Aunque parezca una sustancia asentada en la sociedad que se consume solo en situaciones concretas, el alcohol genera muchos problemas en el entorno médico de forma constante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se producen 3 millones de muertes por el consumo nocivo de alcohol, lo cual representa un 5,3% de todas las defunciones a escala global.
Dicho de otro modo, el 5,1% de la carga de morbilidad (estado de mala salud debido a cualquier causa) y lesiones físicas que se producen en todo el globo se deben al consumo de esta sustancia. No es de extrañar, pues desde encefalopatías a cirrosis mortales, existen unas 200 enfermedades que surgen derivadas del consumo de alcohol.
Con todos estos datos no queremos decir que esta bebida sea mortal, pero desde luego sí que se conocen poco los efectos de su abuso por parte de la población general. La cosa se complica aún más si nos fijamos en las posibles sinergias y efectos conjuntos del alcohol con estas sustancias, pues no solemos tener nada claro qué se puede consumir o hacer bajo los efectos del alcohol. Con fines tan divulgativos como médicos, hoy exploramos si es peligroso mezclar alcohol y cannabis.
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Los efectos de la marihuana y el alcohol
Antes de explorar el efecto sinérgico de ambas sustancias al mismo tiempo, es de interés ver qué hacen a nivel cerebral de forma separada. En primer lugar, cabe destacar que el cannabis se fuma por el contenido de THC presente en la marihuana, el cual crea una serie de efectos a nivel cerebral. En el cerebro, el THC se adhiere a los receptores cannabinoides, situados a su vez en las células nerviosas, lo que deriva en una sobreestimulación de las áreas cerebrales con más cantidad de receptores.
Curiosamente, el cannabis se considera una droga depresora del sistema nervioso central, así que se trata a la vez de un compuesto depresor y excitador. Esto quiere decir que se caracteriza por producir de forma simultánea sedación y euforia: la sensación puede ser muy positiva a nivel emocional, pero a la vez conllevar una pérdida clara de facultades a nivel físico.
Todo esto provoca alteración de los sentidos, cambios en la percepción del tiempo, fluctuación en el estado de ánimo, limitación de movimientos corporales, dificultad para pensar y resolver problemas y fallos de memoria, entre otras muchas cosas. A largo plazo, el consumo de cannabis de forma abusiva se asocia con el desarrollo de ansiedad, psicosis y depresión, además de otras entidades clínicas de naturaleza física (como el cáncer de pulmón, si se mezcla el hachís con tabaco a la hora de fumarlo).
Por otro lado, el compuesto activo del alcohol es el etanol, que se puede obtener a partir de la fermentación bacteriana de azúcares en medios naturales o industriales. El etanol también es un depresor del sistema nervioso, así que su consumo elevado se traduce en pérdida de reflejos, disminución de la alerta, temblores, problemas para mantener la marcha e, incluso, alucinaciones. Con estos datos no nos cuesta imaginar por qué el 73% de los casos de accidentes con víctimas mortales tienen alcohol de por medio.
Cabe destacar que el alcohol tiene un efecto bifásico sobre el cuerpo, es decir, que inicialmente se manifiesta en forma de desinhibición y alegría, pero luego siempre llegan los problemas motores, la torpeza e, incluso, el coma etílico. Tanto el alcohol como el cannabis generan una suerte de rush inicial, que luego se traduce en una serie de signos derivados de la depresión del sistema nervioso central.
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¿Es peligroso mezclar ambas drogas?
Existen muchos mitos y “afirmaciones” repetidas en lo que a esta temática respecta. Por ello, solo nos vamos a centrar en los datos citados por fuentes profesionales, como la revista médica HHS Public Access o los Centers for Disease Control and prevention (CDC). Vamos a ello.
Según la CDC, el consumo de cannabis y alcohol de forma simultánea reporta efectos depresores más obvios que si se consumiese cada uno de los compuestos por separado, es decir, la sensación es mayor que la suma de sus partes. Esta postulación se basa en que el alcohol incrementa la absorción a nivel sistémico de THC, el componente activo depresor del sistema nervioso de la marihuana.
Estudios como “Ethanol increases plasma 9-tetrahydrocannabinol (THC) levels and subjective effects after marihuana smoking in human volunteers” pusieron a prueba esta idea en condiciones experimentales. Para este estudio concreto, se tomaron una serie de voluntarios que consumieron bebidas alcohólicas y marihuana y un grupo muestral placebo y, tras cierto tiempo, se realizaron análisis de sangre y cuestionarios subjetivos a cada uno de ellos.
Curiosamente, se observó que el nivel de THC en el plasma sanguíneo era considerablemente mayor en las personas que habían consumido alcohol antes que la marihuana, lo cual podría justificar la sensación de más euforia en el grupo muestral, pero a su vez mayores signos clínicos que evidenciaban depresión en el sistema nervioso central. También se ha demostrado justo el caso contrario, ya que parece ser que fumar marihuana retrasa la absorción de etanol a nivel sistémico, reduciendo sus efectos sobre el organismo.
No nos vamos a centrar en las propiedades farmacocinéticas de cada sustancia que derivan en esta interacción, pues nos basta con saber que el consumo de alcohol parece potenciar el efecto del THC y el THC parece retardar los efectos visibles del consumo de alcohol.
Los efectos de esta sinergia
Dilucidar si esta interacción tiene efectos clínicos claros es prácticamente imposible, pues cada persona es un mundo y, por ende, el organismo presenta diferentes rangos de tolerancia y de dosis tóxicas. Además, los estudios realizados suelen congregar un grupo muestral bastante pequeño (menos de 100 personas), así que es bastante difícil generalizar a partir de un resultado. A todo esto se le suma que rara vez se exploran los efectos a largo plazo del consumo de una sustancia, mucho menos en combinación con otra.
Entonces, ¿qué hacer con los datos expuestos? Si una cosa es clara a lo largo de las distintas investigaciones, es que el nivel de THC en sangre se puede llegar a duplicar tras la ingesta de alcohol, al menos en comparación con las personas que solo consumen una de las dos drogas por separado. Esto se refleja a la hora de realizar muchas pruebas (como de reflejos y conducción), pues consecuentemente los grupos que han tomado primero alcohol y luego marihuana desempeñan su labor mucho peor.
De todas formas, estas generalidades se pueden aplicar o no a cada caso dependiendo de una serie de factores. Entre ellos, encontramos las siguientes:
- La tolerancia a cada una de las sustancias: cuanto más alcohol o cannabis se consume, más tolerancia se desarrolla. Por ello, presuponemos que es difícil que una cantidad constante de ambos siente tan mal como la primera vez.
- El tipo de alcohol: es necesario recordar que una cerveza tiene unos 5 grados de alcohol, mientras que el vodka blanco reporta unos 40. Esta distinción es una de las más importantes.
- El consumo del cannabis: el efecto del cannabis ingerido en forma de pastel es mucho más retardado que si se inhala en el tabaco o la cachimba.
- El intervalo entre el consumo de cada una de las sustancias.
- La sinergia con más sustancias adictivas, como la cafeína o la nicotina, en conjunción con el alcohol y el cannabis.
- El consumo previo de ciertos medicamentos recetados.
Resumen
Con todos estos datos, hemos querido reflejar que, ante la pregunta de si es peligroso mezclar alcohol y cannabis, no existe una respuesta concreta. La reacción de cada persona y la farmacocinética de las sustancias dependen de la tolerancia de cada uno, el estado anímico, la salud en el momento y el consumo de otros fármacos/sustancias, entre otras muchas cosas. Además, para complicar aún más las cosas, se ha demostrado que el THC retarda los efectos depresores del alcohol. Entonces, ¿con qué nos quedamos?
Fuera de cuestiones legales, si vas a beber y luego fumar, te recomendamos que reduzcas la ingesta de cannabis a la mitad o, al menos, que esperes unas horas entre el consumo de una sustancia y la otra. Si consumes una cantidad considerable de alcohol y luego fumas marihuana, es probable que te siente peor y facilite el conocido “amarillo”, así que ten cuidado y selecciona los momentos con cabeza.