Leer cuentos a los niños no solo fortalece el vínculo emocional, sino que también moldea su cerebro. La ciencia confirma que la lectura en voz alta estimula el lenguaje, la imaginación y el aprendizaje. De hecho, los estudios en neuroeducación revelan que los niños que escuchan historias con frecuencia desarrollan mejores habilidades cognitivas y emocionales. Es un hábito tan saludable y afectuoso que puede, incluso, prevenir enfermedades. ¿Por qué este hábito es tan poderoso?
Aunque todavía exista esa idea antigua de que aprender es aburrido, a través de la lectura resulta inesperado y divertido. Las historias incentivan la creatividad y permiten a los pequeños participar desarrollando su imaginación, conocimiento sobre el mundo y el lugar que les rodea.
“Los cuentos se caracterizan por ser una narración breve y sencilla acerca de unos hechos reales o imaginarios protagonizados por un pequeño grupo de personajes reales o ficticios. Estos relatos pueden resultar un gran aliado psicopedagógico ya que permiten el acercamiento a otras realidades o puntos de vista, ajustándose a las capacidades innatas del niño o la niña”, escribe Mercedes Bermejo, psicóloga y directora de la editorial Sentir.
Este proyecto de libros infantiles nace en España como una demanda por parte de madres, padres, profesionales de la salud y la educación, para fomentar la inteligencia emocional, prevenir o explicar a los menores temas actuales. “Los cuentos que promueven la reflexión sobre las emociones, ayuda a los niños a identificar lo que sienten y a reaccionar de forma constructiva. Enseñarles a comprender sus emociones les permite desarrollar una autoestima fuerte, ser más seguros de sí mismos y tener relaciones más respetuosas con los demás”, consignan las fundadoras de esta editorial.
Otra de las ventajas que deja la lectura es la estimulación cerebral. En 2017, el doctor John S. Hutton llevó a cabo un estudio, en el Hospital Infantil de Cincinnati, para analizar en tiempo real el efecto que produce en el cerebro de menores escuchar un cuento en voz alta. La investigación asegura que la lectura estimula la parte del cerebro que “ayuda a la imaginación mental, la comprensión y el procesamiento del lenguaje, y que la actividad cerebral, mientras se escuchaban cuentos, era mayor en los niños a los que se les leía en casa con más frecuencia”. Por otra parte, también identifican que este tipo de estimulación limita el progreso de las enfermedades mentales. Es decir que la lectura puede ayudar a prevenir la ansiedad y otros trastornos.
El cerebro –argumenta el educador Jesús C. Guillen en su libro Neuroeducación en el aula– es extraordinariamente plástico, pudiéndose adaptar su actividad y cambiar su estructura de forma significativa a lo largo de la vida, aunque es más eficiente en los primeros años de desarrollo (periodos sensibles para el aprendizaje). “La experiencia modifica nuestro cerebro continuamente fortaleciendo o debilitando las sinapsis que conectan las neuronas, generando así el aprendizaje que es favorecido por el proceso de regeneración neuronal llamado neurogénesis. Desde la perspectiva educativa, esta plasticidad cerebral resulta trascendental porque posibilita la mejora de cualquier alumno y, en concreto, puede actuar como mecanismo compensatorio en trastornos del aprendizaje como la dislexia”, apunta.
La lectura se correlaciona positivamente con la activación cerebral que apoya el lenguaje complejo y su proceso de comprensión posterior. “La brecha entre los que escuchan cuentos a diario y aquellos que no lo hacen podría ser de más de un millón de palabras”, afirma una investigación de la doctora Jessica Logan, de la Universidad de Ohio.
“El hecho de que tantos padres dijeran que nunca o casi nunca leían a sus hijos nos sorprendió bastante. Queríamos averiguar qué significaba eso para los niños”, explica Logan. Esta realidad puede cambiar si son más conscientes de lo importante que es este hábito. “Brindas a tu hijo algo muy valioso que el dinero no puede comprar, tu tiempo, atención y afecto, creando un vínculo irrompible que lo llevará en su corazón y memoria”, escribe la educadora Francia Elizabeth Rondón en “Beneficios de leer cuentos”.
Es decir que el momento del cuento significa mucho para las infancias, especialmente cuando sus cuerpo necesitan una pausa. “Un libro antes de dormir permite un sueño de calidad que contribuye al desarrollo del sistema nervioso e inmunológico”, sostiene la psicóloga Bermejo en su artículo “Leer para crecer”.
Los adultos, en definitiva, son responsables de crear espacios que fortalecen el vínculo emocional y permiten conocer mejor las experiencias de sus hijos en sus contextos. El aprendizaje es recíproco, solamente requiere de una dedicación consciente y un disfrute tras sumergirse en esas historias que tanto impactan a los pequeños. “Si queremos aportar algo trascendente a la sociedad ofrezcámosle hijos amados y momentos de lectura. Así, estaremos educando personas honestas, buenas y felices”, concluye Rondón.