecuadas para poder encajar en la sociedad.
Las comparaciones entre una y otra persona se presentan a diario, queriendo generar, de una manera inconsciente, una sociedad unánime, tanto de pensamientos como de gustos e intereses.
Siempre se dice que cada persona es única y tiene todo el derecho a expresarse, pero en miles de ocasiones, si algún individuo manifiesta una opinión diferente, es catalogado como ignorante, atrevido, irracional e incluso loco.
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¿Por qué se permite esta clase de subyugación?
La humanidad está inmersa en aparentar lo que no es; presenta constante preocupación por el qué dirán, el qué pensarán, el cómo me verán, el si encajaré, el si me aceptarán, entre muchas más. Por lo tanto, el querer hacer las cosas como la sociedad lo impone es mucho más fácil a pensar, actuar y ser diferente.
Cuando el ser humano entienda que la diversidad permite el enriquecimiento personal, social y cultural, dejará de señalar y juzgar a las personas por su condición física, mental, económica, profesional y laboral.
Por lo anterior vemos tantas personas llenas de miedo, con una felicidad falsa e hipócrita ante la sociedad en general e incluso ante sí mismo.
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¿Cómo saber si estoy fingiendo mi felicidad?
La felicidad es un estado anímico que implica en la persona una serie de reconocimientos positivos, una aceptación de los negativos y el quehacer diario.
Hay una línea bastante delgada entre estar feliz y ser feliz, la cual muchas veces se atraviesa sin darnos cuenta y genera bastante confusión en lo que se es, se debe y se tiene.
Para conseguir lo anterior, se debe hacer un reconocimiento de los deseos, sueños, anhelos que se tenían antes de salir a esta sociedad cruel y verificar los que tiene en la actualidad. Hay que analizar los cambios anímicos y la reacción de estos frente a cada situación que se vive, y analizar el deseo constante de afirmación, el querer ser reconocido y aceptado frente a los pares. Recordemos que cada persona es diferente y esta diferencia influye en el diagnóstico.
¿Qué otros factores influyen en la decisión de querer ser quien no soy?
Uno de los principales factores es la familia; los padres están acostumbrados a que se les admire por sus hijos. Esto es un patrón generacional que ha creado niños reprimidos, jóvenes infelices y adultos frustrados con tendencia a repetir el mismo patrón solo por aprendizaje de manera automática, lo que permite desgastarse muchísimo menos. Otros factores son: la sociedad, la escuela, los maestros y las amistades.
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Las consecuencias de intentar encajar siempre
Algunas de las muchas consecuencias relativamente comunes que se presentan al intentar encajar a toda costa son el bullying, el consumo de sustancias psicoactivas y el suicidio no solo en niños, sino también en jóvenes y adultos.
Otras de las consecuencias son las adicciones al juego (ludopatía), a comprar compulsivamente (oniomanía) al celular (nomofobia) e incluso a la pornografía y al sexo desenfrenado. Esto último acarrea no solo problemas con la pareja, sino también con ellos mismos, al no poder llenar ese vacío que se tiene.
Otra más de las consecuencias es la falta de comunicación: no se escucha, se oye lo que se quiere oír; se está enfrascado en un mundo lleno del qué dirán.
No hay comunicación entre padres e hijos, ni entre profesores y estudiantes, y mucho menos entre las parejas. Se quiere una vida perfecta, una familia perfecta, cuando de la imperfección sale el perfecto amor.
Por otro lado, muchos padres tratan de no comparar a sus hijos, pero consciente o inconscientemente lo hacen, manejando un vocabulario diferente, juzgando sus acciones y recriminando su estado actual. Puede ser que lo hagan de manera tierna, con palabras diferentes, que para ellos no lastiman; pero el interior de sus hijos se ve afectado.
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Conclusión
No hay un manual para ser padres ni para ser personas sanas; pero sí hay un instinto y una determinación a amar la diferencia, a romper patrones generacionales y dejar que el otro sea espontáneo. Ese otro es importante y valioso sea como sea, cada loco tiene su tema, cada persona tiene en su mente un mundo diferente en el cual quisiera estar; por eso a los niños hay que dejarlos ser niños; esta época jamás volverá y de una infancia feliz se genera un adulto sano.
A los jóvenes se les debe de enseñar a tomar decisiones sanas, con principios y valores, respetando las diferencias de los demás.
Lucha por ser feliz con lo que eres sin fingir nada, y dejar que otros vivan y disfruten su vida con plena felicidad, y así cada loco estará en su tema.
Caren Palacio Londoño
Caren Palacio Londoño
Psicóloga Clínica
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