El amor es una de las emociones más complejas y abstractas del ser humano, por el cual tenemos un sentimiento profundo de conexión hacia alguien. Es además una experiencia polifacética, ya que el amor puede ser romántico, familiar, de amistad, propio o altruista.
¿Cómo ayudar a un hijo adolescente a entender el amor?
En múltiples ocasiones se ha intentado dar una definición universal por artistas, filósofos o científicos. Como resultado, existen múltiples definiciones, pero ninguna indiscutible, porque el amor es bastante subjetivo, depende de tu propia experiencia. Siendo así, ¿cómo se puede explicar a un/a hijo/a el amor?
Ningún padre quiere que su hijo/a sufra, ni siquiera por amor; de la misma manera que tampoco quiere que haga daño a los demás y no tenga relaciones sanas. Por ello, en este artículo me centro en dar pautas y sugerencias sobre cómo ayudar a un/a hijo/a adolescente a entender el amor.
1. Educación emocional
Lo primero por lo que se puede empezar es la educación emocional. Enseñar a tu hijo/a a reconocer, entender y gestionar sus emociones aumenta su inteligencia emocional, lo que puede permitirle manejarse también con la emoción del amor.
Lo suyo es que el trabajo dirigido enseñarle inteligencia emocional empiece desde que sea pequeño/a, ya que conviven con sus propias emociones desde el momento en el que nacen y es la mejor edad para aprender cualquier cosa.
Si estás leyendo este artículo como padre o madre, lo más probable es que te hayas preocupado porque aprenda a gestionar sus emociones desde siempre, aunque lo hayas hecho incluso inconscientemente.
Igualmente, si no ha sido así, no te preocupes, nunca es tarde para aprender. Si no, no tendría sentido todos los cursos de inteligencia emocional existentes, ni la terapia psicológica.
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2. Comunicación libre
Cuando somos adolescentes, de por sí nos despegamos un poco (o mucho) de nuestros padres, porque buscamos ser independientes y crear una identidad propia, definirnos a nosotros mismos. Por eso, puede que tu hijo/a no quiera hablar contigo sobre el amor.
Si consigues que el clima familiar sea agradable y que haya una comunicación fluida desde que es pequeño/a, es más fácil que se sienta libre y seguro/a para expresar sus emociones y consultarte cuando lo necesite.
Para ello, puedes practicar la escucha activa cuando te hable, sobre todo en esos momentos en los que quiere explicarte cómo se siente. Otra idea que ayuda es compartir tus propias vivencias, contarle cosas de tu vida. Te verá más cercano/a, más accesible y, entre ambas cosas, se sentirá seguro/a para hablarte sin que le juzgues.
3. Definición de una relación sana y de una tóxica
Para que pueda tener una relación sana y estable, primero tiene que saber cómo es una. Con este objetivo, puedes explicarle ciertas señales y cualidades que singularizan a una relación sana:
- Confianza mutua.
- Comunicación asertiva y resolución de conflictos.
- Cariño.
- Admiración mutua.
- Límites y respeto.
- Al mismo tiempo que individualidad e independencia.
Por otro lado, también puede serle de utilidad conocer cómo es una relación tóxica, de manera que pueda identificar red flags, es decir, señales que le indiquen que debe cambiar o romper la relación antes de que sea tarde. Entre estas características se encuentran:
- Miedo al abandono.
- Manipulación por una parte y excesiva complacencia por la otra.
- Desequilibrio.
- Agresividad/pasividad.
- Falta de libertad para ser uno/a mismo/a.
- Tristeza y malestar general.
- Inestabilidad.
Si tu relación con tu pareja es sana, es posible que ya le hayas servido de modelo y tenga un buen referente. En cambio, si consideras que tu relación no cumple esos criterios o directamente rompiste la relación hace un tiempo, explicarle las cosas explícitamente siempre viene bien.
4. Cuidado de su autoestima
Para no perdernos en una relación y terminar con alguien que nos haga sentir mal, es necesario que aprendamos a cuidarnos a nosotros mismos y que conservemos una buena autoestima. Con este propósito, puede elogiar y reforzar sus cualidades, habilidades y características propias, así como no machacarle y sí apoyarle en los momentos en los que se sienta fracasado/a.
Así conseguirás que no tenga la impresión de que solo merece cariño y admiración cuando hace las cosas bien. La idea es que tus propios comentarios le sirvan de modelo y de ideas que tiene que creerse. Aunque a veces, como nos lo dice nuestro padre/madre y solo tiene buenos ojos para nosotros, no nos lo terminamos de creer.
En este sentido, puedes ayudar a tu hijo/a a que aprenda a hacerlo por sí mismo y pueda mantener una buena autoestima (sin dejar de contribuir también tú como su cuidador/a principal). Anímale a practicar el autocuidado, de manera física y psicológica, para que pueda sentirse bien consigo mismo/a.
5. Respeto y aceptación de la diversidad y sexualidad
Vivimos en una sociedad con ciertos valores e ideas inculcados, que nos crean unas expectativas sobre la vida de los demás y la nuestra propia. Entre estas ideas está la heterosexualidad: la mayoría de nosotros crecemos o vivimos creyendo que todo el mundo es heterosexual, hasta que se descubre lo contrario.
Para sustituir este supuesto social, tenemos que hacer cambios internos. Puedes aportar tu granito de arena a este cambio, educando a tu hijo desde el respeto hacia la diversidad sexual y del amor, hablando sobre ello libremente y subrayando que todas las formas de amor y sexo son válidas mientras que haya un respeto mutuo.
Puede que él/ella mismo/a sea del colectivo LGTBIQ+, de manera que esta educación le podría servir como una forma de aceptarse a sí mismo/a y de conocer que cuenta con el apoyo y respeto de su padre/madre.
Por otro lado, es importante que sepa reconocer el consentimiento claro, informado y mutuo. He hecho mucho hincapié en el artículo sobre el respeto y la comunicación explícita, y lo vuelvo a hacer. Es necesario que en cualquier relación existan ambas variables, y es relevante que tu hijo/a lo entienda. Sin respeto y aceptación, no hay un amor sano.