El ejercicio físico es, a la luz de la biología y las neurociencias, la "píldora mágica" que literalmente libera en el cuerpo su más alto potencial. Todos estamos en busca de una solución que resuelva nuestros problemas, y quiero contarte que esta solución sí existe y se llama ejercicio físico.
La Evolución del Conocimiento sobre el Cerebro
En la década de 1960, la ciencia creía que el cerebro era completamente inmutable; es decir, que nacíamos con un cerebro que no tenía la capacidad de cambiar. Esto fue así hasta que una mujer pionera llamada Marian Diamond llegó para transformar la ciencia con sus hallazgos sobre la plasticidad y el enriquecimiento cerebral. Diamond descubrió que el cerebro humano cambia con las experiencias.
Investigaciones han demostrado que cuando se está expuesto a estímulos enriquecedores, como los observados en estudios con ratones de laboratorio, el cerebro crece. La corteza cerebral, conocida como sustancia gris, aumenta en un 6%. Se encuentran más neuronas, conexiones y dendritas, estas últimas encargadas de transmitir la información. Estos cambios anatómicos están asociados con una mayor capacidad de aprendizaje, y este efecto también se replica en los humanos.
En 1999, la investigadora Genres Bamprack comparó dos grupos de ratones de laboratorio: uno sedentario y otro físicamente activo. Los resultados fueron asombrosos. Los ratones activos presentaron tres transformaciones importantes:
- Mayor actividad eléctrica en el cerebro.
- Neurogénesis: Creación de nuevas neuronas, especialmente en el hipocampo, área encargada de la memoria.
- Mejora en la resolución de laberintos: Los ratones activos resolvían laberintos acuáticos y oscuros más rápidamente y recordaban la salida con mayor eficacia que los sedentarios.
Esta investigación fue crucial, ya que ofreció una nueva perspectiva sobre el impacto del ejercicio físico en la biología.
Cómo Reacciona el Cuerpo Ante el Ejercicio
Cuando hacemos ejercicio, se activa toda la actividad química en el cuerpo. Experimentamos un "baño" de endorfinas, hormonas que proporcionan placer, alivian el dolor, mejoran el estado de ánimo y reducen la ansiedad. También se liberan dopamina, noradrenalina, serotonina y melatonina:
- Dopamina: Activa nuestro sistema de recompensa, generando placer.
- Noradrenalina: Focaliza nuestra atención.
- Serotonina: Proporciona una sensación de paz y tranquilidad.
- Melatonina: Regula el sueño al contrarrestar el cortisol.
Además, se libera galanina, que actúa como antidepresivo, GABA, un anticonvulsivante, y neuropéptido Y, que inhibe el miedo, generando una mayor valentía. El corazón, al ser el músculo con mayor resonancia en el cuerpo, se acelera y aumenta el ritmo cardíaco. La sangre bombeada hacia el cerebro incrementa el flujo sanguíneo cerebral, bañando al cerebro con más sangre y oxígeno, y enviando nuevas señales.
El hígado también se activa y envía sustancias al cerebro, mientras que los músculos en contracción envían señales al cerebro. Estos procesos activan el Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (BDNF), que promueve la neurogénesis, la sinaptogénesis (mayor conexión neuronal) y la angiogénesis (aumento del volumen cerebral).
El Impacto del Ejercicio en la Genética y la Transgeneracionalidad
El ejercicio aumenta nuestra capacidad para procesar información, atención y memoria, traducido en una mayor capacidad de aprendizaje. Para adquirir nuevas habilidades, como tocar un instrumento o aprender un idioma, el ejercicio es una herramienta eficaz. Además, el ejercicio crea una "reserva cognitiva" para la vejez, disminuyendo el riesgo de enfermedades degenerativas y mejorando la memoria.
El ejercicio mejora nuestros genes y puede afectar a las futuras generaciones. Cuando hacemos ejercicio, activamos el BDNF, que induce cambios en los genes relacionados con la función cognitiva, desarrolla dendritas y reprograma genes en el hipocampo, no solo en la persona que hace ejercicio sino también en sus futuros descendientes. Las mujeres embarazadas que hacen ejercicio impactan significativamente en el desarrollo del embrión, proporcionando a sus hijos una mayor resiliencia y capacidad de adaptación.
Es crucial entender que hacer ejercicio no es simplemente ser una persona activa. Ser físicamente activo significa estar en movimiento durante el día, pero esto no implica necesariamente una rutina de ejercicio. Hacer ejercicio requiere disciplina, secuencia y repetición. Incluye actividad cardiovascular y de fortalecimiento muscular, esenciales para activar sustancias clave para el crecimiento cerebral.
La ciencia ha demostrado que estar inactivo más de 8 horas al día aumenta el riesgo de mortalidad y contribuye a la obesidad y enfermedades cardiovasculares. La obesidad también está relacionada con trastornos de ansiedad, estrés, depresión y problemas del sueño.
Conclusiones
La modernidad y nuestras nuevas formas de relacionarnos con el entorno afectan nuestro ritmo circadiano, y la falta de sueño es perjudicial para nuestra salud. Quiero invitarte a reflexionar sobre cómo estás cuidando de ti mismo. Cuando no tenemos salud, deseamos estar sanos. Por ello, en un acto de amor propio, busca integrar el ejercicio en tu vida. Nuestro cuerpo es una máquina de perfecto funcionamiento, y si lo cuidamos, nuestra biología cuidará de nosotros. Nunca es tarde para comenzar a cuidar tu salud. Si respiras, estás a tiempo.