La psicoterapia tiene un papel súper importante en la vida de muchas personas, y si estás aquí, muy probablemente, es porque tú también lo crees.
Este tratamiento en el que la palabra, guiada a través de herramientas terapéuticas, es protagonista, tiene el poder de ayudar a quienes atraviesan momentos difíciles a entender sus emociones, a superar traumas o a mejorar su bienestar general.
Durante este proceso, la labor del psicólogo no se trata solo de escuchar, sino de guiar a los pacientes en un proceso de autocomprensión, cambio y evolución.
Este no es un camino fácil de recorrer, ya que implica tratar con aspectos profundamente personales de los pacientes. Por ello, existen pilares éticos de la psicoterapia que todo profesional de la salud mental debe seguir para brindar un servicio de calidad, respetuoso y humano. Sobre esto hablaremos a continuación.
La ética como fundamento de la psicoterapia
Ser psicólogo conlleva una gran responsabilidad, ya que no solo trabajamos con palabras, sino con emociones, pensamientos y, en muchos casos, con traumas que afectan profundamente la vida de los pacientes. Por esta razón, la ética en la psicoterapia es esencial para garantizar que todo se haga de forma correcta.
La ética ayuda a que el terapeuta mantenga una postura de respeto absoluto hacia el paciente, evitando prejuicios y garantizando que las decisiones siempre sean tomadas en función de lo que más beneficia al paciente.
Además, la ética no solo se refiere a la relación directa entre terapeuta y paciente, también resalta lo importante que es para el profesional de la salud el hecho de mantenerse preparado con el objetivo de ser más integral, estar actualizado con los avances de la psicología y, a la vez, ser consciente de sus límites.
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Principios éticos que todo psicólogo debe conocer
Los principios éticos de la psicología son las guías fundamentales que todos los profesionales deben seguir en su trabajo diario. Cuando los psicólogos actúan de acuerdo a estos lineamientos, no solo están ayudando a sus pacientes, sino también a la integridad de la profesión misma.
A continuación, hablaremos de algunos de estos principios:
Beneficencia: El bienestar del paciente siempre primero
El principio de beneficencia es el corazón de la práctica terapéutica. Implica que el psicólogo debe actuar siempre en beneficio del paciente, con el objetivo de mejorar su bienestar y ayudarle a superar las dificultades emocionales o psicológicas que pueda enfrentar.
No maleficencia: Evitar causar daño
Este principio es simple pero esencial. Los psicólogos debemos tener mucho cuidado, ya que cualquier acción, incluso si no es intencional, puede afectar al paciente.
El principio de no maleficencia subraya la importancia de actuar con cautela, evitando cualquier acción que pueda resultar en daño emocional o psicológico para el paciente.
En otras palabras, los psicólogos debemos pensar en las consecuencias de nuestras palabras antes de hablar y de sus actos antes de ejecutarlos.
Autonomía: Respetar las decisiones del paciente
La autonomía, definitivamente, es un principio esencial que garantiza al paciente el derecho de tomar decisiones respecto a su propio tratamiento. Es necesario que un psicólogo respete siempre las elecciones del paciente, incluso si no las comparte.
Asimismo, cada paciente posee el derecho de declinar o suspender la terapia en cualquier momento si siente que no le resulta beneficiosa o si contradice sus valores personales.
Justicia: Igualdad para todos
El principio de justicia asegura que todos los pacientes reciban un trato igual, sin importar su raza, género, orientación sexual o cualquier otra característica personal.
El psicólogo debe ser imparcial y evitar cualquier tipo de discriminación, tratando a cada persona con el mismo respeto y consideración.
Confidencialidad: Proteger la privacidad del consultante
Todo lo que el paciente diga en una sesión de terapia debe ser mantenido en secreto por el psicoterapeuta. La única forma en la que puede divulgar esta información es si el paciente lo ha autorizado, o si hay peligro de que se haga daño a sí mismo u a otras personas.
Esto incluye el caso del fallecimiento del paciente, incluso después de la muerte de una persona, el psicólogo sigue estando obligado a mantener la confidencialidad de lo compartido durante las sesiones.
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Integridad: Ser honestos y transparentes
Actuar con honestidad y transparencia en todo momento. Un psicólogo debe ser sincero sobre sus habilidades, su formación y sus límites profesionales. También es esencial que mantenga los límites adecuados con los pacientes para evitar cualquier tipo de explotación, ya sea emocional, personal o financiera.
Un terapeuta nunca debe utilizar a sus pacientes ni la información que le brindan para beneficio personal.
Competencia: Mantenerse capacitado y preparado
Los psicólogos deben estar siempre actualizados con los últimos avances y prácticas en su campo. La competencia no solo implica tener conocimientos teóricos, sino también ser capaz de aplicar ese conocimiento de manera práctica.
Además, los psicólogos deben ser conscientes de sus limitaciones y remitir a los pacientes a otro profesional si el caso excede su área de experiencia.
Responsabilidad: Un compromiso con el paciente
El psicólogo tiene una responsabilidad con la calidad de su trabajo, por lo que debe asegurarse de que cada encuentro se realice con el máximo cuidado y profesionalismo. Además, la responsabilidad también implica ser consciente de las consecuencias que su intervención puede tener en el bienestar del paciente.
Adhara Psicología
Adhara Psicología
CENTRO DE PSICOLOGÍA HUMANISTA & MEDITACIÓN
En caso de que el psicólogo deba suspender o concluir su intervención, es su deber tomar las medidas adecuadas para asegurar que el paciente no quede desprotegido y pueda continuar su proceso con otro profesional competente.
Si has leído hasta aquí y eres un consultante, tienes el derecho de conocer tu tratamiento y decidir sobre él. Si alguna vez te sientes incómodo, es importante que se lo hagas saber.
Y si eres psicólogo, recuerda que cada acción en la terapia tiene un impacto real. Actúa siempre con ética, integridad y respeto por el bienestar de tu paciente.