Son muchas las propuestas que encontramos en el ámbito de la psicoterapia. Algunos modelos son más modernos y basados en los avances que aporta la neurociencia, mientras que otros son más antiguos. No todos disponen de los mismos estudios o investigaciones que avalen su eficacia y, por ello, algunos son más conocidos que otros.
Cuál es mejor o más adecuado para cada persona y cada situación siempre dependerá de las necesidades individuales. Lo ideal en un proceso terapéutico es que las herramientas propuestas o el enfoque se adapte a la persona que necesita ayuda y no al revés.
Veamos cómo es uno de los modelos que ha supuesto la base para otros enfoques muy conocidos actualmente. Quizá sepas en qué consiste la terapia orientada hacia el futuro o quizá no. Por ello, hablaremos de sus orígenes, sus principios fundamentales y las principales técnicas y métodos.
¿Qué es la Terapia Orientada al Futuro?
Fue en 1964 cuando, por primera vez, el psicólogo Walter O’Connell utilizó el término en un artículo. Posteriormente, en 1971, el psiquiatra Stanley Lesse lo usó como título de uno de sus artículos. Entre 1970 y 1980, el psiquiatra Frederick Melges también lo incluyó en varios de sus artículos.
El autor argumentaba que era una herramienta útil a modo de complementación para las terapias centradas en el pasado y el presente. Es más, defendía que era un enfoque realmente útil para poder abordar problemáticas como la baja autoestima y la difusión de la identidad.
Este hecho sirvió como inspiración a Bernard Beitman quien, sobre el año 2000, escribió sobre el tema. Este autor plantea que la orientación hacia el futuro es algo que comparten diferentes enfoques psicoterapéuticos y que, por tanto, era una buena base para poder integrar ciertas propuestas de terapia.
En sus inicios, resultó ser un importante cambio de paradigma a nivel de intervención. Tradicionalmente, la psicoterapia se había focalizado principalmente en la importancia de las experiencias pasadas puesto que el psicoanálisis clásico había sido la propuesta principal. Así pues, se empieza a sembrar el interés tanto por el presente como por el futuro de las personas.
Esto supone también la incorporación de propuestas provenientes de la psicología humanista, más centrada en el bienestar y la autorrealización del individuo. Con el tiempo, la técnica ha evolucionado manteniendo el foco en la visualización de metas futuras, la creación de narrativas positivas y el fortalecimiento de la esperanza.
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Principios fundamentales
De igual modo que sucede con el resto de técnicas, la terapia orientada hacia el futuro se caracteriza por determinados principios que la diferencia de las demás. A continuación se mencionan los aspectos más relevantes.
Enfoque al futuro
Son muchas las terapias que centran su trabajo en explorar y comprender el pasado de la persona para poder relacionarlo con la situación (o situaciones) problemática del presente. Sin embargo, la terapia orientada al futuro se centra en aquello que la persona quiere conseguir en su futuro. Al ofrecer esta visualización positiva del futuro, la idea principal es que la persona se motive, active y movilice hacia la consecución de sus metas.
Esperanza y optimismo
Desde este enfoque se considera y defiende que aspectos como la esperanza y el optimismo son claves para poder neutralizar los sentimientos de desesperanza que la persona pueda tener. Asimismo, se consideran puntos clave también en la lucha contra la ansiedad. Se plantea que las personas pueden cultivar estos aspectos en su mundo interno y que tanto la esperanza como el optimismo son herramientas efectivas para hacer frente a las situaciones complejas.
Orientación hacia las metas
Al tratarse de una terapia que pone el foco principalmente en el futuro y en los objetivos que las personas quieren conseguir, un aspecto clave es el establecimiento de metas. Una vez identificadas y asentadas, estas metas sirven como guía en el proceso terapéutico. Además, permiten que la persona pueda focalizar en ellas su atención y sus recursos, hecho que le puede hacer sentir que tiene un propósito y un sentido.
Empoderamiento de la persona
Otro de los puntos principales de este enfoque se centra en fomentar y potenciar la autonomía de las personas. Se considera que cada individuo tiene la capacidad y las herramientas a nivel interno (o puede cultivarlas y conseguirlas) para construir y determinar su propio futuro. En el proceso terapéutico se trabaja el hecho de que la persona identifique sus propios recursos, así como sus fortalezas y asuma su propia responsabilidad.
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Técnicas y métodos de la Terapia Orientada al Futuro
Dependiendo del enfoque y la formación de cada profesional podemos encontrar variaciones en la aplicación de la terapia orientada al futuro. No obstante, a continuación hacemos referencia de forma breve y general a aquellas técnicas que se consideran características de este enfoque.
Visualización del futuro
La visualización es una técnica clave en este tipo de terapia. Se trabaja con la persona para que se imagine o visualice a sí misma en un futuro al haber conseguido sus metas. Esta intervención ayuda a generar motivación en los individuos además de clarificar sus objetivos. Poder visualizarse en dicha situación, habitualmente genera una sensación en la persona de que es viable y asequible completar sus fines.
Narrativas futuras
Otra de las herramientas empleadas de forma habitual es la narrativa sobre el futuro. En ella, se anima a la persona a narrar, contar, un relato sobre su futuro ideal. La idea es que la creación de dichas historias permita reemplazar los posibles pensamientos negativos en relación al futuro que, probablemente, han interiorizado durante mucho tiempo. Además, plantear la historia desde esta perspectiva optimista y esperanzadora permite a la persona enriquecerse al observar matices.
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Metas y planificación
Cuando la persona ha hecho el ejercicio de visualizar su futuro y ha podido identificar cuáles son sus objetivos ideales, se trabaja en el establecimiento de metas y la planificación. La idea es poder desglosar esos grandes objetivos a medio-largo plazo en objetivos asequibles, específicos, realistas y alcanzables. Ir consiguiendo objetivos más “pequeños” a corto plazo mantiene a la persona motivada y comprometida con su propósito final.
Escala de esperanza y optimismo
Desde la terapia orientada al futuro se plantea también el uso de escalas y/o cuestionarios que permitan cuantificar los niveles de esperanza y optimismo en diferentes puntos del proceso. Se considera que dicha dinámica ayuda a valorar el progreso del proceso y hacer los ajustes que se consideren necesarios en función de cada caso.