El derrame cerebral es conocido con muchos otros nombres: accidente cerebral, apoplejía, ataque cerebral o infarto cerebral; y es temido por cualquier persona, indistintamente de cómo se etiquete.
La causa de este temor es que los efectos de un derrame cerebral pueden ser fatales para la persona, yendo desde la aparición cualquier tipo de discapacidad hasta la muerte. Para hacerse una idea, los derrames cerebrales constituyen la tercera causa de muerte en la parte occidental del mundo.
De ahí que sea tan sumamente importante conocer en qué consisten y cuáles son sus primeros síntomas, para así evitar cualquier mal mayor en la persona.
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¿Qué es un derrame cerebral? Definición
Un derrame cerebral consiste en la interrupción del flujo de sangre que llega al cerebro debido a un vaso sanguíneo bloqueado o roto. Esta suspensión de irrigación de sangre en el cerebro hace que las neuronas no reciban el oxígeno suficiente y empiecen a morir.
Si tenemos en cuenta que el cerebro es el responsable del funcionamiento de todo lo que la persona hace: andar, pensar, hablar, moverse, y hasta respirar, esta puede terminar con algún tipo de incapacidad; llegando a causar daños permanentes en el cerebro o incluso la muerte si dicho derrame cerebral no se detecta a tiempo.
Pueden diferenciarse dos tipos de derrame cerebral:
1. Derrame isquémico
Debido a la formación de placas ateroscleróticas que en los vasos arteriales que inyectan sangre en el cerebro impidiendo el paso de esta. Otras veces, esta pausa en el flujo sanguíneo es producida por un coágulo de sangre con un tamaño más grande de lo habitual.
2. Derrame hemorrágico
En este tipo de accidente cerebrovascular la rotura de un vaso sanguíneo del cerebro, y el consecuente derrame de la sangre por este, ocasiona una hemorragia intracraneal que también puede afectar a las membranas que envuelven el cerebro y a las meninges.
Causas y factores de riesgo
Existen tres motivos principales que ocasionan derrame cerebral:
1. Obstrucción de las arterias por un coágulo o por endurecimiento: proclives en personas con arteriosclerosis, diabetes, altos niveles de colesterol o hipertensión.
2. Obstrucción debido a una embolia cerebral: en este tipo de accidente un coágulo de sangre, perteneciente a cualquiera zona del cuerpo, viaja por este hasta encontrarse con una arteria estrecha donde se queda encallado.
3. Hemorragia intracraneal causada por rotura, rotura por endurecimientos o congestión de los vasos sanguíneos, también llamado aneurisma, o por hipertensión.
A pesar de que muchas de estas causas van asociadas a diversas enfermedades con riesgo de accidente cerebrovascular, existen factores de riesgo, algunos de ellos evitables, por lo que una persona aparentemente sana puede sufrir cualquiera de los tipos de derrame cerebral.
Factores de riesgo inalterables
Estos factores de riesgo son imposibles de controlar o modificar por la persona. Estos son:
- Genética: si existen antecedentes familiares de accidente cerebrovascular esta persona puede ser más propensa a sufrir uno.
- Edad: las personas de edad más avanzada son más proclives a sufrir un derrame cerebral.
- Sexo: los hombres son generalmente más propensos que las mujeres a sufrir uno de estas apoplejías.
- Nacer con un corazón más frágil de lo habitual o tener un frecuencia cardíaca alterada.
- Primeros meses tras el embarazo: las mujeres que acaban de dar a luz pueden ser más propensas a sufrir un derrame tras los primeros meses.
Factores de riesgo controlables
Sin embargo existen otros elementos que también influyen a la hora de sufrir un incidente cardiovascular pero que sí se pueden modificar o dominar:
- Inactividad física: ejercitarse físicamente de forma habitual disminuye la probabilidad de derrame
- Altos niveles de colesterol: la posibilidad de sufrir un derrame cerebral aumenta cuando los niveles de colesterol en sangre pasan los 240 mg/dL
- Obesidad
- Ansiedad o estrés
- Tabaco
Síntomas
La mala fama y el temor a los derrames cerebrales viene, además de por las consecuencias que este puede llegar a tener, porque en muchos casos los síntomas aparecen de manera repentina, llegando la persona a no percibir ninguno de ellos y por lo tanto no darse cuenta de que está sufriendo un accidente cerebrovascular.
Los síntomas que habitualmente advierten de un derrame son:
- Cefalea intensa sin causa aparente
- Confusión y dificultades en el habla
- Pérdida de visión en uno o ambos ojos
- Adormecimiento o debilidad en el rostro, brazos y piernas (sobretodo a un solo lado del cuerpo)
- Vértigos, mareos y pérdida de equilibrio o coordinación
Prueba FAST de derrame cerebral
Sin embargo, existe un protocolo para la detección rápida de un derrame cerebral. Este protocolo llamado FAST (Face, Arms, Speech, Time) es vital ante la posibilidad de detectar un derrame y salvar la vida, siendo solamente la aparición de uno de ellos motivo de alarma.
La prueba consiste en observar una serie de hitos:
1. Cara: si la persona solamente puede mover un lado de la cara es señal de derrame. Para ello se le pide a la persona que sonría y se observa si ambos lados son iguales o no.
2. Brazos: Se pide a la persona que levante los brazos, en el caso de solamente poder levantar uno, o sentir dificultades en el otro, se trata de otro signo.
3. Habla: Pedir a la persona que diga su nombre y apellidos, su dirección o simplemente que repita una frase, si no coordina las palabras o lo hace de forma muy lenta se considera un indicio de derrame.
4. Tiempo: Tanto si cumple los tres signos como si solamente cumple uno es de vital importancia ponerse en contacto con los servicios de urgencia para intervenir lo antes posible, puesto que tras la primera hora desde la aparición de los síntomas el perjuicio puede ser irreversible.
Diagnóstico
Para un correcto diagnóstico del derrame cerebral es necesario tanto identificar qué tipo de derrame es, cómo determinar la ubicación y la causa.
Durante primer paso para identificar el tipo de derrame, los profesionales clínicos puede recurrir a una tomografía axial computerizada (TAC) de la cabeza o a una resonancia magnética nuclear (RMN).
A continuación, existen distintas pruebas y técnicas para conseguir el resto de información sobre el derrame. Como por ejemplo:
- Análisis de sangre
- Electrocardiogramas (ECG)
- Angiografía cerebral
- Ultrasonido de la carótida o ultrasonido Doppler.
Tratamiento
Como se menciona anteriormente un derrame cerebral requiere de un tratamiento de emergencia, el cual puede reducir la probabilidad de invalidez e incluso salvarle la vida al paciente.
La elección del tratamiento dependerá del tipo de accidente cerebrovascular, pero en cualquiera de los casos la prioridad es restaurar el flujo de sangre cuando sea un derrame isquémico, y reducir la presión cerebral en caso de que sea hemorrágico.
En el caso de que la causa del derrame sea un coágulo de sangre, y este sea detectado durante las primeras horas después del comienzo del derrame, al paciente se le administra un fármaco reductor de coágulos, el cual diluirá el coágulo e impulsará el flujo de sangre en la zona perjudicada.
Además de este tratamiento de emergencia, existen dos tipo de tratamiento más para contener los efectos de los derrames cerebrales:
1. Sistemas vasculares intracraneales
Las intervenciones endovasculares se emplean para aumentar la corriente sanguínea en venas y arterias del cerebro. Este tratamiento consiste en la introducción de un catéter a lo largo de los vasos sanguíneos hasta llegar al cerebro. Una vez allí el catéter puede dejar diferentes elementos:
- Fármacos para disolver la masa de sangre
- Sistemas de aspiración o removedores mecanizados
- Balones y stents, utilizados para mantener abiertos los vasos
- Bobinas metálicas reparadoras de aneurismas
2. Cirugía
Mediante el uso de la cirugía el profesional médico puede revolver la sangre derramada en torno al cerebro, así como enmendar aquellos vasos sanguíneos rotos.
Tras un accidente cerebrovascular, la mayoría de las personas necesitan asistir a rehabilitación para así recobrar las funciones que se hayan podido ver afectadas por el derrame. Así como la reeducación del paciente para eliminar aquellos factores de riesgo que pudieran facilitar la aparición de un segundo derrame.