¿Qué es la cleptomanía? Debido a que con frecuencia la información errada, los clichés de la televisión y el cine y la estigmatización de quienes ignoran la seriedad de este trastorno; los pacientes con cleptomanía han sido un blanco fácil durante décadas, no solo siendo objeto de burlas y prejuicios sino también de injustas batallas legales en contra de ellos.
Esto, con el paso del tiempo solo ha hecho reafirmar que existe un profundo desconocimiento respecto a este trastorno. Es por ello que en el día de hoy, nos hemos propuesto desmentir algunos de los mitos más difundidos sobre los cleptómanos.
¿Qué es la cleptomanía?
Sin embargo, es menester aclarar desde el principio en qué consiste exactamente esta enfermedad. La cleptomanía está catalogada por el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (en su cuarta edición) como un trastorno perteneciente al grupo de los trastornos del control de impulsos y cuya característica principal consiste en la dificultad recurrente para controlar los impulsos por robar.
El cleptómano presenta con frecuencia un impulso incontrolable por robar cosas que no necesita. Entre los componentes fundamentales de quienes adolecen este trastorno se incluyen pensamientos recurrentes de intrusión, la sensación de impotencia que les empuja a perpetrar el hurto y un sentimiento de liberación de presión y de cierta euforia después de haber cometido el robo.
Criterios diagnósticos de la cleptomanía
Asimismo, el DSM-IV también nos brinda los criterios de diagnóstico para esta enfermedad entre los cuales se encuentran los siguientes:
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Dificultad habitual para gestionar y controlar los impulsos de cometer hurto incluso en objetos y bienes que no son indispensables para su uso personal o por su valor económico.
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Sensación de incertidumbre y tensión en los momentos previos cometer el hurto.
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Bienestar, sensación de euforia y éxito en el momento de perpetrar el robo.
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El hurto no tiene una motivación colérica ni tampoco es una respuesta a un trastorno delirante o a alucinaciones de fondo.
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El hurto no se explica por la presencia de un trastorno disocial, un trastorno antisocial de la personalidad o un episodio maníaco.
Comorbilidad
Las personas diagnosticadas con cleptomanía tienen frecuentemente otros tipos de trastornos que influyen negativamente en su estado de ánimo. La comorbilidad de la cleptomanía es variada, pero los trastornos más habituales son: la ansiedad, problemas relacionados con la alimentación o también dentro del mismo grupo de control de impulsos.
También es importante aclarar que suelen catalogarse los cleptómanos dentro de tres grupos, siendo éstos: los cleptómanos esporádicos, entre quienes el tiempo entre robo y robo ocurre en intervalos muy largos; los cleptómanos episódicos, en cuyo caso los robos se cometen de manera más frecuente pero en el que existen ciertos periodos de “descanso” y los cleptómanos crónicos, quienes roban de manera latente y continua hasta el punto en el que esta actividad constituye un problema severo para la persona e irrumpe con sus actividades cotidianas.
Desmontando mitos
Entre los mitos que más frecuentemente se relacionan a esta enfermedad y a quienes la padecen, hallamos los siguientes:
Mito 1: Sienten placer por robar y son incapaces de sentir culpa
El cleptómano experimenta un cúmulo de emociones negativas y cierto aumento de tensión interna antes de robar un objeto, por lo que siente que solo hurtando podrá aliviar dicho malestar. Si bien es cierto que está presente este sentimiento de alivio de la tensión tras llevar a cabo el acto, la sensación es diferente a la del placer, porque suele ir acompañada de un latente sentimiento de culpa posterior al acto. Dicho de otra forma, se mitiga la ansiedad y la tensión interna (creciente en los instantes previos al acto) a través del hurto.
Mito 2: Robarán siempre que tenga oportunidad y son incurables
Tal como hemos mencionado anteriormente, la cantidad de robos que cometerá una persona con esta condición variará en calidad del tipo de cleptómano que sea (episódico, esporádico o crónico). Además, es importante recalcar que los cleptómanos solo cometen hurtos como respuesta a un incremento de ansiedad y tensión anterior, por lo que es falsa la creencia de que son capaces de robar todo si tienen la oportunidad de hacerlo. Respecto al tratamiento, diversas terapias (especialmente conductuales) han demostrado muy buenos resultados a la hora de mitigar la ansiedad anterior al acto y, con ello, eliminando la necesidad de hurtar.
Mito 3: Los robos de los cleptómanos van en escalada y son ladrones profesionales
Cuando los cleptómanos roban, únicamente están respondiendo a un impulso interior. Es por ello que no comparten característica alguna con los ladrones “comunes” más allá del hecho de robar, por lo que no son capaces de premeditar o planificar sus hurtos, sencillamente lo hacen ocasionalmente. Por esta misma razón, sus robos no van en escalada, como por ejemplo los de criminales de carrera que pasaron por un proceso evolutivo criminal (verbigracia, que hayan empezado robando una cartera, luego asaltaron una tienda, luego un banco, etc.). Los cleptómanos no se profesionalizan en lo que hacen, sencillamente lo hacen. Es cierto que encontraran la mejor oportunidad para hacerlo, pero en ningún momento esto pretende ser para ellos su modus vivendi (la manera con la que se ganan la vida) ya que, para ellos, robar no conlleva ningún beneficio lucrativo.
Mito 5: Son perfectamente capaces de controlar su deseo de robar pero no quieren
Completamente falso. Los cleptómanos son capaces de entender el acto de robar está mal, pero sencillamente no pueden controlar su necesidad por hurtar cosas. Para ellos es tan necesario cometer el acto de robar como el de un ludópata a apostar. Es por ello que en ocasiones se debate si debe ser catalogado como parte del trastorno obsesivo-compulsivo.
Mito 6: Son locos/desviados/enajenados mentales
Ni locos, ni enajenados: son perfectamente capaces de valerse por sí mismos, ya que no tienen características de tipo delirante ni paranoico, por lo que comprenden perfectamente la realidad. En ocasiones, es cierto que el acto de robar puede interferir con sus actividades cotidianas (como en el caso de los cleptómanos crónicos), pero un correcto tratamiento puede reconducir la situación y proporcionarles una vida completamente normal.
Diferencias del cleptómano con el ladrón común
A continuación enmarcamos algunas de las diferencias que tienen los cleptómanos en relación con los ladrones comunes.
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Mientras que los ladrones comunes cometen sus actos por convicción propia, el cleptómano responde a un impulso interior, por lo que este último no comete sus actos con libre albedrío.
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Comúnmente, en los ladrones se hallan algunos rasgos psicopáticos leves (por ejemplo, necesidad de satisfacer de manera inmediata sus pulsiones, egocentrismo, perversidad, etc.) mientras que en los cleptómanos no hay rasgos de algunas de las anteriores características.
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Los ladrones buscan, generalmente, lucrarse con los bienes que hurtan; los cleptómanos no. Asimismo, mientras que los ladrones comunes roban los bienes que consideran de mayor valor, los cleptómanos solo se ven motivados por el acto de robar en sí mismo, y no hacen juicios de valor monetario sobre los bienes que hurtan.
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Dentro del distorsionado esquema de valores de un ladrón, lo que hace está bien o es “justo”. Un cleptómano, sin embargo, sabe que lo que hace no está bien pero le es muy difícil controlarlo.
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El ladrón no suele tener remordimientos (o más específicamente sí, pero mitiga este con intrincados mecanismos de defensa) mientras que al cleptómano, tan pronto consuma el acto, lo invaden enormes cantidades de culpa y angustia.
¿Qué terapias pueden ayudar a un cleptómano?
Las terapias actuales que pretenden difuminar los impulsos por robar en los cleptómanos pueden ser farmacológicos y/o comportamentales. En muchas ocasiones se suministran antidepresivos con el objetivo de regular los niveles de serotonina liberados por el sujeto a la hora de cometer el acto.
Como comentábamos anteriormente, dentro de los trabajos psicoterapéuticos más eficaces para los cleptómanos se encuentran las terapias conductuales con énfasis en lo cognitivo. Este tipo de terapia logra un adecuado desarrollo en sus actividades cotidianas. Por otra parte, algunos psicoanalistas refieren que las verdaderas causas del robo compulsivo se centran en malestares reprimidos inconscientemente durante la primera infancia. También se aconseja que quienes padezcan este trastorno compartan con un tercero sus experiencias, sensaciones y pensamientos, de modo que esta persona de confianza ejerza un papel de “vigilante”.