Dejar nuestra ciudad natal, ya sea por propia voluntad o porque nos vemos obligados, no es fácil incluso dejando de lado el proceso burocrático que comporta, aunque sepamos que el propósito del cambio es aumentar nuestra calidad de vida. La existencia del duelo migratorio es la mejor muestra de ello.
Se entiende por duelo migratorio una sensación de pérdida y malestar cuando el sujeto emigra para establecerse en otro lugar. Los síntomas que aparecen son similares a los presentados cuando perdemos a un ser querido, como podría ser tristeza, problemas para dormir y comer o dificultad para concentrarse. De igual modo, para lograr superar la pérdida es necesario pasar por un proceso de duelo constituido por distintas etapas.
En este artículo conocerás mejor cómo gestionar el duelo migratorio adoptando estrategias psicológicamente eficaces.
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¿Qué es el duelo migratorio?
Es fácil intuir cómo se define el concepto si valoramos los dos términos que lo forman. Por duelo entendemos la sensación, estado, que aparece ante una situación de pérdida, cada sujeto lo vivirá de distinto modo, pudiéndose presentar diferentes síntomas tanto físicos como emocionales. Si nos centramos en el segundo término migratorio, este se utiliza cuando un individuo deja su lugar de residencia para establecerse en otro.
De este modo, duelo migratorio hace referencia a la sensación de pérdida, de malestar que surge en algunos individuos después abandonar su lugar de procedencia. Y es que las causas para tomar la decisión de partir e irse a otro país pueden ser muy variadas, teniendo casi siempre el objetivo de vivir mejor en la nueva ciudad, pero pese a conseguir mejor calidad de vida puede aparecer en el sujeto la sensación de añoranza, de echar de menos, a su ciudad de origen... o incluso otra clase de alteraciones emocionales más intensas y cualitativamente distintas a la experiencia de echar de menos lo que esa persona deja atrás.
Además, si nos hemos visto obligados a irnos a causa de un contexto de mucha precariedad económica o huyendo de una guerra o un proceso de persecución a minorías, la experiencia puede resultar más traumática, tanto por los recuerdos asociados a ese proceso de emigración, como por la certeza de que no se cuenta con la opción de volver fácilmente y en cualquier momento al lugar del que se ha venido si las cosas se tuercen en el país de acogida.
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Principales características del duelo migratorio
Este tipo de duelo presenta características básicas de cualquier proceso de duelo. Pero también muestra algunas variables distintivas que lo hacen diferente, como el tratarse de un duelo múltiple, el periodo de aparición de síntomas, y el considerase un duelo parcial o un duelo recurrente.
Cuando referimos que es un duelo múltiple queremos decir que la entidad que causa la sensación de pérdida puede ser más de una a la vez: por ejemplo, la cultura, el idioma, la familia, los amigos, la comida… Al tratarse de un sentimiento hacia un espacio o unas personas que realmente no ha dejado de existir o de vivir (solo nos hemos alejado de esos elementos), se considera un duelo parcial, pudiendo presentarse sensaciones y deseos contradictorios, o incluso aparece la culpa por sentirnos vulnerables psicológicamente ante un problema que no identificamos con facilidad, lo cual nos hace sentir mal con nosotros mismos por considerarnos, erróneamente, "demasiado flojos" o "débiles".
Por otra parte, también supone un duelo recurrente, puesto que hay distintas acciones, situaciones… que pueden hacer que el sujeto vuelva a recaer en la sensación de pérdida, como por ejemplo hablar con su madre por videollamada, ver imágenes del hogar en la infancia, oír hablar o ir unos días de visita y ver cómo los amigos han envejecido...
Finalmente, es habitual que este malestar o vivencia de pérdida aparezca un tiempo después de que esta se dé, dado que normalmente los primeros meses posteriores al traslado el sujeto se encuentra ocupado con trámites, en establecerse o con otras tareas que lo mantienen distraído, es por esta razón que este duelo también se conoce como “mal de los 6 meses”.
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Síntomas del duelo migratorio
Como ya hemos visto, este tipo de duelo puede mostrar variables similares a otros procesos de pérdida. A continuación veremos algunos de ellos para que puedas identificarlos a tiempo si te encuentras en esta situación y prevenir afectaciones mayores.
- Estás la mayor parte del tiempo y la mayoría de días triste.
- Sientes rabia, estás continuamente quejándote, del nuevo lugar de residencia.
- Te sientes solo/a y notas que no tienes a las personas que consideras importantes a tu lado.
- No haces nada más que trabajar y no te sientes adaptado a la nueva ciudad.
- Sientes que has traicionado o abandonado a las personas de tu entorno o te sientes perdido.
- Estás sin saber cómo actuar en la nueva ciudad.
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Etapas del duelo migratorio
Del mismo modo que sucede ante la muerte de un ser querido, el sujeto pasa por distintas etapas antes de lograr superar la pérdida. Aun así, hay que tener en cuenta que no todas las fases se presentan igual en todos los individuos ni es necesario que siempre aparezcan todas. También es posible retroceder, ya que, como hemos dicho antes, la sensación de duelo es recurrente.
La primera fase que se puede producir consiste en la negación del duelo migratorio, el sujeto hace como si nada, como si la pérdida no hubiera sucedido o no hace por adaptarse al nuevo sitio; posteriormente se puede dar la fase de racionalidad de la situación donde el individuo toma conciencia de la pérdida que supone esta y que necesita para adaptarse.
La migración también puede derivar en una fase de enfado por haber tomado la decisión de migrar y rabia por cómo están yendo las cosas, es difícil adaptarse. Será fundamental controlar esta frase para que no se complique impidiendo tener una buena experiencia en el nuevo lugar.
Otra fase que puede aparecer en el proceso es la sensación de miedo; este es normal en pequeñas cantidades dado que nos permite mantenernos alerta y estar preparados ante imprevistos, pero si este es muy intenso, irracional, puede afectar a nuestro funcionamiento, haciendo que dejemos de actuar, de hacer cosas y de cumplir nuestros objetivos por miedo a qué puede pasar. Esta vivencia de miedo puede darse previa, durante o después de la migración.
La siguiente fase consiste en la aceptación tanto emocional como cognitiva de la pérdida. Una vez hemos aceptado la pérdida es más fácil ver con perspectiva cómo nos sentimos y hacer un balance de lo que nos ha hecho daño y de todo lo que hemos aprendido y lo bueno que ha supuesto el cambio. Esta es la única manera de vincular de manera próspera la vida anterior con la actual, sin tener que rechazar ninguna de las dos.
Finalmente, si hemos superado las distintas fases y hemos aceptado la situación, la última etapa suele consistir en la creación de nuevos vínculos, relaciones, para empezar de manera óptima una nueva vida. En algunos casos, se ha observado que el individuo, una vez adaptado a la nueva cultura, puede rechazar la suya propia, la de procedencia, aunque esta conducta no es la más frecuente.
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Cómo afrontar de forma favorable el duelo migratorio
Ahora que conocemos las distintas etapas por las que podemos pasar durante el duelo migratorio, es útil conocer qué estrategias o técnicas nos pueden ayudar a que estas sucedan de manera más favorable y repercutan menos en nuestra funcionalidad.
1. Plantéate la situación como un modo de desarrollo y crecimiento
Esta estrategia se vincula al conocido dicho de “ver el vaso medio lleno o medio vacío”, es decir que depende de cómo vemos la situación o qué perspectiva tomemos podrá ser más o menos fácil aceptarla. Así pues si la contemplamos como una oportunidad para crecer y aprender cosas nuevas, será menos difícil adaptarnos a ella y superar antes el duelo.
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2. Mantén expectativas realistas
Es verdad que el objetivo principal de la migración es conseguir una mayor calidad de vida, pero no debemos idealizar el país al que vamos, ya que de este modo será muy poco probable, por no decir imposible, lograr nuestras expectativas, aumentando así la posibilidad de sentirse decepcionado o triste.
3. Permítete sentir
Como en todo proceso para poder superarlo es necesario no evitar o negar lo que sientes, aunque en el momento nos cueste, es mejor que nos permitamos sentir miedo, tristeza… para poder empezar a trabajar con ellos y poder colocarlo de forma correcta en nuestra vida. Ante una situación de cambio de vivienda, de país, es normal sentir miedo, es una sensación por la que debemos pasar para lograr una buena adaptación.
4. No te aísles
Intenta conocer gente, dado que tener apoyo social favorece un mejor proceso y una mejor adaptación y conocimiento de la cultura del lugar de acogida. Asimismo si coincides con sujetos que también emigraron de otro país, te pueden servir sus consejos de cómo superaron el proceso y sentir que no eres el único en esta situación.
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5. Tómate el tiempo necesario
Cada persona necesita un periodo distinto para adaptarse a la nueva situación, tómate el tiempo que necesites y no sientas presión por estar bien, ya que si intentas acelerar el proceso es probable que no consigas superarlo de manera correcta.
Psicóloga Desirée Infante
Psicóloga Desirée Infante
Psicologia y neuropsicologia
6. Busca ayuda profesional
Si notas que la situación te supera y sientes un gran malestar que repercute en tu vida cotidiana o en tu funcionalidad, es recomendable que busques ayuda profesional en la psicoterapia. De este modo lograrás una intervención más adaptada a tus características, con un apoyo más cercano y realizado por alguien que sabe cómo actuar de manera eficaz en esta situación.
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