En este artículo veremos una explicación breve y sencilla sobre qué es la depresión y qué puedes hacer para afrontarla.
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Distinguiendo entre depresión y tristeza
Lo primero será repasar las diferencias entre la depresión y la tristeza.
La tristeza es una de las emociones básicas y nos ayuda a adaptarnos al medio, es natural al ser humano y saludable ante una situación en la que hemos perdido algo o de alguien.
Cuando la tristeza perdura en el tiempo y aumenta progresivamente en intensidad, resulta patológica, y ya no es adaptativa, natural y sana, ya estaríamos hablando de depresión.
Pero hay una buena noticia: la depresión es un problema que en buena parte se basa en conductas aprendidas. Solo en pocas ocasiones puede ser causado por un problema biológico, por un desequilibrio de los neurotransmisores, y al ser un aprendizaje, podemos modificarlo.
Síntomas
Los síntomas depresivos son comportamientos que aparecen en todos los ámbitos del entorno del ser humano. Así, estarán presentes en las áreas familiar laboral y social. Resulta muy habitual que estos síntomas se valoren como si fueran parte de otras enfermedades. La persona que tiene depresión puede llegar a tener dolores, cansancio, falta de energía, problemas en la ingesta de alimentos, en el sueño, en la digestión de la comida…
Existen tres tipos de síntomas o señales:
- De lo que pensamos (cogniciones),
- De lo que sentimos (emociones).
- De lo que hacemos (conducta).
En psicología sabemos que cuando sufrimos depresión tenemos lo que llamamos la tríada depresiva. Esta aparece cuando hay pensamientos y una visión negativa de uno mismo, del propio entorno y de lo que está por llegar.
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¿Cómmo afrontar la depresión?
Veamos ahora las causas y cómo enfrentar la depresión.
1. Falta de ganas
Una causa es no tener incentivos, no se tiene ganas de hacer nada y aparece la apatía. Lo que se puede hacer entonces es no esperar a tener ganas de hacer algo. La motivación, en definitiva, es tener motivos; no ganas. Por ello hay que intentar hacer aquello que queremos, aunque no tengamos ganas. En este caso, si hay motivos para moverse, todo lo demás no importa; el deseo de hacerlo ya llegará después, cuando nos hayamos habituado a ese nivel de energía y de actividad. Algo que creo que es muy importante es recordar este sencillo principio: ante de la depresión, acción.
El sesgo pesimista
Otra causa son los pensamientos negativos. Este tipo de pensamientos son inherentes al ser humano, todos los tenemos; el problema es cuando les damos mucha importancia. De este modo, podemos llegar a tener lo que llamamos una visión en túnel.
Ponte las manos tal y como ves en la fotografía. ¿Qué es lo que ves? Solo ves en una dirección, y es una dirección negativa. Lo que tenemos que hacer es abrir ese túnel, llegar a tener otra perspectiva. En la medida en la que tienes otra perspectiva ves otras cosas y no solo te centras en lo negativo. Por ello, parte de lo que implica afrontar la depresión consiste en practicar la habilidad de no dar tanta importancia a los pensamientos negativos.
3. Evitar la indefensión aprendida
Una tercera causa sería lo que llamamos en psicología indefensión aprendida. Para que me entiendas de manera sencilla, la indefensión aprendida aparece cuando hacemos repetidas veces algo, no lo conseguimos, y nos damos por vencidos, nos rendimos. Para no entrar en la indefensión aprendida que es la antesala de la depresión es necesario aprender a aceptar la parte injusta de la vida que nos ha tocado. En la vida vamos a encontrar con cosas por las que vamos a pelear y no vamos a conseguir. En la medida en que seamos capaces de aceptar que hay objetivos a los que no llegaremos aunque luchemos por ellos, estaremos protegidos contra la indefensión aprendida.