Durante muchas décadas ha tomado fuerza la idea de que el afecto, la cercanía y el contacto físico con los niños les malcriaba. De hecho, por desgracia, son muchas las personas que todavía lo piensan en la actualidad. Sin embargo, a día de hoy disponemos de investigaciones científicas que afirman todo lo contrario.
En este artículo vamos a explicar detalladamente por qué los niños y las niñas necesitan afecto, cercanía física y contacto para crecer sanos. Para ello, explicamos la importancia de estos aspectos en la primera infancia y sus beneficios. De la misma forma, hablamos de las diferentes consecuencias observadas ante la falta de afecto y contacto físico. Por último, planteamos algunas recomendaciones para padres, madres y cuidadores/as.
Es importante tener presente que, al hacer referencia al contacto físico en este artículo, siempre hablamos de muestras de afecto respetuosas con la edad, las necesidades y la voluntad de las criaturas.
Importancia del afecto y el contacto físico en la primera infancia
Desde el momento en que las criaturas llegan a este mundo esperan estar en contacto físico constantemente con sus cuidadores, especialmente la madre. Esto es una cuestión biológica puesto que, al estar piel con piel, se sienten seguros y protegidos. El contacto físico representa una forma de comunicación entre el bebé y su madre (o cuidador/a).
En este sentido, las caricias, los abrazos y los besos transmiten información al bebé del mundo que le rodea y asientan las bases de su seguridad emocional. Es necesario que las criaturas estén en contacto con sus progenitores para garantizar el establecimiento y fortalecimiento del vínculo. El apego seguro está relacionado con un mayor bienestar a medio y largo plazo y la capacidad de construir relaciones saludables posteriormente.
Es más, las interacciones que implican el tacto también están relacionadas con la regulación emocional y el bienestar general del infante. Cuando los bebés están angustiados o estresados, el contacto físico les ayuda a calmarse puesto que liberan oxitocina y reducen el cortisol. Con el tiempo, esto les va a permitir aprender a autorregularse y aprender a manejar el estrés.
Las demostraciones afectuosas impactan positivamente en el desarrollo cerebral. Los estudios demuestran que los bebés que han recibido más contacto físico durante su infancia temprana tienen un mejor desarrollo neuronal. Esto se traduce en un cerebro más estimulado y preparado para crear conexiones que facilitan el aprendizaje y la memoria.
Beneficios del contacto físico en el desarrollo infantil
Las interacciones que se dan mediante el tacto como expresión de cariño entre cuidadores/as e infantes tienen múltiples beneficios. A continuación se exponen de forma detallada los más destacados.
Autoestima y confianza
Se ha demostrado que las criaturas que crecen en entornos familiares en los que reciben contacto físico “positivo” —entendido como muestras de amor, afecto y cariño— se sienten más seguros y confían más en sí mismos. Es decir, en general, crecen con una mayor autoestima.
Sentirse amados incondicionalmente, valorados y apreciados por quienes son les ayuda a tener una mejor percepción de sí mismos y esto se traduce en una mayor confianza y herramientas para hacer frente a las dificultades.
Habilidades sociales
El contacto físico como muestra de cariño fomenta la creación de un apego seguro en los niños. Esto permite que en el futuro tengan más habilidades sociales, se sientan más seguros en las relaciones interpersonales y tengan más facilidades para establecer vínculos saludables y respetuosos.
El afecto como forma de caricias o abrazos recibido en la infancia ayuda a desarrollar la empatía y esto permite una mejor identificación y respuesta ante las emociones ajenas. También potencia el desarrollo de la cooperación, la regulación emocional en las interacciones sociales y la comunicación interpersonal.
Salud física
Aunque pueda resultar extraño, el contacto físico positivo también aporta beneficios a nivel de salud física. Métodos como el canguro o el piel con piel se relacionan con la ganancia de peso, la reducción de la percepción del dolor y una mejor regulación de la temperatura corporal en recién nacidos y prematuros.
En niños mayores, se ha relacionado el contacto físico con un sistema inmunológico más fuerte, una mejor regulación del sueño y una menor producción de cortisol.
Consecuencias de la falta de contacto físico y muestras de afecto
Con todo lo expuesto hasta el momento ya podemos intuir que la falta de afecto y contacto físico “positivo” puede tener importantes consecuencias en el desarrollo integral de los niños. A continuación se exponen las principales consecuencias observadas en las investigaciones.
Desarrollo emocional
La falta de muestras de afecto y contacto físico pueden estar relacionadas con mayores niveles de estrés y ansiedad en las criaturas. Dicha privación se traduce en dificultades para autorregularse a corto y largo plazo, mayor probabilidad de padecer problemas de ansiedad, inseguridad y falta de recursos para manejar el estrés.
Desarrollo cognitivo
Ya hemos visto que el contacto físico es crucial en el desarrollo cerebral. Así pues, una carencia en este sentido puede interferir en la plasticidad neuronal y afectar en la capacidad de aprendizaje, el desarrollo del lenguaje, la atención y la memoria.
Desarrollo social
La falta de estimulación táctil puede generar dificultades para establecer vínculos seguros y relaciones saludables. No tener este tipo de interacciones de cariño y afecto en la infancia puede contribuir a integrar patrones de apego inseguros y esto interfiere en la forma de relacionarse con el resto de personas, con el mundo y con uno/a mismo/a.
Recomendaciones para cuidadores
Es importante que los padres, madres y cuidadores integren en el día a día las muestras de afecto e interacciones táctiles con el fin de potenciar el desarrollo óptimo y saludable de las criaturas.
Es cierto que cada familia debe encontrar la forma que les resulte más adecuada y se adapte mejor a sus necesidades. A continuación se plantean algunas ideas que pueden ser útiles:
- Hacer piel con piel con los bebés y portearlos.
- Fomentar las muestras de afecto físico diario mediante besos, caricias, abrazos, cosquillas, etc.
- Crear un ambiente seguro y afectuoso incluyendo aspectos como una comunicación respetuosa y amorosa, la validación de las emociones, apoyo incondicional, etc.
- Limitar el uso de la tecnología puesto que, en la mayoría de ocasiones, ha reemplazado las interacciones (especialmente las demostraciones de afecto físicas).
- Realizar masajes a las criaturas si a ellas les gusta y apetece.
- No limitar el contacto físico a la infancia temprana. Es importante adaptar las muestras de afecto a la edad y necesidades.