Como consecuencia de los avances tecnológicos, las redes sociales y la presencia de cámaras de fotos prácticamente en todos los teléfonos móviles, los selfies están de ferviente actualidad.
Selfies y trastorno mental
Tanto famosos como anónimos disfrutan de inmortalizar “ese momento” en diferentes situaciones de su vida cotidiana. La fiebre por los selfies ha llevado a los investigadores de la Sony Brook University de Nueva York a concluir que el uso excesivo de esta moda puede provocar una predisposición a desarrollar un trastorno de ansiedad y depresión en los adolescentes, sobre todo en las mujeres, que tienden a comparar sus realidades con las que ven en este mundo "ideal" de las redes sociales.
Muchos expertos, nos advierten de la asociación entre narcisismo o baja autoestima y la obsesión por sacarse este tipo de fotografías.
El fenómeno selfie puede llegar a ser una señal de Trastorno Dismórfico Corporal
El Dr David Veale, psiquiatra en el Hospital de Maudsley de Londres, comenta en un reciente artículo publicado en Sunday Mirror: “Dos de cada tres pacientes que vienen a mi consulta con Trastorno Dismórfico Corporal tienen una obsesión por los selfies”.
Según Veale,
“Tomarse selfies no es una adicción, es un síntoma de Trastorno Dismórfico Corporal que implica estar constantemente pendiente de su apariencia. Los fans de los selfies pueden estar horas tomando instantáneas para no mostrar ningún defecto visible”.
Los selfies en la sociedad de la imagen
En esta misma línea, el psicólogo Jonathan García-Allen, especialista en terapia cognitivo-conductual en adolescentes, ha declarado a Psicología y Mente:
“Los selfies son consecuencia de la cultura y el sistema socioeconómico en que vivimos. Hemos sido educados para consumir estética, ocio y espectáculo porque son elementos axiales de una sociedad que tiende a la enajenación de las personas y a la normativización de ciertos criterios sobre la belleza y la diversión. Indudablemente, el interés de estas dinámicas de alienación-consumo constituyen un negocio muy rentable”.
Sobre los trastornos psicológicos asociados a la cultura de la imagen y el consumo, García-Allen señala que:
“No es de extrañar que los valores de las personas en occidente estén influidos por los medios de comunicación y el marketing de las grandes compañías de estos sectores. Esta cultura comporta una serie de trastornos si no se educa a la gente para que pueda prevenir esta forma de pensar. Las patologías asociadas a las nuevas tecnologías irán en aumento en la medida en que tienden a detraer la identidad genuina del sujeto para exponerla a un falso escaparate de aceptación social, cuyo máximo exponente son las redes sociales”.
Por tanto, concluye García-Allen, "el problema principal no son las nuevas tecnologías, sino el uso patológico de las mismas".
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