Con bastante frecuencia se producen unos fenómenos conocidos como sesgos cognitivos (o prejuicios cognitivos) en el pensamiento de los seres humanos, los cuales provocan una alteración en el proceso de esa información que es captada a través de los sentidos, de manera que se produce una distorsión, una interpretación que no tiene coherencia o ilógica sobre la información disponible.
La devaluación reactiva es uno de esos sesgos cognitivos que suele darse normalmente en el ámbito político, y que se refiere a aquellos casos en los que unos simpatizantes de un partido o de una ideología determinada, tienen una tendencia a devaluar una propuesta cuando les consta que ha sido ideada por un partido político contrario al suyo, mientras que si fuera propuesta por su partido, se daría un mayor porcentaje de personas a favor.
En este artículo veremos en qué consiste este sesgo conocido como devaluación reactiva y cuáles fueron los experimentos que permitieron descubrir dicho sesgo, así como también veremos en qué contextos suele ser más influyente.
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¿En qué consiste la devaluación reactiva?
Fueron los investigadores Lee Ross y Constance Stillinger quienes en el año 1988 propusieron el sesgo conocido como “devaluación reactiva” en base a un experimento que habían llevado a cabo.
La devaluación reactiva es una sesgo cognitivo que se suele dar con más frecuencia en el contexto político, y se fundamenta en el hecho de que los políticos, los simpatizantes con un partido o los miembros de un país que se encuentra en conflicto social, económico o armado con otro país, tienen una tendencia, que podría llegar a ser inconsciente, a devaluar una propuesta cuando les consta que ha sido ideada por un partido político contrario al suyo o por el país que se encuentra en conflicto con su país.
En otras palabras, la devaluación reactiva es un sesgo que se refiere a la tendencia que pueden tener algunas personas a menospreciar las propuestas que han sido ideadas por un partido político con una ideología opuesta a la de su partido, sobre todo cuando ese partido en ese momento está siendo visto de manera negativa a nivel social o político por algún motivo que haya causado polémica. Este sesgo cognitivo además puede llegar a causar una barrera considerable dentro de la política a la hora de negociar sobre cualquier tema relevante.
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Estudios iniciales sobre la devaluación reactiva
Stillinger, Ross y sus colaboradores publicaron su experimento inicial sobre la devaluación reactiva en el año 1988, en el que habían preguntado a los viandantes estadounidenses que se encontraban acerca de sí se mostrarían a favor de un programa político bilateral en el que se tomarán medidas para la reducción de la fabricación de armas nucleares. Cuando los investigadores dijeron que dicha propuesta provenía del presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan el 90% de los encuestados se mostró a favor de la misma o mantuvieron una postura imparcial.
Cuando se le dijo a las personas encuestadas que la propuesta de reducir la fabricación de armas nucleares era proveniente de un grupo de analistas políticos estadounidenses, sin especificar quiénes era ni cuál era el partido político que apoyaban, también hubo un alto porcentaje de encuestados que se mostraron a favor de tomar esta medida (aproximadamente un 80%).
En cambio, cuando se les dijo a las personas encuestadas que esta medida para reducir la fabricación de armas nucleares era proveniente de Mijaíl Gorbachov, el que era por aquel entonces el secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, solamente el 44% se mostró a favor o desde una posición neutral ante esta medida; mientras que un 56% pensó que no sería favorable para los Estados Unidos y que podría beneficiar a la Unión Soviética, lo que puso de manifiesto el sesgo de devaluación reactiva.
Hubo tres estudios, relacionados con el conflicto israelí-palestino, para analizar la tendencia de los antagonistas políticos a suspender las propuestas de paz. En estos experimentos los investigadores expusieron a los participantes del experimento, todos ellos de origen israelí, una propuesta de paz que había sido propuesta en realidad por Israel; mientras que a otros participantes se le expuso la misma propuesta de paz, pero diciéndoles que había sido propuesta por Palestina.
El resultado final fue que en los casos en los que se le había dicho a los participantes que la propuesta de paz había sido ideada por Israel se mostraron a favor en un porcentaje notablemente más alto de casos, que en el grupo de sujetos a los que se le había dicho que dicha propuesta la había ideado Palestina.
Estos estudios, que fueron realizados en base al conflicto entre Israel y Palestina, sirven para demostrar y ampliar aún más la comprensión a nivel teórico de este fenómeno relacionado con los sesgos cognitivos del pensamiento humano, la devaluación reactiva, demostrando así la barrera que este sesgo puede crear a la hora de resolver conflictos en política y en el mundo real alrededor de distintas partes del mundo.
Casos similares, que demuestran una devaluación reactiva, no es extraño verlos en otros países, como por ejemplo en España, donde se ha podido ver que en varias ocasiones un partido político que cuando estaba en la oposición se había mostrado siempre en contra a una medida política propuesta por el gobierno que había en esos momentos y años después cuando son ellos los que gobierna aprueban o incluso proponen esa misma medida, a pesar de que años atrás estaban en contra de que otro partido político la pusiera en marcha.
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Ejemplos cotidianos
Es inevitable que todas las personas nos enfrentemos a diversos conflictos en diversos ámbitos de nuestra vida, por lo que poseer una capacidad para resolver cordialmente esas disputas es muy importante, aunque a la vez no es fácil cultivarla, por lo que para muchas personas la devaluación reactiva les puede suponer un obstáculo a la hora de resolver conflictos, ya que si no son capaces de escuchar y tener en consideración de forma objetiva, podrían llegar a encontrarse en una tesitura dañina y en circunstancias costosas para ambas partes.
Pongamos un ejemplo hipotético para que entendamos mejor el sesgo cognitivo de la devaluación reactiva. Imaginémonos el caso de unos simpatizantes de un partido político a los que encuestamos acerca de su opinión de otro partido quiera implantar una medida para destinar más dinero para la sanidad pública, con el fin de que haya más sanitarios que pueden atender a los ciudadanos (médicos, psicólogos, enfermeros, etc.). Después, a otros simpatizantes de ese mismo partido, les haríamos la misma propuesta, pero esta vez diciéndoles que esta medida ha sido ideada por su propio partido político.
Si se diera el caso de que estos simpatizantes se mostrarán en un porcentaje mayor a favor de tomar esta medida cuando piensan que ha sido propuesta por su partido político, que en aquellos casos en los que se les ha dicho que los propuso un partido con una ideología diferente a la suya, estaríamos ante un ejemplo de devaluación reactiva.
La devaluación reactiva también puede verse entre algunos aficionados a los deportes, como el fútbol, con el clásico debate entre quién es mejor, Messi o Cristiano Ronaldo. En la mayoría de los casos, los aficionados del Fútbol Club Barcelona dirán que Messi es el mejor futbolista; mientras que la mayoría de los aficionados del Real Madrid considerarán que Cristiano Ronaldo es el mejor, pudiendo incluso llegar a desprestigiar al futbolista del equipo contrario.
Con esto cabe decir que no todos piensan así y que incluso hay muchos que, desde una visión más imparcial e incluso puede que objetiva, no entren en ese debate ni se posicionen a favor de ninguno, alegando que ambos son muy buenos futbolistas con una prolífica carrera sin quitar méritos a ninguno de los dos.
Lo mismo que ocurre en la política, donde no todo el mundo se muestra incondicionalmente a favor de un partido, habiendo muchas personas que analizan las propuestas desde un punto de vista crítico y objetivo, mostrándose a favor de las propuestas de partidos contrarios al que siguen cuando estas les parecen buenas para su país.
Estos son solo unos ejemplos hipotéticos donde influye el concepto de devaluación reactiva, que probablemente nos resulten familiares, y que pueden servir para explicar con más detalle un sesgo cognitivo como es la devaluación reactiva que puede darse con bastante frecuencia en diversos contextos y en diferentes personas.
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