¿Sabías que, en el transcurso de la historia, se han documentado casos de niños y niñas que han crecido en contextos de aislamiento social extremo —sin contacto humano— y no han desarrollado el lenguaje?
Este tipo de sucesos confirman que, aunque nacemos preparados para adquirir el lenguaje oral, necesitamos que se den determinadas circunstancias en el entorno. De hecho, si una criatura no está expuesta al lenguaje durante los primeros años de vida, lo más probable es que no pueda desarrollar nunca la competencia lingüística.
La forma en que se desarrolla esta capacidad es fascinante. Cada vez disponemos de información más actualizada y, de hecho, recientemente se han descubierto hallazgos muy interesantes. En este artículo te explicamos este novedoso estudio en el que se ha observado que los niños de 15 meses ya pueden aprender palabras, sin necesidad de imágenes u objetos.
¿Cómo se desarrolla el lenguaje en los bebés?
Nacemos programados con la capacidad biológica que nos permite aprender a comunicarnos mediante el lenguaje. Sin embargo, para que esto suceda debemos encontrarnos en un entorno adecuado. Es decir, la adquisición del lenguaje no se da de forma espontánea o automática sino que, además de los procesos internos de percepción del habla, se requiere que haya interacción social.
Durante los primeros meses los bebés suelen estar expuestos al lenguaje de las personas que les rodean. Esto permite que su cerebro ya trabaje para procesar todos estos estímulos y empiece a identificar sonidos, patrones, fonemas e incluso la entonación. Cuando se acerca el primer año, ya entienden muchas palabras y empiezan a verbalizar algunas. En este punto, suelen reconocer el nombre de objetos familiares e incluso instrucciones simples.
Los niños y las niñas desarrollan antes la capacidad de entender lo que los otros dicen de lo que pueden expresarse. Es decir, el lenguaje receptivo se da antes que el expresivo.
¿Qué se creía antes de este estudio?
Durante mucho tiempo se ha considerado que la asociación entre las palabras y los objetos era un aspecto fundamental para el desarrollo del lenguaje. Hasta hace poco, se creía que era necesario que los niños tuvieran diferentes experiencias sensoriales, es decir, que pudieran ver y manipular los objetos mientras los adultos decían y repetían el nombre de los mismos para poder integrarlo.
Además, también se había concluido que los bebés necesitaban tener diferentes ejemplos de una misma categoría para poder comprender que una palabra puede hacer referencia a diferentes objetos y no solo a un único objeto. En otras palabras, se creía que los niños necesitaban ver, por ejemplo, diferentes tamaños, colores y modelos de pelotas para entender que la palabra pelota hace referencia a una categoría y no solo a un objeto.
Aunque se consideraba que era muy poco probable que un niño/a pudiera incorporar una palabra nueva sin haber visto nunca el objeto que designa, este reciente estudio ha observado algo diferente.
¿Qué aportan los nuevos resultados?
Un equipo de investigación de la Northwest University, publicado en 2025, ha descubierto que los bebés de 15 meses (casi un año y medio) pueden aprender palabras nuevas a pesar de no haber visto los objetos que corresponden a esas palabras.
En el experimento realizado, los niños y niñas estaban expuestos a palabras nuevas y, pese a no tener estímulos visuales ni modelos reales de los objetos, asociaron la palabra correctamente con su significado. Estos hallazgos son realmente importantes porque sugieren que el lenguaje por sí mismo puede ser una herramienta suficiente para formar conceptos mentales incluso en edades tempranas del desarrollo.
Hasta ahora no se concebía que criaturas tan pequeñas pudieran tener la capacidad de generalizar palabras nuevas a objetos similares. Por tanto, estos descubrimientos indican que los bebés tienen una comprensión del lenguaje y del mundo que les rodea mucho más avanzada de lo que se creía. Estos resultados cambian por completo la percepción que se tenía del desarrollo del lenguaje en la infancia.
Los investigadores sugieren que el cerebro humano está preparado para poder recibir, procesar e integrar información referente al lenguaje con mucha eficacia desde edades bien tempranas. En este sentido, parece que no es necesario señalar o mostrar un objeto visualmente, sino que lo importante es que el lenguaje sea claro, repetido y se use en un contexto significativo.
Aplicaciones prácticas de los hallazgos
Estos descubrimientos son importantes más allá de la teoría porque pueden tenerse en el día a día por padres, madres y cuidadores que interactúen con los niños y las niñas. En primer lugar, es importante tener en cuenta que es necesario que los bebés reciban estimulación lingüística desde bien temprano.
Es relevante que les hablemos e interactuemos con ellos, a pesar de que no puedan respondernos. Es interesante que les expliquemos las cosas que estamos haciendo, lo que ellos van viendo o lo que sucede en el entorno para que tengan estímulos auditivos y lingüísticos variados.
Tal y como se ha demostrado en el estudio de la Northwestern University, esto permite que el aprendizaje sea profundo y se potencia también la interiorización e integración de las palabras que definen incluso aquellos objetos que no ven.
En este sentido, puede ser realmente interesante que se incorporen las prácticas de lectura de forma tan temprana como sea posible. Los libros usados pueden ser incluso sin imágenes o con pocos estímulos visuales porque esto va a permitir construir un vocabulario más amplio.
Además, también son hallazgos importantes para aquellas criaturas que presentan dificultades visuales y/o motoras porque los estudios señalan que no son necesarias estas experiencias sensoriales más directas para poder aprender el lenguaje.