​Trastorno explosivo intermitente: causas y síntomas

Explicamos las características de este complejo trastorno psicológico.

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Nuestro estado emocional es un ámbito de nuestra vida psicológica que, en muchas ocasiones, se revela como algo más allá de nuestro control. Esto tiene consecuencias positivas, otras negativas, y algunas que tienen que ver con riesgos cuando se dan ciertos tipos de trastornos mentales

Por ejemplo, gracias a los sentimientos y las emociones podemos vivir intensamente todo tipo de momentos, aprender rápidamente acerca de las consecuencias positivas y negativas de nuestras acciones e incluso lograr una mejor comunicación con los demás, pero, en ocasiones, algunas alteraciones biológicas pueden hacer que nuestras reacciones emocionales sean excesivas o incluso que estén fuera de lugar.

El trastorno explosivo intermitente (TEI) es un claro ejemplo de ello, si bien en estos casos la persona diagnosticada con este tipo de trastorno ve su calidad de vida significativamente limitada por esta alteración mental.

¿Qué es el trastorno explosivo intermitente?

Junto a la piromanía, la tricotilomanía, la ludopatía y muchas otras alteraciones, el trastorno explosivo intermitente forma parte de lo que en el manual diagnóstico DSM-V se conoce como trastornos del control de impulsos. En resumidas cuentas, se caracteriza por expresarse a través de estallidos de violencia repentinos y relativamente breves, desencadenados por situaciones mínimamente frustrantes o estresantes, y que no pueden ser explicados por el consumo de sustancias o lesiones.

Las personas con TEI tienen un umbral de frustración muy bajo y cualquier contrariedad, por insignificante que pueda parecer, hace que monten en cólera súbitamente, incluso aunque segundos antes estuviesen de muy buen humor y riendo. A lo largo de estos cortos episodios de ira, que no acostumbran a durar más de una hora, la persona pierde parcial o totalmente el control sobre su conducta y en muchas ocasiones puede llegar a agredir física o verbalmente a personas que se encuentren cerca.

Una vez pasado el estallido de furia, las personas que presentan trastorno explosivo intermitente acostumbran a darse cuenta por sí mismas de que lo que han hecho ha resultado perjudicial para los demás, y frecuentemente se sentirá culpable.

Síntomas

Los síntomas del trastorno explosivo intermitente varían un poco según el manual diagnóstico que se utilice como referencia, pero fundamentalmente se basan en la aparición de explosiones cortas de ira, expresada a través de violencia física o verbal, que resultan desproporcionadas con respecto a la magnitud de sus causas y conllevan una pérdida de control.

Como la furia aparece sin que haya premeditación, es frecuente que se exprese interrumpiendo un estado de ánimo positivo, y la violencia no tiene una finalidad instrumental. La persona que presenta los síntomas del trastorno explosivo intermitente no aspira a cumplir objetivos a través de las agresiones, sino que estas son fruto de su estado anímico alterado, el cual no puede ser atribuido ni al consumo de sustancias ni a la existencia de otros trastornos o partes de su sistema nervioso deformadas o dañadas.

Así, las personas con TEI pueden entrar en cólera en cuestión de segundos al interpretar que alguien las está mirando demasiado, o al ver que se ha agotado un producto que han pedido en una tienda, o al romper un objeto sin querer. Los brotes de ira pueden aparecer ante situaciones muy variadas, pero todas tienen algo en común: no serían motivo de intenso enfado para la gran mayoría de la población.

Tal y como ocurre con todos los trastornos, solo ciertos profesionales de la salud mental pueden llegar a realizar un diagnóstico del trastorno explosivo intermitente, ayudándose casi siempre de un manual DSM.

Otros trastornos similares

El TEI guarda mucha relación con el trastorno bipolar, del cual se hipotetiza que puede llegar a ser una fase temprana. En el trastorno bipolar, los momentos de manía y euforia pueden parecerse a la explosión de emociones intensas que se dan en el trastorno explosivo intermitente. 

Sin embargo, la diferencia entre ambos tipos de alteraciones es, básicamente, que en el trastorno explosivo intermitente los estallidos de furia pueden aparecer en cualquier momento, mientras que en el trastorno bipolar estos están vinculados a los episodios de manía o depresión, momentos en los que el estado de ánimo ya se encontraba alterado antes.

Por lo que respecta al trastorno antisocial de la personalidad, en el que también son comunes los estallidos de violencia, en esos casos esta cumple una función instrumental, por lo que se puede identificar una finalidad concreta, mientras que en el TEI no existe un objetivo claro más allá de expresar conductualmente el estado de agitación y frustración en el que se encuentra la persona.

Tratamiento del trastorno explosivo intermitente

Como se trata de una alteración mental que no puede estar vinculada a drogas o lesiones sino que tiene que ver con el modo en el que redes de neuronas interactúan entre ellas y con los estímulos ambientales, el TEI no puede ser tratando interviniendo sobre un único factor en concreto, como si de curar una herida se tratase. Por eso, en estos casos la intervención suele ser una combinación entre terapia cognitivo-conductual y administración de psicofármacos (normalmente, estabilizadores del estado de ánimo y/o antidepresivos).

La psicoterapia acostumbra a ser de mucha ayuda para saber reconocer las primeras manifestaciones de los brotes de ira, ejecutar planes para aumentar el nivel de control sobre la conducta e impedir que otros resulten perjudicados, y desarrollar estrategias de afrontamiento contra el sentimiento de culpa y la sensación de tristeza. De este modo, los pacientes aprenden a seguir ciertos protocolos cuando empiezan a notar los primeros síntomas de una crisis inducida por el trastorno explosivo intermitente, y aprenden a regular su comportamiento y sus ideas sobre lo que está ocurriendo de modo que se reduzca el malestar tanto en ellos como en los demás.

Referencias bibliográficas:

  • Beck, A.T. y Freeman, A. (1995). Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Barcelona: Paidós.
  • Goodman, H.H. (Ed.). (1987). Psiquiatría general. México: El Manual Moderno. (Orig. 1984). 
  • Jaspers, K. (1946/1993). Psicopatología General. México: FCE.

Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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