Los primeros años de vida son cruciales en el desarrollo de una persona. Todo lo que vive y experimenta tiene un impacto en su cerebro, a diferentes niveles, aunque puede no parecerlo a simple vista. Los cambios que se producen en los primeros años de vida son impresionantes.
El cerebro de un bebé está creciendo y creando nuevas conexiones constantemente. Según una nueva investigación, alrededor de los 16 meses de vida el cerebro vive una especie de reorganización que sostiene habilidades clave para el futuro.
A lo largo de este artículo explicamos los detalles que se han revelado en este interesante artículo sobre la importancia que tienen los 16 meses en el desarrollo de los bebés.
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Los cambios cerebrales a los 16 meses
Recientemente se ha publicado un estudio en Imaging Neuroscience llevado a cabo por las Universidades de Oxford y Brístol en el que se analizó la actividad cerebral a criaturas de 16 meses de edad. Esto se realizó con el objetivo de comprender mejor los cambios cerebrales que se producen.
Hoy en día sabemos que los primeros años de vida son cruciales en el desarrollo de las personas. Especialmente los dos primeros si hablamos de determinadas habilidades cognitivas, como son las funciones ejecutivas. Estas están relacionadas con aspectos del día a día como los pensamientos, el control conductual, etc.
Es en estos primeros años de vida que empieza a desarrollarse el control inhibitorio —y se sigue desarrollando a lo largo de la infancia—. Esta función ejecutiva es importante puesto que es necesaria para no actuar de forma impulsiva o automática. Lo que se desconocía hasta el momento eran los mecanismos implicados en el desarrollo.
Según revela el estudio previamente mencionado, aunque entre los 10 y los 16 meses de edad apenas se aprecian cambios conductuales en cuanto al control de la inhibición, sí se producen muchos cambios a nivel cerebral. A medida que se van haciendo mayores, utilizan muchas más áreas cerebrales aunque su conducta no cambie en exceso.
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¿Cómo se realizó el estudio?
Los equipos de las universidades de Bristol y Oxford estudiaron la actividad cerebral de 103 niños y niñas mediante una técnica que permite realizar este tipo de investigaciones adaptándose a la infancia. Esta técnica se conoce como espectroscopia funcional de infrarrojo cercano (fNIRS) y mide la actividad cerebral mediante los cambios en el flujo sanguíneo.
Plantearon un sencillo experimento que consistía en realizar una tarea en una pantalla táctil para la que tendrían que usar el control inhibitorio. De esta forma, se estudiaron las áreas cerebrales que se activan cuando se necesita emplear el control inhibitorio. El estudio se llevó a cabo con el grupo de bebés cuando tenían 10 meses y se replicó posteriormente cuando ya tenían los 16.
Más áreas activas, más posibles conexiones
Lo que se observó en la primera parte del estudio fue que, a los 10 meses de edad, los bebés utilizaban principalmente el lado derecho del córtex prefrontal y parietal. Estas regiones cerebrales son conocidas por su importante papel en el control de la atención y la planificación conductual.
Al analizar la actividad cerebral relacionada con el control inhibitorio a los 16 meses, observaron que había más zonas implicadas: el giro parietal superior izquierdo, el giro frontal inferior derecho, así como la corteza prefrontal dorsolateral y orbital en ambos hemisferios.
El hecho de que se activen más regiones cerebrales, y que lo hagan en ambos hemisferios, a la hora de frenar los impulsos sugiere que la transición de ser bebé a ser un niño pequeño puede suponer un periodo importante de reorganización de la corteza prefrontal, tal y como indican los autores de la investigación.
Un cambio invisible, pero crucial
Aunque a nivel conductual todavía las familias no puedan apreciar cambios significativos a los 16 meses en comparación con los 10, que se produzcan estos cambios a nivel cerebral es realmente importante.
En los primeros años de vida el cerebro es especialmente plástico y sus estructuras se moldean de forma rápida. Por ello, estas modificaciones están facilitando que a medida que la criatura crezca y las demandas cognitivas y conductuales aumenten, el cerebro esté preparado para poder llevar a cabo tareas más complejas (como seguir instrucciones o planificar, por ejemplo).
¿Por qué a los 16 meses?
Los autores del estudio consideran que los 16 meses supone un periodo crítico a nivel cerebral puesto que se produce esta reorganización de la corteza prefrontal que probablemente está relacionado con el desarrollo del control inhibitorio temprano y, a su vez, con el hecho de poder seguir instrucciones simples.
Por el momento no se ha relacionado este momento crítico a nivel de reorganización cerebral con ninguna otra explicación biológica como podrían ser, por ejemplo, los cambios hormonales.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que hay diversos factores que podrían estar implicados. En este momento vital de transición, el vocabulario tiende a ser más amplio cada vez y también suele haber más autonomía a la hora de desplazarse. Como consecuencia del desarrollo, las relaciones sociales tienden a ser también cada vez más ricas y complejas.
Implicaciones para las familias
Los propios autores de la investigación refieren que este estudio necesita ser replicado debido a que la muestra con la que se llevó a cabo era pequeña. No obstante, estos hallazgos pueden ser realmente útiles para los padres y las madres en la crianza de sus hijos.
Al comprender que su cerebro se está desarrollando y todavía no tienen la capacidad para controlar su conducta tal y como puede hacerlo un adulto, quizá es más fácil tener paciencia al ver que nuestro hijo/a está actuando de forma impulsiva o no sigue una instrucción.
En la misma línea, como sabemos que el cerebro está en pleno desarrollo es importante que le demos espacios seguros y oportunidades para practicar estas nuevas habilidades que está adquiriendo e interiorizando.
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