Hay un refrán popular que dice “Nadie le quita a uno lo baila’o”. Y si bien es cierto, pues las experiencias vividas son imborrables, otro tema muy diferente es aprender de lo baila’o. Nadie le quita lo baila’o, pero no todo el mundo aprende de ello y por esto siguen repitiendo, una y otra vez.
No hay que centrarse en el cúmulo de experiencias, sino en el aprendizaje de ellas para tener una vida más plena.
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La importancia de saber aprender de la experiencia
Lo anterior conecta con la frase que se atribuye el filósofo y escritor español George Santayana y que dice que el que no conoce su pasado está condenado a repetirlo en el futuro. La historia de la humanidad y la de las personas particulares está plagada de ejemplos en los que los mismos errores y conflictos se han repetido una y otra vez.
Si no reflexionamos sobre las experiencias pasadas, si no extraemos lecciones y si no aplicamos ese conocimiento para tomar decisiones más informadas en el presente, corremos el riesgo de repetir los mismos patrones negativos en el futuro.
A esto se refería el psicoanalista inglés Wilfred Bion con el llamado a aprender de la experiencia. Pero este no es un llamado cualquiera: es el reto del desarrollo del ser humano, e implica cultivar la capacidad para tolerar y reflexionar sobre las interacciones emocionales y los acontecimientos vividos. Para este autor la experiencia es un proceso complejo de interacción con el mundo exterior y con nuestra propia psique.
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Potenciando el autoconocimiento en terapia
Aunque las personas están todo el tiempo aprendiendo de su propia experiencia solas, es decir, sin ninguna ayuda profesional, un espacio óptimo para llevar a cabo este proceso es la terapia psicológica, la cual tiene muchas funciones y alcances. Una de ellas es ser un laboratorio para aprender de la experiencia; es decir, en clave de refrán popular, aprender de lo baila’o y aprender del pasado. La psicoterapia es el lugar idóneo para hacer esta reflexión a la que invita Bion. Y es ideal, puesto que allí el terapeuta puede contener las experiencias emocionales para que el paciente pueda transformarlas en aprendizaje mediante un proceso que, si bien puede ser doloroso, hay que tolerarlo para llegar a buen puerto.
Está en la habilidad del terapeuta contener las experiencias del paciente para que puedan ser pensadas. Este proceso implica para el terapeuta escuchar, comprender y aceptar las emociones y los pensamientos sin juzgarlos ni rechazarlos. Y para el paciente esto implica permitir “ser contenido”, lo que involucra ser receptivo y permitir que sus propias experiencias emocionales sean comprendidas y procesadas por otros.
Sin embargo, el paciente tiene también un rol muy activo; debe tolerar la incertidumbre y la ambigüedad, pues con frecuencia nos encontramos frente a situaciones en las que no hay soluciones o respuestas claras. En este sentido, se debe estar abiertos a la exploración, la consideración de diferentes perspectivas y la reflexión. Solo a través de la contención emocional y la apertura a nuevas ideas podemos aprender de la experiencia y desarrollar una comprensión más profunda de nosotros mismos y de los demás. Otro aspecto importante en el pensamiento de Bion es el papel de la curiosidad en el aprendizaje de la experiencia. Para él, la curiosidad es una actitud mental que impulsa la búsqueda de conocimiento y la exploración de nuevas ideas.
Es la capacidad de cuestionar, investigar y no dar por sentado lo que creemos saber. La curiosidad nos permite estar abiertos al aprendizaje constante y nos ayuda a superar las barreras que limitan nuestra comprensión.
Camila Jaramillo Arciniegas
Camila Jaramillo Arciniegas
Psicólogo clínico
En resumen, aprender de la experiencia, según el psicoanalista Wilfred Bion, es un proceso complejo que implica la capacidad de reflexionar sobre las interacciones emocionales y los patrones de pensamiento: en otras palabras, es la capacidad para aprender de lo baila’o y la de aprender del pasado para no repetirlo en el futuro. Sin embargo, requiere de un rol activo por parte del terapeuta y paciente orientada hacia la tolerancia a la ambigüedad, curiosidad y apertura a nuevas ideas. Aprender de la experiencia nos permite desarrollar una mayor comprensión de nosotros mismos y de los demás, y nos ayuda a crecer y evolucionar en nuestro camino hacia el conocimiento y la sabiduría.