En este mes de junio se celebra el Día del Orgullo Gay, con el que la comunidad LGTBI recuerda la primera manifestación pública contra la homofobia, a raíz de los sucesos acaecidos en el bar StoneWall de Nueva York.
Las protestas contra las fuerzas policías que irrumpieron de forma violenta en el barrio de Greenwich Village tuvieron lugar en 1969. 21 años después, El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Desde entonces, sentirse atraído por personas del mismo sexo se considera una orientación sexual.
La educación, fundamental para frenar la discriminación
Sin embargo, los acontecimientos históricos no tienen una repercusión inmediata en todos los entornos sociales o personales, por lo que todavía hoy se sigue considerando importante educar a los menores en la tolerancia sexual.
La familia es el punto de origen de esta educación contra la homofobia, puesto que es el primer núcleo de influencia de la persona. Los adultos de este grupo son, pues, los encargados de educar con la palabra y con la actitud.
Para conseguir resultados satisfactorios es preciso primero comprender los motivos por los que el ser humano tiende a rechazar al otro. La identidad grupal es una de las bases: personas que no tienen muy reforzada su identidad propia, se sienten más cómodas en el grupo; se definen a sí mismos en relación a ese grupo y no son flexibles con los que son distintos.
Sin embargo, una persona con una fuerte personalidad individual es más propensa a entender que cada uno es diferente y que existen muchas diversidades en la identidad de las personas. Es decir, alguien con una marcada individualidad y que entiende que existen diferentes individualidades no tiende, en principio, a tener un rechazo al otro, al que es diferente.
La infancia, una edad para construir valores
En la infancia, la familia resulta clave para evitar este rechazo a los que no pertenecen a nuestro grupo de iguales, mientras que en la adolescencia los amigos pasan a ocupar el primer puesto en cuanto a influencia.
Aunque en el nuevo entorno escolar y de diversión, aparezcan conductas discriminatorias hacia las personas con orientación homosexual, si durante los primeros años los valores de tolerancia y respeto se han inculcado con solidez, será más difícil que luego prosperen comportamientos y actitudes homófobas, así como aparecerán conductas de integración y apoyo, así como de rechazo hacia la personas que agradece contra estos derechos.
Los padres deben, sobre todo, cuidar sus palabras (a veces expresiones simplemente aprendidas sin una intención excluyente) y condenar en voz alta conductas contra la comunidad LGTBI que se produzcan en el entorno.
Una falsa creencia de muchos adultos es que validar otras tendencias sexuales va a fomentar un ambiente de libertinaje o a inducirlos a tener otra orientación íntima. Es algo totalmente erróneo porque si desde pequeños aprenden que existen diferentes opciones, aprenderán a respetar cualquier tipo de orientación, y además, en el caso de que ellos no sean heterosexuales, facilitará la integración de su sexualidad en su identidad y lo normalizará en su entorno desde el principio
Consejos para
Estos sencillos consejos pueden ayudar a vencer algunas barreras naturales que surgen entre padres e hijos cuando se habla de orientación sexual. Desde Clínicas Origen recomendamos:
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Ante noticias homófobas, expresar rechazo y verbalizar la opinión que se tiene al respecto.
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Cuando se hable de novios, novias, recordar que le pueden gustar chicas y/o chicos, que se puede tener también pareja de un mismo género.
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Educar en valores como el respeto a la diversidad tanto en cuestiones de raza, como en género y orientación sexual.
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Naturalizar la homosexualidad , la bisexualidad y la transexualidad, al mismo nivel que la heterosexualidad cuando aparezcan en series, libros y películas y en otras áreas del entorno social.
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Naturalizar cuando los padres o madres de un compañero tengan en la actualidad una pareja del mismo sexo. Explicar la diversidad familiar que existe hoy.
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Por último, lo ideal es que padres y educadores, si fuera posible, se pusieran de acuerdo en tiempos y pautas en cuanto a las guías sobre sexualidad, con el fin de que el menor perciba consistencia entre los dos entornos más de mayor importancia entre los que se mueve.