La ciencia cada vez nos deja más claro que la infancia es un período esencial en el desarrollo emocional de las personas.
Por eso, no es de extrañar que los eventos traumáticos experimentados en esta etapa tengan un impacto significativo en la salud mental a lo largo de la vida, siendo la ansiedad uno de los trastornos que con más probabilidad puedan surgir como resultado.
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El vínculo entre el trauma infantil y los problemas de ansiedad
Cualquier evento que provoque un efecto desestabilizador en el desarrollo emocional del niño puede afectar a la forma en la que luego se va a enfrentar al mundo y en la manera en cómo va a relacionarse con los demás.
Por otra parte, la ansiedad surge como una respuesta natural del organismo ante situaciones de amenaza. Su papel es fundamental en la supervivencia humana, ya que nos sirve para evitar o enfrentarnos a los peligros que puedan surgir.
El problema surge cuando este fenómeno se vuelve crónico o desproporcionado con respecto a las situaciones reales.
Veamos el porqué las experiencias traumáticas en la infancia contribuyen al desarrollo de ansiedad en la vida adulta:
1. Sobreactivación de su sistema nervioso
En primer lugar, cuando el niño vivió situaciones difíciles, se produjo una sobreactivación de su sistema nervioso, provocando una respuesta de lucha, huida o bloqueo, de forma más intensa ante situaciones estresantes. Esto se va a traducir en una mayor sensibilidad al estrés en la vida adulta.
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2. La interiorización del problema
En segundo lugar, los niños son “esponjas” que absorben las conductas de los adultos que los rodean. Si en su entorno los adultos se expresaban a través de gritos o manifestaciones físicas violentas, generadoras de tensión, es muy probable que estas respuestas emocionales se aprendan y repitan en la vida adulta, aumentando las posibilidades de sufrir estrés y ansiedad.
3. Problemas emocionales
En tercer lugar, cuando hay traumas infantiles el niño va a tener dificultades para regular y expresar sus emociones, lo que va a dificultar que pueda lidiar con el estrés de una forma óptima. Es muy probable que esto persista en la vida adulta y dé lugar al desarrollo de trastornos de ansiedad.
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4. Efecto bola de nieve
Por último, los traumas pueden aumentar la vulnerabilidad a desarrollar problemas de salud mental, íntimamente relacionados con la ansiedad.
Un ejemplo
Es lo que le ocurrió a Lucía, que tuvo su primer ataque de ansiedad en un centro comercial abarrotado, un día antes de las vacaciones de Navidad en su primer año de universidad.
De repente Lucía sintió una creciente sensación de nerviosismo. Su corazón latía rápidamente. Los ruidos le empezaron a parecer más fuertes; las luces más brillantes y borrosas. Sintió una tremenda dificultad para respirar. Sus piernas temblaban y no paraba de sudar.
Su mente se llenó de pensamientos negativos y catastrofistas: creía que iba a morir de un infarto fulminante.
Por fin pudo salir de allí y refugiarse dentro de su coche. Entonces, con mucho nerviosismo, llamó a su amigo Antonio, que era psicólogo. Él le explicó que estaba sufriendo un ataque de ansiedad y le dio unas pautas para que pudiera resolverlo sin tener que acudir a un centro de salud.
Pocos días después quedaron para hablar. Ella le contó que ya desde su adolescencia, sentía una opresión continua en el pecho. Vivía en modo “alerta”, pensando que algo malo podría ocurrir en cualquier momento. Pero nada fue similar a aquello.
Aconsejada por él, Lucía decidió asistir a terapia, donde pudo descubrir que había sido testigo de maltrato físico y psicológico por parte de sus padres durante toda la infancia y adolescencia.
Sus padres tras muchos años de disputas, decidieron separarse cuando ella tenía diez años. No fue lo que se dice una separación amistosa, todo lo contrario.
Su adolescencia transcurrió conn una sensación de miedo constante y una sensación de peligro inminente en su vida cotidiana.
Toda su historia infantil impactó de forma profunda en su desarrollo emocional y su forma de percibir el mundo, que ella veía como un sitio hostil y peligroso, incluso sin vivir ya aquellas situaciones conflictivas que recordó de su infancia. La terapia le permitió explorar más a fondo la relación entre su miedo infantil y su ansiedad actual, hasta que de forma paulatina fue desapareciendo.
Para concluir...
A día de hoy, hay evidencia científica sólida que respalda que una infancia traumática está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad en la vida adulta.
Por ejemplo, distintos organismos como la APA (Asociación Americana de Psicología) han recopilado una amplia investigación que respalda que el abuso, la negligencia y la exposición a eventos traumáticos en la infancia aumentan la probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad a lo largo de la vida adulta.
Es importante destacar que el abordaje de la ansiedad relacionada con traumas infantiles requiere de una terapia centrada en el trauma, que ayude a procesar y superar las experiencias traumáticas.
Marisa Grueso López
Marisa Grueso López
Psicóloga y Psicoanalista
Para que la ansiedad pueda desaparecer de una vez por todas es necesario ir a la raíz del problema, pues como decía el psicoanalista C.G. Jung: “No podemos cambiar nada sin antes comprender”.