​Drogas auditivas: ¿existen sonidos que "nos colocan"?

¿Pueden llegar a causarnos efectos alucinógenos? La ciencia lo explica.

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En su libro Cerocerocero, el periodista italiano Roberto Saviano defiende la idea de que el mercado de la cocaína gobierna el mundo. 

Puede que esto no sea cierto, pero el hecho de que un escritor conocido pueda construir un libro alrededor de esa idea y seguir siendo respetado después sirve para tener una idea del poder que tienen las drogas en general sobre nuestras vidas, las consumamos o no. 

Sin embargo, este tipo de productos están limitados por su naturaleza material: son objetos concretos que se tienen que consumir entrando en contacto directamente con ellos. ¿O acaso existe alguna droga que sea, en sí misma, ondas sonoras? Esta idea es la que ha hecho que en algunas comunidades de Internet se hable sobre un tipo de productos conocidos como drogas auditivas.

I-Doser y las drogas digitales

En el año 2007 se lanzó al mercado un programa llamado I-Doser, lo cual hizo que se empezase a popularizar el concepto al que el nombre de este software hace referencia: las drogas auditivas, algo de lo que obtener dosis a partir de información descargable desde Internet. La idea en la que se basa I-Doser es generar estados alterados de conciencia, algunos de los cuales servirían para simular los efectos de ciertas drogas ilegales con la ventaja de no tener efectos dañinos para el cuerpo ni producir intoxicación o adicciones.

El hecho de que estas drogas auditivas se planteen como alternativas sanas a sustancias dañinas difícilmente puede tranquilizar a una generación de padres y madres que están poco familiarizados con Internet y que, además, no tienen ningún interés en que los jóvenes empiecen a familiarizarse con productos que están más o menos relacionados con las drogas. Veamos hasta qué punto es cierto que los efectos que estos sonidos tienen sobre el organismo sean esos.

El funcionamiento basado en audios binaurales

Los sonidos en los que se basa el funcionamiento de I-Doser tienen una particularidad; se basan en la utilización de dos canales de sonido algo distintos entre sí que van cada uno a un oído diferente (algo que también se utiliza en los audios ASMR). Las frecuencias de ondas distintos de estos dos sonidos son integradas entre sí por nuestro cerebro como si encajasen la una en la otra, lo cual produce la ilusión de que hay un tercer todo diferente a los otros dos.

La acción conjunta de estos sonidos binaurales repetitivos haría que las ondas cerebrales de ciertas regiones del encéfalo se ajustasen de acuerdo a lo que se está oyendo, haciendo que algunos grupos de neuronas empezasen a comunicarse entre ellos de un modo determinado y, en algunos casos, emulando el comportamiento que tendrían bajo el efecto de drogas ilegales.

Es decir, la droga auditiva se saltaría el paso en el que una sustancia pasa a la sangre y es metabolizada por el organismo; simplemente, actuaría de forma directa sobre las señales nerviosas que se mandan las neuronas entre sí y que, al fin y al cabo, son las responsables de que tengamos un estado de consciencia u otro.

¿Son eficaces las drogas auditivas?

Actualmente no existen estudios independientes publicados en revistas revisadas por pares que permitan afirmar que las drogas auditivas funcionan como tales, y hay al menos un experimento que revela su ineficacia

Sin embargo, parte de la popularidad de estos contenidos descargables es la ambigüedad del propio concepto de "droga auditiva": si a las drogas les quitamos su capacidad para generar adicción química, efectos secundarios e intoxicaciones, ¿qué nos queda? No está nada claro lo que significa que un sonido emule los efectos del éxtasis, la cocaína o la marihuana. El rango de similitud entre los estados mentales generados por las sustancias ilegales y los que producen las drogas auditivas es tan amplio como estemos dispuestos a concederle a este producto.

De hecho, es probable que el relativo éxito de las drogas auditivas se base en la sugestión, es decir, nuestra facilidad para creernos lo que se nos está vendiendo. Por ejemplo, se ha comprobado que un cierto porcentaje de personas tiende a creerse tanto que ha consumido una droga cuando en realidad se le ha dado un placebo que reproduce los síntomas que se supone que genera la sustancia que se le ha dicho que ha tomado. En el caso de las drogas auditivas, que se han descargado cientos de miles de personas, siempre existirá un porcentaje de compradores que crean que lo que han experimentado es lo que ocurre al tomar sustancias que alteran la consciencia y que mantendrán viva la creencia en comunidades online y personas de su entorno.

Psicólogo | Director Editorial de Psicología y Mente

Adrián Triglia (Barcelona, 1988) es Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona y licenciado en Publicidad por la misma institución.

Es cofundador y Redactor Jefe de la web Psicología y Mente, la mayor comunidad en el ámbito de la psicología y las neurociencias.

Autor de dos libros de divulgación científica:

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