Gregorio Torres Quintero ha sido una de las más grandes figuras de la pedagogía mexicana. Su labor en materia educativa, especialmente con su innovador método onomatopéyico, le valieron el reconocimiento de toda la sociedad mexicana de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Además de maestro, fue político, poeta, orador, historiador y un prolífico escritor de obras, tanto de pedagogía como de historia, que han servido para no solo enseñar mejor la historia de su país, sino también mejorar la forma en cómo aprenden los alumnos.
A continuación nos adentraremos en la vida de este educador, pensador y político a través de una biografía de Gregorio Torres Quintero, “maestro Goyito” para sus alumnos, quien hizo del México de su tiempo un país muy actualizado en materias de educación y cultura.
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Breve biografía de Gregorio Torres Quintero
Gregorio Torres Quintero, cariñosamente llamado por sus alumnos como “maestro Goyito”, es una figura muy importante en la historia de México, tanto que se encuentra en la Rotoda de los Hombres Ilustres de ese país. Fue profesor, pedagogo, político, historiador y escritor y su ansia por conocer cómo se enseñaba en el extranjero hizo que se conviertera en uno de los principales motivadores de varias reformas educativas, brindando innovación al país latinoamericano.
Era firme defensor de que los libros no eran un sustituto de la figura del profesor. El docente, por medio de su trabajo, ayuda a los estudiantes a aprender el contenido, el cual debe ser adaptado según su edad puesto que, de acuerdo con Torres Quintero, uno de los errores de la enseñanza de su época era el pensar que los niños y niñas aprenden como los adultos. Además, opinaba que si lo que se les enseñaba se limitaba a memorizar datos, fechas y batallas, poco iban a aprender los alumnos.
Primeros años
Gregorio Torres Quintero nació en Las Palmas, en el mexicano estado de Colima el 25 de mayo de 1866. Fue el hijo de un humilde zapatero de nombre Ramón Torres de quien se cuenta que llegó a Colima huyendo de un sacerdote al que había herido tras haber embarazado a sus hermanas. El padre de Gregorio tuvo que huir de Los Reyes, Michoacán, yendo sin rumbo definido por todo México hasta llegar a Colima y tener ahí a su hijo.
El joven Gregorio realizó sus estudios en el Liceo de Varones de Colina y se tituló como preceptor en el año 1883, empezando la profesión de maestro con tan solo 17 años. Tras impartir clases en las escuelas de su estado natal durante cuatro años, en 1888 fue becado para estudiar en la Escuela Nacional de Maestros de la que se graduaría en 1891. En esta época conocería a Enrique C. Rébsamen, un educador mexicano de quien sería discípulo.
Regreso a Colima
En 1892 regresó a Colima y fundó la Escuela Modelo de enseñanza de primaria, normal y perceptores. Con el paso del tiempo llegaría a ser el director de la Escuela Porfirio Díaz y, después, conseguiría ser jefe de la Sección de Educación y Beneficencia de la Secretaría de Gobierno, e inspector de los establecimientos de enseñanza en todo el estado de Colima. Ejerciendo este cargo aplicó una serie de medidas educativas, la Reforma Escolar Colimense, las cuales le hicieron ser muy conocido en su país.
El siglo XIX había sido una etapa de profundas y grandes transformaciones educativas en el estado de Colima, implantándose cambios en la perspectiva docente. Se pasó de las doctrinas tradicionales lancasterianas a una reforma escolar en donde el docente era considerado como figura clave del aprendizaje. La reforma de Torres Quintero era motivada por la necesidad de mejorar el panorama educativo de la región.
El 7 de mayo de 1894, Gregorio Torres Quintero consiguió que el poder ejecutivo promulgara una ley elaborada por él mismo en el que se determinaba que la instrucción pública a partir de ese momento laica, gratuita y obligatoria. Además de hacer de la educación escolar una obligación, la ley abordaba diferentes cuestiones como los programas de enseñanza, los tipos de exámenes, las vacaciones, los premios y castigos y, en definitiva, cómo debían ser organizados los cursos y las escuelas.
Tras la muerte de Rébsamen
Durante el período de 1898 a 1904 Gregorio Torres Quintero trabajó en la Dirección de Instrucción Primaria del Distrito Federal y Territorios. Cambió su cargo al fallecer Enrique Rébsamen en 1904, convirtiéndose en Jefe de la Sección de Instrucción Primaria y Normal de la Sección de Instrucción Pública y Bellas Artes. Torres Quintero y Rébsamen no diferían en cuanto a credo educativo, no obstante, sí que Gregorio era más partidario de la enseñanza objetiva o intuitiva para hacerla más amena y atractiva a los alumnos.
También sería Catedrático de las Escuelas Preparatoria y Normal de Maestros y Consejero de la Secretaría de Educación durante esta época. A partir de 1910 consiguió ejercer como Vicepresidente de la Comisión Nacional de Educación Pública y, un año después, pasaría a ser su presidente. En agosto de 1913 volvió a la docencia, esta vez ejerciendo en la Escuela Nacional Preparatorio y en, también, en la Escuela Nacional de Maestros.
En el año 1916 fue enviado por el gobierno constitucional al estado de Yucatán con el gobernador Salvador Alvarado para encargarse de la Jefatura del Departamento de Educación Pública de la región. Un poco más tarde aprovecharía para visitar los Estados Unidos y estudiar todo lo relacionado con la organización escolar y métodos pedagógicos modernos que eran la última tendencia al norte de la frontera. En 1918 regresó a México capital, dedicándose de nuevo a la redacción de textos escolares.
Últimos años y muerte
Su viaje a Estados Unidos no sería el único que realizaría a lo largo de su vida. Motivado por conocer de primera mano cómo eran las últimas tendencias en educación en todo el mundo decidió viajar a Europa, Asia, Oriente Medio y África durante el período de 1926 y 1928, ya entrado un poco en años.
Apenas unos seis años después de su último viaje fuera de México, Gregorio Torres Quintero murió en la ciudad de México el 28 de enero de 1934, a la edad de 70 años. Dos años más tarde, el 15 de mayo de 1936 fue declarado Benemérito del Estado de Colima y, casi 50 años más tarde, en el 1981, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres por decreto del presidente José López Portillo y Pacheco, santuario en el que son enterrados los personajes más importantes de la historia de México.
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Aportes a la educación mexicana
Entre los méritos de Gregorio Torres Quintero están el ser el creador de la ley de Instrucción Pública de su país. Fue un crítico incansable de los libros de texto del momento y el uso que se les estaba haciendo, puesto que muchos eran quienes los veían como el sustituto perfecto de la figura del maestro; sin embargo, Torres Quintero consideraba que la imagen del docente era fundamental para poder asegurarse de que los alumnos adquirían el conocimiento.
Se mostró en contra de que en la escuela primaria se enseñara una historia filosófica y se redujera la docencia en intentar hacer que los alumnos memorizaran datos, fechas y batallas sin comprender nada. Para combatir esto, Torres Quintero propuso una historia en forma de cuento en la cual la forma de narrarla estimulaba mucho el interés de los niños y niñas, quienes no pueden ser considerados como adultos ni esperar que aprendan cómo los mayores lo hacen. La información que se les enseñe debe estar adaptada. Una de sus máximas más conocidas en torno a esta cuestión es:
- “Cada edad tiene sus rasgos característicos y es indispensable conocerlos y respetarlos, como en biología se respeta a la oruga, al capullo y a la mariposa”.
Otro de sus aportes, muy sonado de hecho en su país natal, es el haber creado un método onomatopéyico para la enseñanza de la lecto-escritura, el cual sigue vigente hoy en día en México. Este se basa en los sonidos naturales para poder conocer las letras, las sílabas y las palabras, además de fomentar la conciencia fonética. Este método, que tomaba mucha inspiración en ideas de Rébsamen, tuvo un papel muy importante en la alfabetización de los mexicanos a principios del siglo XX.
Sus nuevas concepciones en materia de educación atrajeron a una auténtica época dorada para la educación en México, puesto que renovó la pedagogía de su país natal al traer novedosas ideas extranjeras. Colaboró con Justo Sierra y José Vasconcelos, y tomó mucha inspiración del método pedagógico de Maria Montessori. Hizo que México adquiriera los métodos más modernos del momento, se abordaran temas pedagógicos de actualidad y se intentara aprovechar lo máximo la tecnología disponible en educación.
Gregorio Torres Quintero: prolífico escritor
En vida Gregorio Torres Quintero escribió más de 30 libros y artículos sobre temas pedagógicos, históricos, costumbristas y cuentos puesto que además de político y pedagogo, fue también historiador, poeta y orador. Además, colaboró con varias revistas especializadas en el campo de la educación, entre ellas “La Educación Moderna”, “La Educación Contemporánea”, “Yucatán Escolar” y “La Enseñanza Primaria y Educación”.
Entre sus textos y cuentos tenemos:
- La Patria Mexicana
- Elementos de Historia Nacional
- Método Onomatopéyico de gramática y lectura
- El lector infantil mexicano
- El lector enciclopédico mexicano
- Una familia de héroes
- Cuentos colimotes: descripciones, cuentos y sucedidos
- Leyendas aztecas
- Fiestas y costumbres aztecas
Sobre la lengua de México
Un aspecto que podríamos considerar controvertido de Gregorio Torres Quintero tiene que ver con su Ley de Instrucción Rudimentaria, encargada por orden del último secretario de instrucción pública del gobierno de Porfirio Díaz, Jorge Vera Estañol. Esta ley priorizaba la alfabetización y castellanización de todos los mexicanos para hacer del idioma español la lengua nacional de México.
Gregorio Torres Quintero era consciente de la diversidad lingüística del país, siendo los Estados Unidos Mexicanos una tierra llena de lenguas indígenas que todavía se seguían hablando a principios del siglo XIX. Consideraba que eran un obstáculo para la formación del alma nacional, y también pensaba que preservarlas implicaría dificultades económicas, saliendo más a cuenta en su opinión hacer que todos los mexicanos hablaran el español. Opinaba que las lenguas indígenas solo tendrían relevancia para anticuarios y lingüistas.
Esta opinión en la que se muestra partidario de la homogeneización lingüística de México lo llevó a crear una rivalidad con el profesor oaxaqueño Abraham Castellanos, un defensor del plurilingüismo mexicano y de su característica heterogeneidad cultural. Castellanos consideraba que se debían dotar a las escuelas públicas de herramientas propias para aprender el trabajo agrícola y otras labores artesanales, puesto que sería la mejor manera de preparar a los estudiantes a la vida adulta debido a que la economía mexicana dependía mucho de la tierra por aquel entonces.
Referencias bibliográficas
- Torres Quintero, Gregorio (1917). Una familia de héroes. México, CDMX. Edición de autor.
- Muñoz, Rubén Arturo (1977). Enciclopedia de México. Tomo 12. México, CDMX., pp. 195-196.
- Hernández Corona, G. (2004). Gregorio Torres Quintero: Su vida y su obra (1866-1934), Universidad de Colima (2004). ISBN 970-692-153-2.