La rabia es un estado psicológico que, a pesar de que acostumbra a ser visto como algo negativo, resulta completamente natural. A lo largo de toda una vida, vamos a experimentarla varias veces, y eso no es en sí algo malo. La clave a la hora de valorar si nuestra relación con la rabia es sana o no está en ver hasta qué punto nos afecta, y si nos daña significativamente a nosotros o a las personas de nuestro alrededor.
Saber cómo liberar la rabia de manera saludable es uno de los factores más importantes a la hora de no dejar que esta emoción nos domine y nos haga caer en dinámicas destructivas o autodestructivas.
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Liberar la rabia de manera controlada y saludable: 6 consejos
Durante mucho tiempo, hemos caído en un error fundamental a la hora de entender lo que es la rabia. Esta trampa consiste en creer que esta emoción es mala porque nos hace pasarlo mal y puede llevarnos a atacar al resto. ¿Dónde está el problema de esta visión de las cosas? En que la rabia no aparece espontáneamente en el interior de uno: surge como consecuencia de una interacción entre individuo y entorno.
Pensemos por un momento en las minorías sociales que tiempo atrás eran discriminadas legalmente y ahora ya no lo son. En ese pasado tan cruel, la frustración y la impotencia de sentirse con menos derechos generaba rabia frecuentemente, y a nadie se le ocurriría pensar que lo problemático de la situación era ese sentimiento, sino el contexto social.
Algo parecido sucede a la hora de comprender por qué es bueno liberar la rabia de manera controlada. Cuando hacemos esto, no estamos expiando ningún pecado, sino actuando activamente para dar salida a una emoción que puede estar justificada o no, pero es natural y en última instancia no ha aparecido porque así lo hayamos decidido libremente. Teniendo en cuenta todo lo anterior, veamos algunos consejos básicos sobre cómo liberar la rabia.
1. Evita sitios bulliciosos o estresantes y busca un lugar tranquilo
Este primer paso es para evitar males mayores, dado que en ambientes con muchos estímulos, es fácil encontrar aún más motivos para estar enfadado. A esto hay que añadirle que con la rabia recorriendo nuestro cuerpo tendemos a ser más propensos a ver motivos para enfadarnos en hechos o situaciones que en otra situación no nos harían sentir esa hostilidad. Se trata de un sesgo que nos puede arrastrar al empeoramiento del problema.
Así pues, nunca está de más tener en mente lugares tranquilos en los que poder estar solos, especialmente en previsión de un diálogo que puede enfurecernos.
2. Coloca pausas en las discusiones
Saber gestionar una discusión también incluye la capacidad de saber liberar la rabia adecuadamente en caso de que esta emoción aparezca. Cuando estamos inmersos en un diálogo, sin embargo, esta tarea incluye tanto la liberación de una cierta cantidad de rabia (no puede ser mucha, ya que la finalidad del diálogo es otra) como la prevención de que esta siga acumulándose. Para ello, puedes hacer dos cosas: evitar elevar el tono de voz, y hacer que tu habla sea algo pausada.
Lo primero puede resultar contraintuitivo, ya que gritar suele estar asociado a la liberación del malestar, pero en el contexto de un diálogo esto no es así, ya que gritar solo nos haría asimilar que ya estamos en una lucha verbal, haciendo que la otra persona reaccione igual.
Hablar de un modo un poco más lento cumple una función parecida, dándonos una excusa para monitorizar nuestro ritmo de hablar, evitando que intentemos abrumar al otro y dominar la conversación por esta vía. Si dejas que pase el tiempo y no aumenten los motivos para sentir enfado, esta rabia que empezaba a ser un problema se desvanecerá sola sin causar problemas significativos, al no haber alcanzado un punto crítico y, por otro lado, haber convertido el diálogo en una batalla.
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3. Haz deporte
Si tienes tiempo y no se trata de un sentimiento de rabia muy intenso aparecido súbitamente, sino que llevas sintiéndolo desde hace varios minutos, plantéate la posibilidad de amplear ese estado de alerta y tensión en algo productivo. Por ejemplo, en hacer deporte. El deporte nos plantea la necesidad de liberar energía atendiendo a un objetivo muy claro que requiere toda nuestra atención, por lo cual es una excelente manera de dejar que la ira se vaya sola.
Si sientes mucha rabia, quizás un deporte competitivo no es la mejor opción. En este caso céntrate en ejercicios realizados de manera individual, como por ejemplo hacer flexiones, correr por el parque, etc.
4. ¿Hay algún problema con los videojuegos?
Desde prácticamente sus inicios, los videojuegos han sido criminalizados injustamente, siendo acusados de promover la violencia. Paradójicamente, esto no solo no es cierto, sino que se ha visto que en ciertos casos, jugar a esta forma de entretenimiento puede ser una manera de canalizar la rabia sin dañar a nadie. Sumergirse en un mundo de fantasía y cumplir con los objetivos nos permite liberar energía en un entorno controlado.
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