Aunque en las últimas décadas se haya avanzado mucho en la no-discriminación de las mujeres por la vía legal, aún siguen existiendo muchas asimetrías a nivel cultural. Y algunas de estas desigualdades afectan no solo a las mujeres que se criaron en épocas en las que los valores eran muy diferentes a los actuales; perjudican también a las mujeres jóvenes que están en una época de encontrar su identidad.
Debido a esto, no son pocas quienes interiorizan creencias y exigencias que no responden a sus propios intereses de desarrollo personal, sino a la presión social por ajustarse a aquello que se espera de una mujer. Y por eso, libros como el que acaba de escribir Georgina Hudson son necesarios.
Entrevista a Georgina Hudson: “Sonriendo estás más guapa”
Georgina Hudson es coach de vida y autora del libro Sonriendo estás más guapa: Se acabó ser la niña buena, en el que profundiza en el rol femenino que somete a millones de mujeres a la presión de adaptarse a lo que los demás esperan de ellas. En esta entrevista hablamos sobre las principales ideas recogidas en las páginas de esta obra.
¿Qué te llevó a escribir Sonriendo estás más guapa, y a centrarte en ese tipo de público femenino que siente la presión social de ajustarse a un rol concreto?
En realidad, nunca pensé en escribir un libro. La propuesta llegó de Plataforma Editorial y mi primera reacción fue una mezcla de miedo y vértigo. Y no me sorprendió: ahí estaba de nuevo la “niña buena” dentro de mí, dudando de si tenía algo valioso que decir, si merecía ocupar ese lugar.
Pero también me di cuenta de que ese temblor era parte del camino. A esas alturas, y mi inmersión en la psicología transpersonal, el mindfulness, y el coaching, sé bien que el crecimiento no ocurre sin atravesar ciertas sombras. Así que dije que sí, no porque me sintiera lista, sino porque sentí que era el momento de hablar con claridad de algo que conozco muy de cerca: lo que cuesta desarmar el personaje de la mujer que lo hace todo bien pero que vive en tensión por dentro.
En tu libro hablas del “síndrome de la niña buena”. ¿Cómo lo definirías en pocas palabras y qué efectos tiene en la vida de una mujer?
Es complejo para ponerlo en pocas palabras, ya que tiene muchas capas. Es una forma de estar en el mundo en la que creemos que para ser queridas tenemos que ser perfectas, suaves, discretas, siempre disponibles. La niña buena es la que se adelanta a lo que los demás esperan, la que no molesta, la que no se elige.
El precio es alto: muchas mujeres viven con una sonrisa por fuera y una tensión crónica por dentro. El cuerpo se resiente, la alegría se apaga, la espontaneidad desaparece. A mí me generó ansiedad desde muy joven, y un profundo desconcierto porque todo parecía ir “bien” por fuera, pero yo me sentía desconectada de mí. No podía entenderme aún pero sentía un gran vacío en medio de muchos logros sociales y profesionales.
¿Qué creencias o mandatos culturales sostienen este rol sumiso en las mujeres sin que muchas veces nos demos cuenta?
Muchos de estos mandatos no nos los dicen en voz alta. Se transmiten en miradas, gestos, recompensas y castigos sutiles desde que somos niñas. “Qué linda estás cuando sonríes”, “qué educada”, “qué bien te portas”, “no hagas lío”, “sé buena hija, buena novia, buena esposa”, “fulana de tal me dijo que eres tan agradable, siempre tan simpática” (este era mi caso)
Aprendemos a leer el clima emocional, a sentirnos mal si censamos que algo no está bien en la relación con otros, a priorizar al otro, a no ocupar demasiado espacio. Se nos educa más para agradar que para habitar. Y como está tan normalizado, ni siquiera lo vemos como opresión. Lo vivimos como algo natural… hasta que nos empieza a doler.
Cuento en el libro un momento donde sufrí el acoso sexual de un cliente, y como al contárselo a mi madre, a mis jefes, a RRHH, me dijeron, mi madre “no le digas a tu padre que se muere”, mis jefes, “hay que analizar el contexto porque..”, RRHH, “tienes razón pero..”. Por primera vez, sentí el peligro y la soledad más rotundas.
Desde tu punto de vista, ¿cuál es el papel que juega la sororidad al plantarle cara a esa expectativa de que una mujer debe ser acomodaticia?
Es fundamental. Porque sola cuesta. Cuando una mujer empieza a poner límites o a decir que no, muchas veces se siente culpable, juzgada o incluso traidora. La sororidad nos da ese lugar donde podemos respirar hondo y sentir: “no estoy loca, no estoy sola, no soy egoísta”.
No se trata solo de apoyarnos entre mujeres. Se trata de sostener el proceso de cada una con honestidad y ternura. En mi experiencia clínica, cuando las mujeres se acompañan desde ese lugar, aparece una fuerza que antes no sabían que tenían.
¿Por qué ser complaciente y perfeccionista —cosas que en teoría “se valoran”— pueden convertirse en una trampa emocional?
Porque son disfraces del miedo. No nacen del amor propio sino del deseo de controlar la imagen que los demás tienen de nosotras. La complacencia y el perfeccionismo dan premios sociales, pero drenan energía vital.
Yo fui esa mujer que no se permitía bajar la guardia. Me aplaudían por ser siempre exitosa, correcta, siempre capaz. Pero por dentro había cansancio, autoexigencia, ansiedad, y una parte de mí que solo quería parar y respirar. Toqué el fondo varias veces, también lo cuento en el libro. Hasta que me escuché. Y me elegí.
¿Qué resistencias internas suelen aparecer cuando una mujer empieza a decir “no” o a priorizarse?
Aparece la culpa, claro. La sensación de que estás fallando a alguien. También el miedo a decepcionar, a que dejen de quererte. Es muy profundo. No es solo mental. Lo sentimos en el cuerpo: en el estómago, en la garganta, en el insomnio, en la mente con nuestras infinito sobrepensar.
Por eso es tan importante entender que ser asertiva, auténtica, poner límites, elegirnos, no es una traición, sino un acto de integridad. Hoy, cuando la niña buena aparece en mí, ya no le creo todo lo que dice, pero no la rechazo: le hablo. La abrazo. Aún tiene miedo. Le explico que no estamos en peligro, que ya somos adultas, y que hoy podemos elegir distinto.
¿Qué mensaje te gustaría que toda mujer se llevara consigo después de leer Sonriendo estás más guapa?
Que no tiene que hacer más para valer. Que ya es suficiente. Que no está rota, ni sola, ni tarde.
Y que detrás de la máscara de la niña buena no hay una víctima: hay una mujer que se cansó de fingir, y está empezando a elegirse. Aunque tiemble. Aunque le duela. Aunque el mundo no la entienda todavía.


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