Llega el nuevo curso escolar, empezamos un nuevo trabajo, decidimos empezar una vida más saludable llendo al gimnasio… Todas estas situaciones son muy comunes para la mayoría de las personas, y es que como decía uno de los grandes filosofos griegos llamado Heraclito de efecto: “Todo fluye; Todo cambia; Nada permanece.” Día a día nos enfrentamos a decisiones que pueden cambiar el sentido y dirección de nuestras vidas y solo nuestra motivación hacia ellas puede hacer que las sigamos.
Una de las claves para llegar a lograr las metas que nos propongamos es la generación de nuevos hábitos. Crear rutinas que nos faciliten y guíen por el camino que llegue a nuestro destino es fundamental. Gracias a estos hábitos desarrollamos nuevos circuitos neuronales y patrones de comportamamiento que, si son bien consolidados, nos acompañaran el resto de nuestras vidas.
Aprender un nuevo hábito no solo depende de la repetición del mismo, sino que está muy relacionado con la capacidad individual de saber gestionar nuestras emociones. Hoy en dia hablar de inteligencia emocional no es nada nuevo, pero hay un término conocido como demora de gratificación que puede pasar más desapercibido.
Cuando decidimos implicarnos y comprometernos con la realización de una tarea ponemos en marcha diversos mecanismos entre los cuales está el control emocional.
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Un ejemplo: el retraso de la gratificación
Diversos estudios como la popular Prueba de Marshmallow, han demostrado que aquellas personas que son capaces de retardar sus recompensas en el tiempo obtienen beneficios en diferentes facetas de su vida. Algunos de estos experimentos tomaron como muestra a niños y niñas en edad infantil a los que se les dejaba en una habitación con una golosina muy apetecible y se les propuso que si no se la comían podrían obtener un número mayor a la vuelta del experimentador.
Los resultados de estas pruebas fueron que aquellos que esperaron más tiempo, cuando se fueron re-evaluados como adolescentes y adultos, demostraron una notable serie de ventajas con respecto a sus compañeros.
Como adolescentes, tenían mayores puntuaciones en competencia social, seguridad en sí mismos y la autoestima más alta, y fueron calificados por sus padres como más maduros, más capaces de lidiar con el estrés, más propensos a planificar el futuro, y más racionales. Como adultos, eran menos propensos a tener problemas con las drogas u otras conductas adictivas, se divorcian, o tener sobrepeso.
Adoptar nuevos hábitos
Más allá de saber controlar nuestros deseos de recompensa, hay algunas claves que nos pueden ayudar a introducir nuevos hábitos en nuestra vida.
1. La regla de los 21 días
Uno de los pioneros en hablar de la regla de los 21 días para la creación de nuevos hábitos fue el Doctor Maxwell Maltz. Reconocido cirujano, se dio cuenta que ante casos como las operaciones de estética o de amputación de extremidades las personas tardaban 21 días en generar una nueva imagen mentar de ellas mismas.
Gracias a estos descubrimientos, tomamos como referencia este periodo temporal para la consolidación de nuevos hábitos, es decir, es necesario repetir las nuevas conductas durante 21 días para que se automaticen y consoliden.
2. Asociarlo a nuestra cadena de valor
Si el nuevo hábito que queremos incluir en nuestro día a día está muy estrechamente relacionado con nuestros valores y/o principios, tendrá una importancia extra que fomentará su realización. Esto se se puede explicar a través de su vinculación con nuestra motivación intrínseca, nuestro querer hacer algo de manera proactiva.
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3. La meditación nos puede ayudar
Una de las formas de aprendizaje que tenemos los seres humanos es la visualización. Consiste en imaginarnos realizando las tareas u objetivos a lograr. Mediante este proceso, nuestra mente va adquiriendo algunas de las destrezas necesarias y puede ser un gran apoyo a la realización física de la mismas.
Por otro lado, técnicas como la meditación pueden fomentar el desarrollo y consolidación de nuevos hábitos. Se ha comprobado que a través de ellas se producen cambios de manera significativa en la estructura cerebral relacionada con el bienestar y la felicidad.
4. Perseverancia y compromiso
Ambos son fundamentales para lograr un nuevo hábito.
Al principio puede ser complicado, para ello puedes gestionar tu atención y focalizarte en los beneficios que obtendrás a medio-largo plazo. Es importante que los nuevos hábitos que te plantees sean asequibles, positivos y que puedan medir tu avance hacia ellos.
Aprendemos algo nuevo todos los días, no es cuestión de desaprender aquellas rutinas que nos incomodan o que queremos cambiar, sino de plantearnos otras alternativas que promuevan nuestro çdesarrollo personal y nos proporcionen bienestar.
En UPAD Psicología y Coaching ayudamos a las personas en la generación y adquisición de nuevos hábitos que permitirán al cliente alcanzar sus metas obteniendo altos niveles de satisfacción y bienestar.