Muchas veces no somos conscientes de la importancia que tiene poner límites en nuestras relaciones interpersonales. Intentamos ser los mejores en todo y complacer a las personas de nuestro alrededor y esto nos hace sentirnos realmente exhaustos. Nos cuesta decir la palabra “no” por culpa y vergüenza de ser “malas personas”. Por ello, establecer límites saludables resulta crucial para respetarse, cuidarse, sentirse seguro con uno mismo y en definitiva, elevar la autoestima.
Los límites se consideran expectativas o necesidades que sirven como ayuda para sentirnos protegidos y cómodos en nuestras relaciones sociales. Al fin y al cabo, estos reflejan cómo deseas que la gente interactúe contigo y viceversa. Como comentamos, aprender a decir “si” y “no” es una tarea complicada para muchos de nosotros pero a su vez, fundamental para saber establecer buenos límites.
Debemos normalizar poner límites como forma de autocuidado ya que trae consigo diversos beneficios tales como no permitir que tomen decisiones por ti, no actuar en base a lo que otras personas piensan por evitar conflictos, comprender que no somos capaces de complacer a todo el mundo, disfrutar del espacio personal y no pasar por alto faltas de respeto.
En el artículo de hoy, comentaremos la importancia que tiene saber poner tus propios límites, conocer lo que es permisible para ti y lo que no, y en definitiva, lo que implica poner estas barreras imaginarias en la autoestima. Quédate para describir cómo unos límites mal establecidos pueden estar afectando a la consideración que tienes de ti mismo/a.
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Tipos de límites en las relaciones
Hay diferentes tipos de límites ya que cada persona establece los suyos propios y esto es algo completamente normal y necesario. Se van forjando en función de los valores y principios de cada individuo. A este respecto, podemos clasificarlos en distintos tipos que mencionaremos a continuación:
- Límites físicos: Hacen referencia al espacio y el contacto físico. Son límites que cambian ya no solo según la persona, sino también según la cultura de la misma. Un claro ejemplo es la forma de saludar en los distintos países.
- Límites intelectuales: Relacionados con los pensamientos y con las ideas de cada persona. Por ejemplo, ideologías políticas, o pensamientos u opiniones de situaciones concretas.
- Límites emocionales: Hablamos de nuestros sentimientos, lo que compartimos o no con las personas cercanas a nosotros.
- Límites sexuales: Aquí el respeto y el deseo juegan un papel importante ya que hace referencia a las normas que rigen la sexualidad.
- Límites materiales: Lo que deseas compartir y con quien en cuanto a bienes físicos como puede ser un coche, una vivienda, ropa, etc.
- Límites de tiempo: El tiempo que deseo dedicarle a una persona en concreto.
Relación entre los límites y la autoestima
Cuando mencionamos los límites, muchas personas lo malinterpretan y directamente piensan que con esto se hace referencia a imponer nuestras ideas, valores, ideologías y criterios ante los demás. No se trata de utilizar las palabras como arma y obligar a las personas de nuestro alrededor a actuar como nosotros queremos. Todo lo contrario. Se trata de instaurar límites sanos y así hacer saber a los demás qué necesitamos exactamente sin sentir miedo al rechazo. Asimismo, queremos resaltar que tampoco podemos olvidarnos de lo que otros sienten y necesitan de nuestra parte.
El cómo vemos a los demás y cómo nos vemos a nosotros mismos tiene mucho que ver con los límites que ponemos. Al fin y al cabo, dichas líneas imaginarias conforman nuestra identidad, y por consiguiente, nuestra forma de actuar y ser en el mundo. Además, nos libera de la comentada necesidad de gustar y caerle bien a cada persona de nuestro entorno y así conseguimos que se esfumen sentimientos negativos como la culpabilidad, ira, o vergüenza y a su vez, aumente el autoconocimiento y la autoestima.
La autoestima comienza a construirse durante la infancia y según los expertos, depende en gran parte de la información que nos va llegando de nuestro entorno que generalmente, los primeros años de vida se comprende de padres y hermanos. Y efectivamente, el no saber decir que no se encuentra muy relacionado con una baja autoestima. Por supuesto, sin límites uno se boicotea a sí mismo constantemente y esto acarrea consecuencias negativas.
Un individuo con baja autoestima siente que no tiene derecho a defender sus propias necesidades, y por tanto, simplemente reacciona inhibiendo la presentación de las mismas. Por consiguiente, la persona al sentirse sin este reconocimiento llega a considerar que sus necesidades no son tan importantes como las de los demás y su complejo de inferioridad aumenta.
Yendo un paso más allá, la falta de límites por una baja autoestima lleva a que la persona no tenga en cuenta sus necesidades, haga favores que en realidad no le apetezca hacer, establecerá relaciones de dependencia e incluso de abuso y terminará afectando su calidad de vida y bienestar personal. En el fondo, son personas que no se conocen y por tanto, no son conscientes de lo que quieren y necesitan en cada momento.
Está claro que es un proceso que necesita tiempo y constancia y, quizás, las claves para poder trazar los límites necesarios y así mejorar la autoestima sean la buena comunicación, el respeto y la empatía.
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¿Cómo poner límites sanos?
En primer lugar, es importante conocerse para tener claros nuestros límites. Tenemos que tener en cuenta que estos cambian según la situación y la persona con la que estamos. No obstante, es crucial tener un eje inamovible para así darnos cuenta cuando otra persona o incluso nosotros mismos lo estamos traspasando. Una vez hayas conseguido esto, es importante activar las alarmas y prestar mucha atención. Debes identificar aquellos momentos que te hacen sentir mal. O, dicho de otra forma, sé consciente de cuáles son las situaciones que estás permitiendo algo que te saca de tu mencionado eje.
Norma Conde
Norma Conde
Psicoterapeuta, Tratamiento del Estrés, Ansiedad, Depresión, Duelo, Autoestima, Gestión emocional, Terapia de pareja.
Al tener que expresar tus límites, hazlo de forma clara y concisa. No te justifiques, ni te vayas por las ramas y busca el momento oportuno para ello. Además, no esperes que la gente de tu alrededor comprenda tus límites a primera. No todo el mundo va a reaccionar de la misma forma y esto no tiene nada de malo. Acepta la reacción que puede llegar a tener la otra persona y evita los sentimientos de culpa. Recuerda que no es tu labor ni tu responsabilidad hacerle feliz constantemente a quienes te rodean.