Giovanni Aurispa: biografía de este humanista del Renacimiento

Repasamos la vida de Giovanni Aurispa, cuya colección de clásicos fue crucial para el humanismo.

Giovanni Aurispa

Viajó por toda Europa y se acercó en varias ocasiones a la mismísima Constantinopla, una de las ciudades más populosas e importantes de la época. Su objetivo: recopilar el mayor número posible de textos de autores clásicos y reunir una gran biblioteca que resumiera todo el saber de la Antigüedad.

Durante sus 83 años de vida, Giovanni Aurispa no se dedicó prácticamente a otra cosa. Gracias a su empeño hoy conocemos la obra de gran parte de los autores latinos y griegos. En esta biografía de Giovanni Aurispa, os invitamos a realizar un pequeño viaje a través de la vida de este gran humanista del siglo XV.

Biografía de Giovanni Aurispa, un pensador del Renacimiento

Nuestro personaje nació en Noto, una pequeña localidad siciliana, hacia el año 1376. En aquellos años, la isla estaba bajo el control de una rama secundaria de la familia real aragonesa, y constituía uno de los puertos más importantes del Mediterráneo. De hecho, pocos años antes del nacimiento de Aurispa, había llegado al puerto siciliano de Messina, proveniente de Oriente, la temible Peste Negra que, desde allí, se extendió por el continente.

Así pues, Giovanni Aurispa tuvo, ya desde temprana edad, contacto continuo con gente que comerciaba con el Imperio Bizantino. Podemos creer que de aquí vino su interés por todo lo griego, que ya no le abandonaría en toda su vida.

Giovanni Aurispa ha pasado a la historia como uno de los humanistas más importantes de ese periodo que llamamos Renacimiento. Si bien, a diferencia de otros autores renacentistas, su obra personal no es ni extensa ni de gran interés, sí que lo es su febril actividad “recolectora” de textos clásicos, especialmente de autores griegos. De hecho, muchas de las obras clásicas que se conocían en la época del Renacimiento llegaron a Europa gracias a su intensa labor coleccionista que, por otro lado, no era algo inusual entonces. Lo veremos a continuación.

Heredero de una larga tradición de coleccionistas

En ocasiones, se ha tratado a Giovanni Aurispa como una especie de innovador, o como un personaje excepcional por su recopilación exhaustiva de textos griegos y latinos. Y, si bien es cierto que este personaje realizó una actividad intensa en este sentido, no es menos cierto que existieron varios personajes antes que él que también se dedicaron a ello.

El insistente tópico de que durante la Edad Media los clásicos fueron olvidados ya no puede sostenerse por ningún lado, a la luz de los estudios que, desde hace décadas, llevan realizando los expertos. Es un hecho aceptado por la comunidad de historiadores que, si bien el humanismo del XV fue un fenómeno muy concreto, circunscrito a la Italia del Quattrocento, la corriente humanista se puede rastrear hasta los siglos centrales de lo que llamamos Edad Media, con escuelas neoplatónicas como la de Chartres. Aún más; encontramos claros precedentes en la Europa de Carlomagno, nada menos que en los siglos VIII-IX, con personajes tan importantes como Heiric de Auxerre (841-876). Heiric es un claro precedente de Giovanni Aurispa, puesto que se hizo con una cantidad considerable de obras clásicas y consiguió reunir una importantísima biblioteca.

Sin embargo, el coleccionismo exhaustivo y, podríamos llamar, un tanto obsesivo del Renacimiento (ya fuera de obras de arte como de manuscritos) sí que es una característica especial del humanismo italiano. Francesco Petrarca (1304-1374) no solo es famoso por su Cancionero (dedicado a la dama “angelicata” por excelencia, Laura), sino que también fue un personaje muy activo a la hora de recopilar obras de la literatura clásica. De hecho, a la muerte del poeta, su colección de clásicos latinos era la más grande de la época en posesión de un particular.

Un auténtico amor por la antigüedad griega

Giovanni Aurispa, sin embargo, focalizó su interés en los clásicos griegos. Este es el hecho que representa su auténtica innovación. Porque si bien durante la Edad Media los textos antiguos no se olvidaron, es verdad que los eruditos siempre manifestaron mayor interés por los clásicos latinos.

Esto no solo era una cuestión de idioma (nadie en la Europa de la época hablaba griego), sino porque, en su gran mayoría, los textos griegos fueron introducidos a través de los musulmanes de la Península Ibérica, que se habían dedicado a traducirlos al árabe. Por tanto, a excepción de Platón y otros autores que habían conseguido llegar a la Europa cristiana a través de las copias en latín, podemos decir que el griego estaba prácticamente olvidado en la Europa Occidental.

Es entonces cuando entra en la historia Giovanni Aurispa. Después de estudiar en la Universidad de Bolonia gracias a una beca otorgada por el rey de Sicilia, Martín el Joven, Aurispa se traslada a la isla de Quíos, muy cerca de la actual costa turca, que en aquella época estaba bajo el poder de la República de Génova. Allí, el joven estudiante se convierte en tutor de los hijos de un rico mercader genovés y, en sus ratos libres, aprende el griego y se dedica a la compraventa de manuscritos antiguos. Es entonces cuando se inicia la febril actividad coleccionista que ya nunca más habría de abandonarle.

En 1418 encontramos a Aurispa en Constantinopla, el corazón del Imperio Bizantino. Allí sigue su apasionada búsqueda de manuscritos griegos, y su recopilación es tan intensa que lo acusan ante el emperador Manuel II Paleólogo de estar “saqueando” los tesoros de la ciudad. Afortunadamente, Manuel II es un hombre humanista que simpatiza con Giovanni, por lo que este es autorizado a marchar de Constantinopla con su preciada carga.

Un préstamo de 50 florines de oro

Durante su segundo viaje a Oriente, del que regresa en 1423 (año en que se instala en Venecia), Giovanni Aurispa consigue recopilar nada menos que 238 manuscritos. Al menos, así lo asegura en una carta a Ambrosius Traversarius, uno de sus colegas humanistas. Entre los autores que ha conseguido traer a Europa encontramos a Platón, Plotino y Proclo.

Desconocemos cuánto pagó Aurispa por semejante número de manuscritos ni si se arruinó con ello, pero lo cierto es que se sabe, a través de Traversarius, que el coleccionista contactó con Lorenzo de Medici el Viejo (1395-1440) para que le prestara de 50 florines de oro. Algunas fuentes aseguran que el préstamo sirvió para rescatar su enorme colección, que Aurispa había tenido que empeñar para pagarse el pasaje de regreso a Europa. Sea como fuere, en 1425 encontramos al humanista instalado en Florencia, a la que llega con su colección de tesoros clásicos a cuestas.

Es muy que probable que el verdadero motivo que impulsó a Lorenzo el Viejo a facilitar los florines a Aurispa fuera atraerlo a su corte florentina (a él y a su espléndida colección, por supuesto). La ciudad toscana se estaba erigiendo como cabecera del naciente humanismo, y una biblioteca tan espléndida como la recopilada por Aurispa merecía ubicarse en la ciudad. Giovanni consigue, pues, una cátedra de estudios de griego. Pero dos años después, en 1427, se ve obligado a huir de la ciudad, asustado por las pugnas entre la familia Medici y los Albizzi, que se hallaban en plena lucha por el poder en Florencia.

El gran descubrimiento de Aurispa

Tras marchar de la ciudad florentina, Aurispa guía sus pasos hacia Ferrara, la corte de los Este. Allí, el duque Nicolás de Este contrata al humanista como tutor de su hijo natural, el joven Meliaduse. En esta ciudad, donde por cierto toma los votos sacerdotales, Aurispa se siente por fin como en casa. De hecho, está documentado que rechazó la oferta de trasladarse a Nápoles que Alfonso V el Magnánimo, atraído por su saber, le hizo a través de Antonio Beccadelli Il Panormita, otro de los grandes humanistas de la época.

Giovanni Aurispa pasa varios años, pues, al lado de Meliaduse. Cuando se proclama el Concilio de Basilea (1431), con el objetivo de negociar una posible unión con la Iglesia Ortodoxa de Oriente, el preceptor acompaña a su antiguo alumno, entonces convertido en abad, hasta Maguncia. El Concilio se alargó enormemente y cambió varias veces de sede (Ferrara en 1438, Florencia en 1439 y, finalmente, Roma en 1445), pero la estancia en Maguncia fue fecunda para Aurispa, puesto que en un monasterio de la localidad se topó nada menos que con la última copia que quedaba de los Panegíricos Latinos. Estos textos eran una recopilación de escritos de diversos autores latinos dirigidos a algunos emperadores romanos. Excitadísimo con semejante hallazgo, Aurispa declaró en una carta que el discurso que Plinio el Joven había dedicado al emperador Trajano era lo mejor que había tenido la suerte de leer. Sin duda, el descubrimiento de esta copia perdida de los Panegíricos fue el mayor logro de la carrera humanística de Giovanni Aurispa.

Últimos años y muerte

El Papa Eugenio IV, asistente al Concilio, se fijó en Aurispa y lo invitó a Roma para ejercer como secretario apostólico. El sucesor, Tommaso Parentucelli (que se ciñó la mitra papal con el nombre de Nicolás V) lo mantuvo en el cargo, admirado, igual que su predecesor, de la cultura humanística de Aurispa. No hay que olvidar que el mismo Nicolás V había proyectado una enorme biblioteca en Roma, que emulara, o incluso superara, a la legendaria biblioteca de Alejandría. Por fuerza, la insigne colección de manuscritos y el profundo conocimiento de griego que poseía Aurispa tenían que asombrarle.

La prueba de que Ferrara se había convertido en el hogar soñado del inquieto Aurispa la tenemos en que, en 1450, ya anciano, se retira definitivamente a la ciudad de los duques de Este. Allí, en 1459, a la nada desdeñable edad de 83 años, fallece Giovanni Aurispa, el humanista que recopiló una de las mayores colecciones de clásicos y que sirvió de inspiración a los humanistas del Quattrocento.

  • Álvarez, J. (2022). Giovanni Aurispa, el humanista al que debemos la conservación de la mayor parte de los textos clásicos grecolatinos. La Brújula Verde.
  • Bigi, E. (1962). Dizionario Biografico degli Italiani, volumen 4.
  • Celenza, C.S. (2001). Piety and Pythagoras in Renaissance Florence. The symbolum Nesianum, ed. Brill.
  • Kraye, J. (1998). Introducción al humanismo renacentista, Cambridge Universtity Press.

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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