Las emociones nunca son algo que nos influyen de manera unidireccional: del mismo modo en el que tienen un efecto en nosotros, como individuos también podemos adoptar estrategias y rutinas que nos permiten modularlas, aunque nunca controlarlas por completo.
Un ejemplo de ello lo tenemos en el uso de las terapias creativas como una manera de gestionar el estrés y varios tipos de emociones con capacidad de desgastarnos psicológicamente si aparecen en exceso. Aquí hablaremos de ello con una experta en el ámbito de la arteterapia, Merche Moriana.
- Artículo relacionado: "Tipos de estrés y sus desencadenantes"
Entrevista a Merche Moriana: la gestión del estrés en positivo con terapias creativas
Merche Moriana es coach y arteterapeuta con consulta en Barcelona y Esplugues de Llobregat, y también ofrece sus servicios a través de Internet. En esta entrevista, nos habla acerca del potencial de las terapias creativas a la hora de mejorar las habilidades de gestión del estrés.
¿El arte tiene potencial terapéutico?
Es una pregunta muy interesante. El arte es algo intrínseco al ser humano, llevamos desde la prehistoria representando el mundo en paredes y creando objetos con una finalidad estética.
Esto parece que es debido a que el comportamiento artístico del ser humano reside en el desarrollo de nuestro cerebro. Por un lado, la capacidad de organizar e interpretar la información sensorial. Por otro lado, tiene una función de conexión social. El ser humano necesita para su bienestar psicológico estar con otros humanos. Y el arte aglutina la memoria personal con la colectiva para su transmisión es lo que conocemos como cultura.
Así pues, la producción artística de la persona es espontánea y permite restablecer la capacidad natural del individuo de relacionarse consigo mismo y con el mundo que le rodea más satisfactoriamente.
El valor terapéutico reside ahí precisamente, en la exploración del entorno o del conflicto de forma segura, a través del valor simbólico de estas construcciones mentales. Dicho de otra forma, la producción artística es la representación simbólica de la vida del individuo. Y desde esa representación podemos ofrecer una vía terapéutica.
¿Puede decirse que la creatividad es, entre otras cosas, una manera de canalizar y expresar emociones dolorosas?
Desde luego que sí. La creatividad es adentrarse en lo desconocido, o no explorado, por lo que se puede aplicar al desarrollo cognitivo y al componente subjetivo de las emociones.
Adentrarnos en emociones dolorosas supone revivir ciertas situaciones traumáticas, por lo que es natural que aparezcan ciertas resistencias o se activen mecanismos para evitar sentirlas.
Sin embargo, la producción artística permite que se puedan explorar de forma indirecta, sin abordar la propia emoción, sino en su forma simbólica. Se establece un diálogo entre esta nueva forma y el individuo. Accedemos al suceso para ser transformado al reinterpretar su contenido emocional.
Esto sucede porque durante el proceso creativo se activan varias áreas de nuestro cerebro, incluidos distintos sistemas de memoria, como la episódica, donde se contienen los detalles autobiográficos, y la memoria categorial, que contiene información sobre el mundo, uno mismo y sobre los otros. Y otras áreas cerebrales relacionadas con la formación de asociaciones y de síntesis.
Desde tu punto de vista, ¿cuáles son los pilares básicos de las terapias creativas?
Antes de nada aclarar que la finalidad de las terapias creativas no es estética. La creatividad no se limita a la pintura, escultura, música o danza. Aunque solemos asociarla a “producir algo”, la creatividad también es buscar nuevas respuestas, más adecuadas, en lugar de quedarse estancado; es revisar que es necesario cambiar.
Los pilares de las terapias creativas, para mí, son fundamentalmente tres. El primero es ayudar a la persona a explorar su experiencia interior y significado subjetivo. El segundo, poner énfasis en las características específicas humanas como la decisión y la autorrealización. Y el tercero, el desarrollo del potencial inherente a la persona, para que sea el autor de su propia vida, es decir, que dirija su vida y no los acontecimientos pasados no resueltos.
¿Todo el mundo puede ser creativo aprendiendo a serlo a través de ejercicios?
Desde luego que sí. Ser creativo es un recurso intelectual que se puede desarrollar y fomentar. Todos somos creativos, a nuestra manera cada uno desarrolla y utiliza su creatividad cada día, ya que creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas, de pensar originalmente.
Para fomentar la creatividad se debe reforzar la curiosidad; hacernos preguntas, investigar, experimentar y perder el miedo al error. Los inconvenientes se vuelven oportunidades de ver las cosas de manera diferente.
La creatividad nos ayuda a estar más motivados, a tener pensamientos más positivos, siendo enriquecedor el contacto con el entorno.
Para liberar nuestro impulso creativo el primer paso es deshacerse de los prejuicios que se hayan ido adquiriendo a lo largo de la vida. A través de la percepción sensorial, como el tacto, la vista... se puede empezar el juego creativo y abrirse a nuevos estímulos.
Por eso, la experiencia creativa es idónea, ya que permite jugar, experimentar a través de los sentidos con la pintura, el papel, barro, música y otros elementos, con la intención de expresar y comunicar.
En el caso de la gestión del estrés, ¿cómo puede ser aprovechado el potencial de la creatividad?
El origen del estrés se da en la percepción de cierto desequilibrio entre las demandas, externas o internas, y los recursos con los que se cuentan para superarlo. Por lo que la creatividad es la capacidad de hallar soluciones o aportaciones innovadoras para superar estas situaciones, ya sean cotidianas como vitales.
Además tiene un efecto protector, ya que se ha demostrado científicamente que realizar una actividad creativa durante 45 minutos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
La expresión creativa es un modulador del estrés porque ayuda a expresar y comunicar sentimientos, facilitando la reflexión, la comunicación, como consecuencia se reduce el estrés en las relaciones interpersonales e intrapersonal.
¿Cómo se van produciendo los cambios a mejor en la persona que aprende a modular el estrés potenciando su lado creativo?
Lo que me resulta un indicador claro de que se están produciendo cambios es el estado de ánimo de la persona. Pasan de estar tristes, preocupados, angustiados a sentirse gradualmente más ligeros, más expresivos, más sonrientes.
La creatividad nos hace ser más optimistas, nos dice algo así como; aunque ahora no lo puedas ver sé que darás con una solución. Y a ser más resilientes, se aceptan los inconvenientes, la incertidumbre y el sufrimiento como parte de la vida. Se aprende de las experiencias y se integran en un nuevo mapa mental. Lo que ayer me hizo sufrir, hoy es algo tangible que puedo modular con mis propias manos.
Me encanta cuando veo la transformación en sus caras, desde que se comienza a realizar un ejercicio con desconfianza y ciertas reservas, y el orgullo y satisfacción al acabarlo. La terapia creativa es una terapia activa, la persona participa activamente en su mejora, de esta forma la autoestima se ve beneficiada, se vencen los prejuicios hacia uno mismo y se pierde el miedo a afrontar las situaciones por temor a que sean estresantes. En definitiva, te sientes auto eficaz y valioso por lo que te adaptas de forma más flexible a las experiencias.