Los TCA son unos trastornos de muy difícil tratamiento, que lamentablemente han ido en aumento en los últimos 50 años, gracias, sobre todo, a que se ha promovido una imagen poco real de lo que es bello y unos hábitos alimenticios poco saludables.
En este artículo vamos a ver los factores de riesgo para sufrir un TCA, explicándolos con más detalle y destacar cómo influyen en la aparición, en especial, de la anorexia y la bulimia.
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Factores de riesgo de los trastornos de la conducta alimentaria
La causa de los trastornos de la conducta alimentaria o TCA (anorexia, bulimia, trastorno por atracón y trastorno de conducta alimentaria no especificado) es multifactorial. Es decir, en su formación se encuentran implicados varios factores, en los cuales se incluyen aspectos genéticos, características psicológicas, factores socioculturales y estresores ambientales.
Aunque a día de hoy todavía no se conoce con certeza el peso específico de cada uno de estos factores ni tampoco sus componentes, sí que se sabe que el género influye en las posibilidades de padecer un TCA. De cada diez personas diagnosticadas con uno de ellos, 9 son mujeres, y hay mayor riesgo de que se dé el diagnóstico al inicio de la edad adulta e infantil o prepuberal.
Los factores de riesgo son aquellos que facilitan la aparición de los trastornos de la conducta alimentaria. Pueden ser factores individuales, grupales y sociales. La combinación de estos diferentes factores de riesgo puede provocar el desarrollo y mantenimiento de la enfermedad.
A continuación veremos estos factores de riesgo de los trastornos de la conducta alimentaria, agrupados en factores individuales, factores familiares y factores sociales, con los cuales será entender de mejor manera cómo ocurren estos trastornos de la conducta alimentaria.
Factores individuales
A continuación veremos los factores asociados a las propias características de la persona, ya sean tanto de origen biológico como social.
1. Predisposición genética
Se es más propenso a padecer un TCA en caso de que un familiar, especialmente un padre, madre, hermano o hermana, haya sido diagnosticado en el pasado con uno. Se ha visto que, en el caso de la anorexia, la genética parece explicar cerca del 70% de la vulnerabilidad a recibir el diagnóstico.
La genética puede hacer que la persona tenga una tendencia malsana con la comida, haciendo que coma más de lo que necesita o, por el contrario, consuma menos calorías de las que se necesitan para mantener las funciones orgánicas.
El peso de este factor puede verse incrementado con otros de tipo ambiental, como lo son los entornos familiares en los que se dé una importancia excesiva al peso o se tenga unos hábitos alimentarios poco saludables, además de factores como el grupo de amigos.
2. Rasgos psicológicos
Hay ciertos rasgos de personalidad, como tener una autoexigencia demasiado alta, tendencias perfeccionistas cercanas a la obsesión, rigidez cognitiva y necesidad de control que están muy relacionados con presentar un trastorno de conducta alimentaria. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta la facilidad con la que las personas con trastornos alimentarios centran su atención en sus supestos defectos y acciones incorrectas relacionadas con la manera de comer.
3. Baja autoestima
Una baja autoestima implica hacer una valoración negativa e insatisfactoria de uno mismo, lo cual puede afectar a cualquier área de la vida, especialmente en relación con la comida y a cómo uno se ve en el espejo.
En el caso de las personas con anorexia, esta baja autoestima es fácilmente observable por la forma en cómo se ven a sí mismas, sobreestimando su tamaño corporal.
Al verse en el espejo o probarse ropa, se disparan toda una serie de emociones negativas que agravan, todavía más, el hecho de tener baja la autoestima y empeora la sintomatología del TCA.
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4. Adolescencia
Una adolescencia dura y traumática es un evento muy común en las personas a las que, de adultas, se les diagnostica un TCA. Es en estos años en los que existe un mayor riesgo de desarrollar un trastorno de conducta alimentaria, dado que es cuando suele hacer su debut, aunque el diagnóstico se agrava ya superada la mayoría de edad.
La adolescencia es una etapa complicada, en la que la personalidad, el rol social y la autoestima de la persona se encuentran en pleno desarrollo, siendo más vulnerable a un entorno social en el que se le da una gran importancia a la imagen corporal.
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5. Sexo femenino
Como ya íbamos comentando anteriormente, de cada 10 casos de TCA, 9 son mujeres y 1 un hombre. Como se puede observar, son muchísimas más las posibilidades de que siendo mujer pueda ser diagnosticada con uno de los trastornos de conducta alimentaria. Se cree que esto tiene mucho que ver con los roles de género, pues la presión social dirigida hacia las mujeres para que encajen con los cánones de belleza es significativamente superior a la que experimentan los hombres.
Factores familiares
Ahora vamos a ver los factores que proceden directamente de la familia, la forma en cómo se relaciona con la persona potencialmente víctima de un TCA y la forma en qué manejan el diagnóstico.
6. Ambiente familiar desestructurado
En aquellas familias en las que no existe una estructura estable y segura se genera un caldo de cultivo para desarrollar un TCA en alguno de sus miembros, en especial chicas adolescentes.
7. Ambiente familiar sobreprotector
A veces, el querer proteger a los miembros de una familia se hace de una forma tan exagerada y tóxica que contribuye a que se dé psicopatología entre sus miembros.
Hay más riesgo de que se diagnostique un TCA a una persona que ha vivido una dinámica familiar demasiado rígida, controladora y exigente.
8. Experiencias familiares estresantes
Cambios en cómo está formada la familia, ya sea por separación, fallecimiento de un miembro o nacimiento de un hermano o hermana que no se ha manejado de la mejor forma, puede hacer que un miembro de familia lo vea como algo especialmente traumático.
También puede haber ocurrido que, en el seno de la misma familia, uno de los miembros haya cometido abusos físicos o sexuales hacia otro familiar, haciendo que este quede traumatizado de por vida y haga frente al problema mediante los síntomas del TCA.
Factores Sociales
Por último veremos los factores de riesgo que proceden desde la propia sociedad, cómo está estructurada y la forma en la que se relaciona y trata a sus miembros, en especial, a las mujeres.
9. Cánon de belleza actual
Si bien en los últimos años lo "curvy" parece que se lleva más, además de que empiezan a verse como atractivas a un mayor rango de mujeres con físicos de todo tipo, el cánon de belleza femenino sigue siendo el de una mujer delgada, sin nada de grasa ni músculo.
La delgadez excesiva ha sido ensalzada en múltiples medios, especialmente en los desfiles de moda y las portadas de las revistas del corazón.
Aunque se están logrando grandes cambios, no son pocas las mujeres que, influidas por estos medios, siguen rechazando la idea de verse gordas, viéndolo como algo realmente grotesco, y defendiendo que la extrema delgadez es ‘saludable’.
10. Presión social respecto la imagen
Relacionado con el punto anterior, en las últimas décadas, tanto para hombres como para mujeres se ha ido dando una mayor importancia a la imagen.
No únicamente estamos hablando de que las mujeres son bombardeadas con imágenes de extrema delgadez como sinónimo de belleza, sino que, además, los miembros de sus familias, amigos y demás personas las presionan para que se parezcan.
Esto no es únicamente visible en mujeres, también se da en hombres, pero dado que el cánon de belleza masculino es muy diferente, priorizando la extrema musculación y presionando para estar fibrado, la vigorexia, el trastorno asociada a esto, no es un TCA.
11. Algunos deportes y profesiones
Hay ciertos deportes, como la danza o la natación sincronizada, en la que se puede favorecer la aparición de un TCA, debido a la forma en cómo se trata la imagen al practicar este tipo de actividades. Otros deportes en los que se corre el riesgo de tener una gran obsesión por el peso y lo que se ingiere son aquellos en los que se compita por categorías de peso.
Las personas quienes trabajan en el mundo de la moda, el espectáculo o son actores y actrices también corren el riesgo de otorgarle demasiada importancia a su imagen corporal, pudiendo entrar en el turbio mundo de los TCA.
12. Acoso por el físico
Las personas quienes han recibido burlas y mofas por su físico, especialmente siendo adolescentes y niños, combinado con un sentimiento de inseguridad pueden acabar desarrollando una obsesión por su imagen corporal, y evolucionar en algo más grave.
13. El sistema de tallaje
Las tallas de la ropa, zapatos y demás objetos de vestir no es un sistema unificado. Cada fabricante aplica sus propios estándares sobre qué prenda debe ser clasificada en una talla u otra. Esto quiere decir que la talla M en una tienda puede ser equivalente a una S o una L en otras tiendas.
Puede parecer algo banal, pero no lo es, sobre todo si se es una mujer quien de toda la vida creía tener una talla, cambia de tienda y ver que la misma talla le va pequeña, y decide bajar de peso, pese a estar ya delgada. Es muy difícil cuál es la talla exacta de uno mismo.
De acuerdo con el informe "No encontrar tu talla promueve la anorexia", cerca del 40% de la población decide ponerse a dieta cuando, yendo de compras, no encuentran ropa de su talla, o creían tener una y resulta que, al final, les va pequeña.
14. Páginas que promueven de los TCA
Hay personas quienes tienen estos TCA que, lejos de buscar ayuda para tratar de salir del pozo o tratar de comprender su problemática, hacen apología de ello, aunque esto no es difícil de entender si se comprende la forma en que el cánon de belleza sigue vigente.
La existencia de páginas como Pro-Ana y Pro-Mia no únicamente defienden el tener un TCA como una forma de vida, sino que además se atreven a dar consejos para ‘ayudar’ a otras chicas a que sigan adelante con su anorexia o bulimia.
También enseñan a cómo engañar a los familiares para que se crean que están comiendo o que simplemente su cuerpo es así por genética. El acceso a este tipo de páginas es muy fácil y, pese a que más de una ha sido cerrada, surgen como si de una epidemia se tratara.
Referencias bibliográficas:
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