¿Está la IA cambiando nuestra idea de Empatía?

El mundo de la Inteligencia Artificial podría estar alterando las relaciones personales.

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¿Está la IA cambiando nuestra idea de empatía? (BC BÁRBARA ZAPICO)

La empatía siempre se ha visto como una habilidad profundamente humana: eso de ponerte en el lugar del otro, conectar con lo que siente y responder de una manera que lo haga sentirse comprendido. Pero con la llegada de la inteligencia artificial han aparecido preguntas que no esperábamos tan pronto.

¿Puede una máquina parecer más empática que una persona? Y, además, ¿esto cambia la forma en que tratamos a otros? El tema está en plena evolución, los estudios apenas comienzan y las opiniones están divididas. Hoy te contaremos lo que se sabe hasta ahora.

Hablemos, primero, sobre la empatía

Para hablar de si la IA puede “ser” empática, primero hay que aclarar qué significa eso. La empatía se entiende como la capacidad de captar lo que vive otra persona, entender sus emociones y responder de manera que se sienta acompañado. Además de escuchar, también es validar, sostener y, a veces, actuar.

En los humanos, esta capacidad puede variar mucho. Hay días en que alguien está cansado o con la cabeza en otro lado y la empatía simplemente no aparece. Otras veces, influye el contexto, los prejuicios o el estado de ánimo.

Las máquinas, en cambio, no tienen emociones. Lo que sí hacen es simular empatía a través de respuestas diseñadas para sonar comprensivas. Lo curioso es que, para muchas personas, esa simulación puede sentirse tan o más real que al hablar con un humano.

Y aquí viene el dilema: ¿importa más lo que sentimos al recibir la respuesta o que sepamos si proviene de alguien que realmente lo experimenta?

IA o humano: ¿quién parece más empático?

Algunos estudios recientes apuntan a algo que nos ha dejado pensando mucho: en varias situaciones, la IA es percibida como más compasiva que los humanos, incluso más que profesionales entrenados.

Una investigación publicada en Communications Psychology, en 2025, mostró que la gente calificaba las respuestas de la IA como más comprensivas y solidarias que las de expertos en apoyo emocional. Esto ocurría porque la IA respondía de manera consistente, reformulaba lo que escuchaba y hacía preguntas que daban la impresión de estar realmente interesada en el otro.

Ahora, no todo es tan simple. En otra investigación de la Universidad del Sur de California se descubrió que, cuando la gente sabía que el mensaje provenía de una IA, la sensación de “me escucharon” disminuía. Es decir, el contenido podía ser el mismo, pero al enterarse de que era generado por una máquina, algo se perdía.

A esto se suma lo que encontró el estudio de Hye-young Kim y Ann McGill: al darle cualidades humanas a las máquinas, la percepción de humanidad en las personas reales puede bajar. En otras palabras, cuanto más creemos que una IA tiene mente y emociones, más corremos el riesgo de desvalorizar a quienes sí sienten de verdad.

Así que sí, la IA puede dar la impresión de empatía, pero también puede estar moldeando la manera en que entendemos y ejercemos la empatía entre nosotros.

¿Empatía real o simple imitación?

La pregunta clave es si lo que hace la IA se puede llamar empatía. La filósofa Catrin Misselhorn plantea que no. Según ella, para que exista empatía genuina deben cumplirse tres cosas: sentir lo que siente la otra persona, reconocer que es su experiencia y no la tuya, y actuar desde esa conciencia. La IA, como no siente nada, queda fuera desde el principio.

Lo que hace es más bien un juego de patrones: identifica señales y responde de manera convincente. Esto puede ser útil, pero no es lo mismo que vivir la emoción. Misselhorn incluso compara esta capacidad con lo que hace una persona con psicopatía: reconoce emociones ajenas, puede usarlas para influir, pero sin sentirlas. Eso abre la puerta a usos cuestionables, como manipular decisiones de consumo o política.

Entonces, lo que llamamos “empatía artificial” es una simulación. Puede tener aplicaciones positivas, como acompañar a alguien que se siente solo o dar contención básica, pero también corre el riesgo de ocultar problemas más grandes, como la falta de conexión humana en nuestras sociedades.

Un punto de encuentro, no una competencia

El punto no es enfrentar a humanos contra máquinas, porque no es una batalla. La empatía humana tiene matices únicos: nace de la experiencia compartida, del dolor y la alegría vividos en carne propia. Eso no puede replicarlo un algoritmo.

Pero, ojo, eso no significa que la IA no sirva. Puede ser un apoyo en entornos donde las personas no alcanzan a cubrir toda la demanda, como en clínicas, líneas de ayuda o servicios al cliente. Su capacidad de mantener consistencia y no “cansarse” puede ser útil.

El riesgo está en creer que es un reemplazo. Si nos acostumbramos a tratar más con máquinas que con personas, podemos perder sensibilidad hacia los demás. Y si normalizamos ser bruscos con la IA porque “no siente”, esa costumbre puede filtrarse en cómo tratamos a quienes sí sienten.

Lo más sano parece ser reconocer que ambos, humanos e IA, cumplen papeles distintos. Y que necesitamos mantener claros los límites para no perder lo que nos hace humanos.

¿Qué hacer con esto? Recomendaciones

Si te interesa reflexionar sobre tu propia empatía, aquí compartimos contigo algunas ideas que puedes aplicar en tu vida:

  • Ten presente la diferencia: la IA no siente, aunque suene comprensiva. Mantener esta conciencia ayuda a no confundir la simulación con lo real.
  • Refuerza tu empatía personal: escucha con atención, valida lo que la otra persona expresa y responde con honestidad. La práctica mejora la conexión.
  • Usa la IA como complemento: puede ser útil como apoyo rápido o en momentos de alta demanda, pero no sustituye el contacto humano.
  • Cuida tu criterio: cuando interactúes con sistemas diseñados para sonar empáticos, pregúntate qué objetivo tienen detrás. No siempre es ayudarte.
  • Valora la interacción humana: aunque no siempre sea perfecta, una conversación real tiene matices y profundidad que ninguna máquina puede replicar.
Bárbara Zapico Salomón

Bárbara Zapico Salomón

Psicóloga De Pareja, Familia, Niños Y Adultos

Profesional verificado
Madrid
Terapia online

Como puedes notar, estamos frente a un proceso en marcha, lleno de preguntas abiertas. Lo importante no es decidir quién es más empático, sino cómo usamos la tecnología para sumar sin perder de vista lo que nos une como personas.

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  • Kim, H., & McGill, A. L. (2024). AI‐induced dehumanization. Journal Of Consumer Psychology. https://doi.org/10.1002/jcpy.1441
  • Misselhorn, C. (2024). ‘Empathetic’ AI has more to do with psychopathy than emotional intelligence – but that doesn’t mean we can treat machines cruelly. The Conversation. https://doi.org/10.64628/aak.v47g67jae
  • Ovsyannikova, D., De Mello, V. O., & Inzlicht, M. (2025). Third-party evaluators perceive AI as more compassionate than expert humans. Communications Psychology, 3(1).

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Bárbara Zapico Salomón. (2025, septiembre 2). ¿Está la IA cambiando nuestra idea de Empatía?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/esta-ia-cambiando-nuestra-empatia

Psicóloga

Madrid
Terapia online

Psicóloga General Sanitaria experta en ofrecer asistencia psicológica a pacientes de todas las edades, tanto en terapia individual como en terapia familiar y de pareja, de manera presencial u online. Desde su consulta en la zona de Cahamartín realiza intervenciones psicológicas en casos de depresión, conflictos familiares, trastornos de la conducta alimentaria, crisis de estrés, y otros problemas habituales.

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