Cuando hablamos acerca del tema del bienestar emocional, es muy habitual (y en muchos casos, útil) diferenciar entre los problemas psicológicos de tipo individual y aquellos que tienen que ver más bien con las dinámicas a la hora de relacionarnos con el resto de personas de nuestro entorno.
Sin embargo, esta diferenciación es, hasta cierto punto, artificial: en todos los fenómenos psicológicos influye el contexto social, y viceversa. Y cuando estas relaciones son con las personas a las que más queremos, el vínculo entre estas dos dimensiones resulta aún más claro.
Para saber más acerca de la relación entre la salud mental y las relaciones de pareja hemos entrevistado a una experta en esto: la psicóloga Patricia Morales, quien trabaja ayudando a las personas en ambas facetas de la vida.
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Entrevista a Patricia Morales: la salud mental en la pareja, y claves para mejorarla
Patricia Morales es psicóloga y Directora del centro de asistencia psicológica El Barret, ubicado en Granollers. Esta profesional realiza tanto psicoterapia individual como de pareja, y en esta entrevista nos habla acerca de cómo interactúan estos dos mundos: el de la salud mental y las relaciones amorosas en el ámbito del noviazgo y el matrimonio.
Teniendo en cuenta que todos los tipos de trastornos psicológicos tienen parte de sus causas en las experiencias que hemos ido viviendo, ¿pueden las relaciones de pareja ser un contexto en el que se alimentan las probabilidades de que alguien desarrolle una psicopatología?
Toda psicopatología hay que contextualizarla, precisamente por ese motivo, porque parte de su origen puede deberse a factores ambientales y a les experiencias vividas.
A mis pacientes les explico el símil con una cebolla; si vas quitando capas a una cebolla, nunca llegas a la verdadera cebolla, pues en sí misma se compone de capas. Con las personas pasa lo mismo, como decía Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancias", las experiencias nos van sumando capas y eso nos van conformando como persona.
Un trastorno psicológico no aparece de la nada, sino que ya hay factores predisponentes a padecerlo. No podemos decir que el hecho de estar en pareja suponga un riesgo para desarrollar una psicopatología, pero sí existe la posibilidad de que problemas en el seno de la relación de pareja, lleve a alguno de los miembros o a ambos a padecer alguna psicopatología.
De hecho, no es extraño que en consulta aparezca la relación de pareja como un factor estresante y/o precipitante para iniciar una psicoterapia, sobre todo relacionados con síntomas ansiosos y emocionales.
Y en el sentido contrario, ¿qué aspectos de las relaciones de pareja crees que son más importantes como factores protectores de la salud mental?
Son muchos los aspectos que ayudan a mantener una buena salud mental en pareja. Tener una buena vía comunicativa, no tanto en cantidad como en calidad; la asertividad, el poder expresar lo que uno piensa, siente y desea sin ofender al otro; el respeto por uno mismo y por el otro; el poder compartir la propia felicidad y la felicidad del otro, que nos hace sentir plenos y satisfechos emocionalmente; el factor protector de pertenencia, de saber que se forma parte de ese vínculo y que se es parte importante de él; el cuidado mutuo de la pareja, saber que alguien se preocupa por ti; el amor y la necesidad de contacto, muy necesarios para los seres humanos, somos seres sociales y precisamos de ese tipo de interacciones...
Todos estos factores que se dan en las relaciones de pareja, entre otros, pueden ser protectores y síntomas de una buena salud mental.
Por lo que has ido viendo a lo largo de tu experiencia como psicóloga, ¿es habitual que los trastornos psicológicos más frecuentes den paso a crisis en las relaciones de pareja? Por ejemplo, porque quien sufre la alteración psicológica tienda a aislarse y la otra persona se sienta sola o sobrecargada con responsabilidades.
En mi experiencia en consulta, es bastante habitual que la sobrecarga, la falta de conocimiento sobre la patología y no saber bien qué implica ésta en concreto, pueden llevar a una crisis de pareja.
Es clave que para que la pareja funcione de forma adaptativa ambos busquen la felicidad propia y conjunta. En cuanto al sentimiento de felicidad propia, influirá en gran medida la autoestima, el concepto que se tenga de uno mismo, el sentirse realizado, disponer de autonomía y libertad en la toma de decisiones, entre otras cosas.
Estos aspectos se ven muy afectados en cualquier tipo de psicopatología, por lo tanto, esto desequilibra la balanza de la pareja y es lo que puede provocar una crisis.
En muchas ocasiones, la persona que sufre el trastorno psicológico se siente incapaz de dar respuesta a sus propias necesidades; en consecuencia, no puede cubrir las necesidades afectivas de la pareja, “si no estoy para mí, no puedo estar disponible para otra persona”, los recursos se encuentran saturados para poder dar una respuesta adaptativa y funcional.
En estos casos, la psicoeducación es muy importante para ambos, tanto para la persona que sufre la patología, como para el que la acompaña.
Y teniendo en cuenta que el bienestar psicológico de uno mismo también afecta a la convivencia y a la relación amorosa en general, ¿es frecuente que surjan conflictos cuando, por ejemplo, la persona con un trastorno no quiere ir a psicoterapia y la otra no consigue convencerla? ¿Hasta qué punto una psicopatología es un problema individual y no de la pareja?
Esto sobre todo genera frustración por parte de la persona que no consigue convencer, en su intención de buscar un soporte externo para ayudar y no conseguir este propósito.
La línea que separa la psicopatología como un problema únicamente individual o de pareja es muy fina, por todos los factores que comentaba anteriormente. En tanto en cuanto el bienestar personal de una parte de la pareja se encuentra afectado, el resto del sistema sufre también las consecuencias, directa o indirectamente.
En la salud mental de la pareja influyen muchos conceptos y dimensiones, la pareja evoluciona a lo largo del tiempo y de las circunstancias que la rodean, como también lo hacen de manera individual los miembros que la forman.
¿Qué herramientas terapéuticas pueden usar los psicólogos para ayudar a mejorar la salud mental en el contexto de la pareja?
En primer lugar será importante evaluar en qué punto se encuentra la pareja y que dimensión se encuentra afectada, las podríamos clasificar en 4 grandes áreas.
La dimensión afectiva (el amor, el cariño, la intimidad, sexualidad, aceptación del otro); la dimensión mediadora (la comunicación, que permite expresar sentimientos, pensamientos, emociones, preocupaciones…); la dimensión de gestión (relaciones de poder dentro de la pareja) y por último, el compromiso, entendida como el deseo y las ganas de continuar con la relación de pareja y de tener unos objetivos en común.
En cuanto a la intervención, podemos hacer un recorrido por aquellas cosas que fueron bien en la pareja, qué cosas funcionan en la actualidad, cómo se conocieron, qué les gustó el uno del otro, es decir, hacer un recorrido por aspectos positivos de la relación, de esta manera también evitaremos entrar en posibles enfrentamientos entre la pareja.
Se realiza un trabajo en habilidades de comunicación, escucha activa, empatía, tolerancia y resolución de conflictos.
A nivel cognitivo, se interviene sobre ideas irracionales o pensamientos distorsionados que pudieran existir.
En lo que respecta a las emociones, favorecer la expresión de emociones de ambos. Y algo fundamental, para la mejora de la salud mental, en pareja o en cualquier otro contexto psicoterapéutico, es la motivación hacia el cambio.
¿Y más allá de la psicoterapia, ¿cuáles son los principales consejos a seguir para velar por el bienestar psicológico en una relación de noviazgo o en un matrimonio?
Más allá de la psicoterapia podemos poner en marcha algunos pequeños trucos que pueden ayudar a solventar alguna crisis de pareja y, sin que exista ninguna crisis, también serán útiles para ayudar a mantener una relación de pareja satisfactoria.
Los resumiría en 5 claves que toda pareja puede poner en práctica: expresar abiertamente aspectos positivos de uno mismo y de la pareja, valorando cómo se han sentido al expresarlo y al escucharlo por parte de la pareja; escribir en un papel lo que más te gusta de tu pareja. ¿Cómo se han sentido al escribirlo? ¿Y al leerlo?; expresar a la pareja todo aquello que se le agradece. Hacer por sorpresa algo que le haga ilusión al otro. ¿Cómo se ha sentido mientras lo preparaba? ¿Cómo ha sido la reacción al recibir la sorpresa?; expresar al otro el momento más especial vivido juntos. ¿Han coincidido? ¿Les ha sorprendido la elección que ha hecho la pareja?
¿Cómo se suele hacer para combinar las sesiones de psicoterapia individual con las sesiones de terapia de pareja con ambas personas presentes, si es que ambas modalidades de intervención son necesarias?
A ser posible es mejor que las sesiones de terapia de pareja y las de una psicoterapia individual se lleven a cabo por diferentes terapeutas, puesto que realizarlas con el mismo profesional, en el mismo periodo de tiempo, puede interferir en el funcionamiento de las mismas.
Por cuestiones de confidencialidad, los temas tratados de forma individual, no deben ser puestos en común en las sesiones de pareja, si no es que la persona en cuestión desea exponerlos, esto puede influir en el manejo de las situaciones por parte del terapeuta.
El vínculo que se establece entre terapeuta y pareja ha de ser neutral, si se trata a una de las partes de la pareja, el otro se puede sentir como en desventaja, con menos confianza hacia el psicólogo.
Existiría la posibilidad de llevarlas a cabo, siempre y cuando el terapeuta pueda desvincularse y trabajar los dos tipos de intervenciones de forma paralela sin que una influya en la otra, y ambos miembros de la pareja se muestren conformes.