La amistad es uno de los elementos más importantes en la vida de la mayor parte de la gente, pero, a la vez, es algo muy difícil de cuantificar.
Esto es así, entre otras cosas, porque tal y como ocurre en las relaciones de pareja, la amistad no es algo que pueda poseer uno mismo, sino una dinámica de relaciones que involucra a más de una persona. Y es esto lo que hace que muchas veces no quede muy claro si el grado de intensidad que le atribuimos a esa relación se acerca al modo en el que la otra persona percibe este vínculo afectivo.
Cuando la amistad es mera impostura...
Pero, como el ser humano es un animal e inteligente, seguro que somos muy buenos a la hora de valorar si nuestros amigos nos consideran amigos a nosotros... ¿verdad?
Pues un reciente estudio publicado en PLOS ONE sugiere que aproximadamente la mitad de nuestras amistades podrían ser no correspondidas. Es decir, que en un caso de cada dos la persona que creemos nuestro amigo o amiga no nos ve como una amistad relevante, lo cual podría hacer que fuesen considerados falsos amigos o, simplemente, personas cuya cortesía es tomada por un verdadero apego.
¿Cómo se realizó la investigación?
Como grupo de muestra para realizar esta investigación se utilizó un grupo de 84 personas con edades que iban desde los 23 hasta los 38 años. El propósito del estudio era ver hasta qué punto las dinámicas relacionales de una comunidad de personas afectan a la hora de persuadir a sus miembros, crear corrientes de opinión, etc. Sin embargo, una de las cosas que más llamó la atención estaba relacionado con otro tema.
Para poder tener datos con los que trabajar, los investigadores pidieron que puntuasen del al 5 el grado en el que consideraban amigos o amigas al resto de personas, siendo el 1 la opción "es un desconocido/a" y el 5 "mejor amigo/a". Además, cada individuo tenía que puntuar, también en una escala de 5 puntos, el grado en el que creía que la otra persona le consideraba amigo o amiga.
Los resultados
En general, la gran mayoría de los participantes se mostraron optimistas a la hora de valorar lo correspondidos que eran en sus relaciones amistosas. En un 94% de los casos, las personas utilizaban el mismo número para cuantificar el grado de amistad que ellos sentían y el grado en el que creían que la otra persona les correspondía. Es decir, había una clara tendencia a creer que las relaciones eran simétricas y bidireccionales.
A juzgar por los datos obtenidos, este optimismo se basaba más bien en una ilusión. En un 47% de las ocasiones, las puntuaciones obtenidas no fueron las mismas.
¿Falsos amigos? ¿Cuáles son sus oscuras motivaciones?
Hay muchas maneras de interpretar estos resultados. Una de ellas es creer, simplemente, que las conclusiones a las que se ha llegado a través de esta investigación no se corresponden con la realidad. A fin de cuentas, se trata solo de un estudio, y es posible que se hayan producido errores en el muestreo, el diseño o el análisis de los datos. Además, no deja de ser cierto que esto podría ocurrir solo en ciertas culturas o poblaciones, y no en todos los habitantes del planeta. Para saber esto haría falta investigar más.
Otra manera de tomárselo es creer que los resultados de este estudio son un reflejo de lo que ocurre realmente en nuestras relaciones. Podría ser que los seres humanos fuésemos excepcionalmente malos a la hora de distinguir entre amigos de verdad (que nos corresponden) y otros que solo actúan de manera parecida a como lo haría un amigo.
Pero también hay otra explicación posible: que estas conclusiones muestren las consecuencias de tener muchas relaciones personales no antagónicas. Es decir, que en una época en la que es frecuente tener 400 contactos en Facebook, muchos de los cuales nos felicitan en nuestro cumpleaños sin apenas conocernos, cada vez cuesta más saber quién es amable de manera totalmente espontánea y quién solo actúa así por cortesía.
A fin de cuentas, en una cultura en la que la imagen importa cada vez más, el postureo y las apariencias también pueden llegar a envolver aquello que una vez fue nuestra red de relaciones basadas en la honestidad y la afectividad.