Muchas adicciones no son solo un problema de salud; además, son un problema social. Y si hay un caso en el que esto está claro es el del alcoholismo, una lacra que año a año destruye miles de vidas y de familias. Pero... ¿Cómo ha evolucionado el fenómeno de la adicción al alcohol en los últimos años, a medida que la sociedad y la economía ha ido cambiando?
Entrevista al Dr. Xavier Fàbregas: el problema del alcoholismo en el siglo XXI
El Dr. Xavier Fàbregas es fundador y director médico de Mas Ferriol, centro especializado en el tratamiento de las adicciones situado en Barcelona. Como profesional de la salud, dispone de más de 39 años de trayectoria combatiendo los trastornos adictivos con o sin drogodependencias. En esta entrevista, nos hablará sobre el modo en el que el problema del alcoholismo es experimentado en la sociedad actual.
¿Por qué es tan difícil erradicar el alcoholismo como problema social en prácticamente cualquier cultura?
Es una combinación de factores culturales y factores económicos. Tenemos asociado el beber con las celebraciones, la fiesta o la socialización. En nuestro medio es un acompañante habitual desde el bautizo hasta el entierro, por lo que no nos parece extraño que la gente beba alcohol, es más, todavía parece raro cuando alguien dice que no toma y hay que justificarse cuando insisten en que lo pruebes, que tomes solo una, etc.
Además, hay un poderoso lobby económico que trabaja activamente para minimizar los argumentos en contra del alcohol. Por ejemplo, hay enormes resistencias para poner en las etiquetas de las bebidas alcohólicas un mensaje parecido a los que ya llevan los paquetes de tabaco, advirtiendo de los riesgos sanitarios asociados al consumo y como mucho aparece un lema bastante anodino sobre el consumo con moderación (que sería aplicable a lo que deberíamos hacer con todo).
Esto no significa que el objetivo sea la prohibición, ya que tenemos la experiencia de la Ley Seca de EEUU, pero tendría que ser un uso mucho más excepcional y meditado y no un hábito automatizado e irreflexivo. Además, hay que insistir en la relación con graves problemas sociales como los accidentes de tráfico, los accidentes laborales y las agresiones sexuales.
¿Puede decirse que la adicción al alcohol sigue disfrutando de una cierta normalización, que hace que no nos alarmemos al ver personas con estos problemas?
Solo nos alarman las personas que tienen lo que se llama coloquialmente un “mal beber”: la mayoría de los alcohólicos no son demasiado conscientes de su adicción y a la pregunta de cuanto beben responden “lo normal” pero cuando se detallan las cantidades consumidas habitualmente exceden en mucho las que señala la OMS como las consideradas de riesgo.
Últimamente, se dice que los jóvenes beben menos alcohol que las generaciones anteriores. ¿Es cierto?
No. Han cambiado los patrones de consumo en los que no es habitual en la gente joven el beber alcohol en las comidas diarias, pero si un consumo asociado al ocio, con un nuevo tipo de forma de beber: el consumo “binge”, que es el consumo de una alta cantidad de alcohol en poco tiempo, con la intención de alcanzar un grado de intoxicación, una modificación de la consciencia y del estado de ánimo sin los cuales no se contempla la socialización. Es habitual beber bebidas de alta graduación (alcoholes destilados) que sustituyen el consumo de alcoholes fermentados como la cerveza y el vino.
¿Cuáles son los principales factores que pueden llevar a una persona a desarrollar una adicción al alcohol? ¿Son todos de tipo social y basados en las experiencias pasadas?
Hay factores genéticos personales y sociales. Las adicciones se definen como enfermedades con un origen biopsicosocial. Combinan esos tres factores como seguramente otras patologías como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. Pero a diferencia de otros trastornos en los que si no existe la exposición al factor ambiental no se desarrollará la patología, estamos inmersos en un entorno favorecedor al consumo.
No tenemos instrumentos fiables para identificar a las personas vulnerables a desarrollar un alcoholismo y no he conocido en cuarenta años de profesión, a ningún adicto que hubiese decidido engancharse consciente y voluntariamente. En todos los casos hay una negación de la posibilidad de desarrollar esa dependencia y se considera que cuando uno quiera va a ser capaz de dejarlo sin dificultades.
Se considera una cuestión de voluntad, y por ello muchas veces los alcohólicos son juzgados moralmente como personas que no lo quieren dejar, más como un vicio que como una enfermedad.
¿Qué signos y síntomas suelen aparecer en las primeras fases de una adicción al alcohol?
Aumento en la frecuencia del consumo, justificación del uso ante las críticas externas, irritabilidad al cesar de beber, y descuido de responsabilidades o actividades.
¿Cuáles son las estrategias terapéuticas más eficaces en el tratamiento de la adicción al alcohol?
La combinación de terapia cognitivo-conductual individual y de grupo, tratamiento médico para los síntomas iniciales de abstinencia, y programas de autoayuda como Alcohólicos Anónimos.
¿Qué aspecto del tratamiento te parece más satisfactorio?
El conseguir que los pacientes recuperen su autoestima y reconstruyan sus relaciones personales.
¿Cómo se diferencia el tratamiento del alcoholismo de otras adicciones?
El alcohol es una sustancia integrada socialmente por lo que hay una gran aceptación y justificación de su uso, comparado con otras drogas que son ilegales o que tienen una percepción social de peligrosidad.
¿Qué papel juegan el apoyo familiar y social?
Son fundamentales para la motivación y la prevención de recaídas. Un entorno de apoyo refuerza los cambios positivos.
¿Cuáles son los principales obstáculos en el proceso de desintoxicación?
La negación del problema, el miedo a los síntomas de abstinencia, y la presión social para continuar consumiendo.