Nuestra capacidad para pensar de manera sofisticada y a partir de conceptos abstractos es lo que nos distingue de los animales. Sin embargo, esta cualidad no nos ha aportado solamente ventajas. Con la posibilidad de pensar, han llegado también nuevos problemas; situaciones incómodas que otras especies no tienen que afrontar. Los pensamientos obsesivos son un ejemplo de esto.
En este artículo veremos qué hacer ante la aparición de estos pensamientos obsesivos y por qué estos aparecen.
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La aparición de pensamientos obsesivos
¿A qué se debe que, en ciertas etapas de nuestras vidas, ciertas ideas o imágenes mentales emerjan una y otra vez a nuestra consciencia? A fin de cuentas es paradójico que solamos pensar en la consciencia como el “centro de mandos” de nuestro cuerpo y que, a la vez, existan procesos mentales inconscientes capaces de imponerse una y otra vez a esa supuesta autoridad. Y es que por mucho que lo queramos, no podemos “forzar” directamente que esos pensamientos obsesivos no aparezcan.
Lo cierto es que los entresijos de los procesos psicológicos todavía no se conocen en profundidad, pero sí se sabe algo de lo que ya hay muchas evidencias: la memoria emocional es tanto o más importante que la memoria basada en palabras, conceptos.
Cuando vivimos algo que nos marca, ya sea relacionado con vivencias relacionadas con el entorno o con pensamientos, eso deja diferentes tipos de huellas en nuestro cerebro: por un lado, la propia narración de lo que ocurre, aquello que puede ser explicado hablando. Por el otro lado, las sensaciones y emociones que esa experiencia nos deja; por ejemplo, miedo, alegría, etc.
Los pensamientos obsesivos aparecen una y otra vez en nuestras consciencias, entre otros motivos, porque su carga emocional es relativamente alta y, además, está asociada a experiencias habituales en nuestro día a día. Por ejemplo, si estas imágenes mentales tienen que ver con discusiones familiares, ver a otras familias, productos de consumo familiar o incluso la palabra “papá” escrita en un cartel publicitario puede hacer que vuelva a nosotros.
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¿Qué hacer para gestionarlos?
A continuación veremos algunos consejos para lidiar con los pensamientos obsesivos. Sin embargo, debes tener en cuenta que en los casos más graves es necesario acudir a servicios de terapia psicológica personalizada, dado que seguir pautas de manera individual y sin ayuda y asesoramiento profesional no servirá.
1. No intentes no pensar en eso
Tratar de “forzar” el olvido de los pensamientos obsesivos simplemente no funciona. La urgencia por dejar de pensar en eso nos lleva a un estado de estrés y de alerta que consigue justamente el efecto contrario, dado que toso lo que sentimos lo asociaremos a esa imagen que pretendemos poner en cuarentena.
Lo mejor, pues, es optar por otras estrategias que no tengan que ver con la negación, sino más bien con la aceptación.
2. Cambia de hábitos
Puede parecer contraintuitivo, pero la clave para evitar que los pensamientos obsesivos se conviertan en una fuente constante de malestar no tiene que ver con “trabajar los aspectos internos de nuestra mente”, sino con todo lo contrario: realizar cambios hacia fuera, en nuestra manera de relacionarnos con el mundo y con los demás.
Por eso, es bueno cambiar radicalmente de hábitos y de rutinas, en todos los aspectos. Frecuentar lugares diferentes, buscar otros contextos en los que interactuar con los demás y, en definitiva, someterse a nuevos estímulos.
¿Qué se consigue con esto? Ante este torrente de sensaciones y vivencias nuevas, los pensamientos obsesivos quedan diluidos, ya que hay muchos elementos en los que fijar nuestra atención y que inconscientemente trataremos de memorizar a causa de su carca emocional.
3. Céntrate en un proyecto nuevo e ilusionante
Tener nuevas metas en la vida hace que las asociaciones mentales que realizamos en nuestro día a día queden vinculadas a aquello a lo que damos importancia en ese momento. Si hay algo que para nuestro foco de atención compite en importancia con los pensamientos obsesivos, es más probable que estos vayan perdiendo fuerza poco a poco.
Así, como aquello que nos mantiene ilusionados es un verdadero imán para nuestro foco atencional, los pensamientos obsesivos van desapareciendo, algo que se nota en la frecuencia con la que vienen a nuestra mente: de más a menos, hasta evaporarse.
4. Practica técnicas de relajación
Es bueno combinar los pasos anteriores con técnicas de relajación, ya que la ansiedad en sí nos lleva a pensar en aquello que nos obsesiona.
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