En la mayoría de las ocasiones, cuando se habla acerca de los problemas de comportamiento asociados al consumo de alcohol, se piensa automáticamente en la imagen de una persona que ha desarrollado todas las características típicas de la adicción: las penurias económicas por no poder mantener un estilo de vida basado en la dependencia y la embriaguez, el síndrome de abstinencia que aparece a las pocas horas de haber bebido, la impulsividad y la predisposición a la hostilidad, los problemas de salud física causados por el desgaste de los órganos, etc.
Este tipo de alteraciones, si bien son muy severas y desgraciadamente están muy extendidas entre la población, no incluyen todos los motivos por los que el consumo de alcohol puede dar lugar a patrones de comportamiento disfuncionales y muy dañinos. Por ejemplo, hay un perfil de bebedor que a pesar de haber desarrollado un problema con el alcohol, no es consciente de ello y asume que es un aspecto más de su estilo de vida, porque no ha desarrollado los signos y síntomas propios de la dependencia ni sufre abstinencia. Se trata de los alcohólicos de fin de semana, que en muchos casos nunca prueban ni una gota de lunes a jueves.
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Características del alcoholismo de fin de semana
En las sociedades occidentales, se han establecido una serie de elementos culturales que unen la idea de “ocio para adultos” con el consumo de alcohol. El hecho de beber productos como la cerveza, el tequila, y los combinados de ron, ginebra o vodka está completamente normalizado en el mundo del ocio nocturno, hasta el punto de que se asume que los locales que ofrecen lugares para reunirse obtienen siempre sus ingresos principalmente por esta vía.
Este tipo de dinámicas tienen varias causas, y parte de ellas tienen que ver con las maniobras de marketing por parte de una industria que cada año mueve una enorme cantidad de dinero a nivel internacional. Sea como fuere, hoy es un hecho que existe una diferencia en la percepción del alcohol en comparación con otras drogas con efectos para la salud del mismo o incluso menos nivel de gravedad.
En este contexto, no sorprende que existan quienes son “alcohólicos de fin de semana”. Se trata de personas por lo general jóvenes, pero que pueden ser de prácticamente cualquier grupo de edad, y que no conciben la idea de pasar sus ratos libres de viernes, sábado y/o domingo sin beber una gota de alcohol. El tipo de rituales de ocio que les llevan a beber durante los fines de semana están tan interiorizados en su manera de pensar que, incluso si aún no han desarrollado una adicción química a esta droga, se sienten mal si no beben en esos días, y/o han desarrollado una manera muy disfuncional de beber de viernes a domingo porque se implican demasiado en esa experiencia. Y eso, por supuesto, tiene implicaciones para su salud y su calidad de vida.
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Dos maneras distintas de llegar a este problema de salud
Existen principalmente dos vías por las que una persona puede llegar a ser un alcohólico de fin de semana; veámoslas.
Alcoholismo tipo Épsilon
El alcoholismo tipo Épsilon se da en aquellas personas que aunque no sienten la necesidad de beber alcohol y se pueden permitir pasar meses sin hacerlo, cuando empiezan a consumir bebidas alcohólicas pierden el control, llegando a estados de embriaguez muy altos o incluso perdiendo el conocimiento (con el peligro de caer en el coma etílico).
Es decir, que en estos casos no se ha asentado la adicción en el funcionamiento de su cerebro y su sistema nervioso no sufre un desequilibrio cuando pasan los días y no se bebe alcohol (algo que en las personas adictas de verdad genera el famoso síndrome de abstinencia), pero en los momentos puntuales en los que se bebe, aparece de repente el problema, irrumpiendo en la salud de la persona y arrasando con todo.
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Alcoholismo por presión social
Hay personas que, aunque tienen ciertos recursos para moderar el consumo del alcohol una vez han empezado a beber (a diferencia de quienes tienen alcoholismo tipo Épsilon), se sienten muy mal si llegan al fin de semana y, estando acompañadas por otras personas que están de fiesta, no beben como ellas.
En casos así tampoco se ha asentado una adicción química al alcohol en el funcionamiento de su cerebro, pero la presión social hace que el individuo se sienta empujado una y otra vez a beber productos alcohólicos. La idea de no hacerlo hace que surja el miedo al rechazo por parte de los demás, e incluso puede llegar a producir el efecto de no gustarse uno mismo, al no ser lo suficientemente "adulto" o "fuerte" como para probar ese tipo de sustancias. Pero además, como estas personas sienten que no disfrutan plenamente del alcohol, suele surgir en ellas una falsa confianza en su capacidad para evitar la aparición de la adicción química... sin darse cuenta de que los trastornos adictivis muchas veces se cosolidan no desde el placer momentáneo, sino desde la evitración del malestar.
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Sea como sea el tipo de alcoholismo de fin de semana que sufre una persona, esta debe buscar ayuda profesional de manera urgente, para evitar problemas psicológicos y médicos antes de que el alcoholismo se agrave.
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