Muchas veces se dice que para ser hábiles en algo tan solo hay que ponerle esfuerzo y práctica, y en parte es verdad. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que al practicar y al esforzarnos mucho en algo también estamos "abriendo frentes" nuevos, abordando retos extra, con los que hay que saber lidiar psicológicamente. Y es que tener la capacidad de gestionar la autoexigencia y el perfeccionismo puede ser considerado otro de esos talentos a desarrollar.
La persona a la que entrevistamos aquí es experta en el manejo de las formas de malestar emocional asociadas al perfeccionismo, la autoexigencia y el modo en el que se plasman en los hábitos de trabajo; se trata de la psicóloga Rebeca Carrasco.
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Entrevista a Rebeca Carrasco: la importancia de gestionar el perfeccionismo y la autoexigencia
La psicóloga Rebeca Carrasco está especializada en psicología clínica y sanitaria, y atiende a personas de todas las edades en la zona de Majadahonda, Las Rozas y Boadilla del Monte, así como a través de la terapia online. En esta entrevista nos habla acerca de los problemas psicológicos asociados al perfeccionismo y a la autoexigencia.
¿Cuáles son las formas más frecuentes en la que se plasma la autoexigencia en la población adulta?
Hoy en día la autoexigencia está a la vuelta de cualquier esquina, y podemos verla plasmada de infinitas formas. Algunas de las formas más visibles son las siguientes.
En primer lugar, en la imagen corporal. Hay una preocupación excesiva por tener el cuerpo perfecto, e incluso se realizan prácticas nocivas para la salud.
En segundo lugar, en el rendimiento académico o laboral: hay una obsesión con los resultados que están siempre enfocados a una meta y no al aprendizaje.
También en la autoexigencia social: la persona es obediente o sumisa a lo que cree que los demás esperan de ella, lo que a menudo desencadena problemas de salud mental.
¿Cómo distinguir un perfeccionismo que potencie el ánimo de superación y el desarrollo personal, de otro que sea una fuente de problemas de ansiedad?
Es importante distinguir el perfeccionismo de la autoexigencia, aunque están muy relacionados. En el perfeccionismo las expectativas de logro son altas, se aspira a la perfección. Sin embargo, en la autoexigencia no necesariamente se busca la perfección, sino que tiene que ver más con una autocrítica negativa constante, exista una meta o no.
Hay dos tipos de personas perfeccionistas: los perfeccionistas adaptativos y los perfeccionistas desadaptativos. Mientras que para los perfeccionistas adaptativos la autoexigencia les ayuda a mejorar el desempeño, los perfeccionistas desadaptativos siempre tienen la sensación de no llegar a sus estándares, y aunque haya un alto desempeño o logro, siempre lo viven como insuficiente.
Una manera de distinguirlos reside en el modo en el que estas personas se hablan a sí mismas. Una autocrítica adaptativa nos ayuda a evaluarnos con criterio. Es decir, teniendo en cuenta no solo las conductas inadecuadas sino también las adecuadas, lo cual, nos conducirá a querer modificar las conductas inadecuadas y a reforzar nuestras conductas adecuadas para adaptarnos al entorno y tener una visión más ajustada sobre nosotros mismos.
Sin embargo, las personas perfeccionistas desadaptativas pueden castigarse por no conseguir un objetivo. Se sienten tan inadecuadas que se ponen objetivos muy altos creyendo que eso les ayudará a sentirse más satisfechas, y se ponen metas a veces imposibles de cumplir.
Las personas con perfeccionismo desadaptativo tienen tendencia a hacer una evaluación global de ellas misma teniendo en cuenta solo los fracasos. Menosprecian sus capacidades y sus logros, ya que creen que es lo esperable y que no es debido a sus capacidades o a sus esfuerzos. Esto será una fuente de ansiedad, ya que están hipervigilantes a la detección de equivocaciones o errores, y cuando esto ocurre se dispara una autocrítica muy dura contra ellos mismos.
Además, se evalúan de forma muy negativa respecto a los demás, los cuales son siempre mejores que ellos. Esto les genera mucha inseguridad para afrontar las situaciones cotidianas, y además tienen tanto miedo a equivocarse que evitan participar en otras situaciones o actividades. Todo esto se convierte en un círculo vicioso donde al no participar sus vidas quedan empobrecidas, ellos no crecen, se sienten insatisfechos e inútiles y todo ello les genera mucha inseguridad que les conduce de nuevo al perfeccionamiento desadaptativo.
¿El exceso de perfeccionismo suele dar problemas también en las relaciones de pareja?
Claro, la autoexigencia y el exceso de perfección puede llevarse a todos los ámbitos y eso incluye la pareja. Una persona muy perfeccionista también esperará que su pareja sea perfecta, y a ésta le será difícil cumplir las expectativas elevadas del perfeccionista. Por ejemplo, el perfeccionista puede pensar que la pareja no está lo fuerte que debería, o no tiene el peso que debería, o que no es tan “espabilado” como esperaría.
¿Has notado si hay también una tendencia a intentar hacer que los hijos e hijas en edad escolar sepan cuanto antes cuantas más cosas mejor?
Efectivamente, unos padres perfectos esperan unos niños perfectos. Y esto incluye no solo la crianza sino las expectativas sobre el niño: notas muy altas, cuarto ordenado, horarios etc.
Todos los padres deseamos lo mejor para nuestros hijos, pero una cosa es lo que deseamos y otra cosa es lo que esperamos. Ahora mismo hay una tendencia a esperar mucho de los hijos en al ámbito académico, y a compararlos con otros niños pensando más en lo que se espera de ellos que en sus capacidades.
Es importante saber hasta dónde pueden llegar nuestros hijos, qué intereses tienen, con qué se sienten más cómodos, o si es realista lo que les estamos exigiendo. Exigir demasiado a los niños no es bueno para su autoestima ya que si nosotros le sobreexigimos ellos también se sobreexigirán, y esto es muy limitante porque terminan siendo adultos muy inseguros qué pensarán siempre en cumplir las expectativas de los demás para sentirse aceptados, por lo que vivirán para demostrar continuamente lo que valen.
¿Hasta qué punto la autoexigencia en el mundo laboral tiene que ver con la competición constante en un mundo en el que cada vez hay más cosas mercantilizadas?
La competición no necesariamente tiene que estar unida a la autoexigencia, aunque a veces se relacionan. Bajo la autoexigencia suele residir una baja autoestima, mientras que en las personas con un alto nivel de competitividad no tiene por qué ser así.
La autoexigencia laboral tiene que ver más con no creerse suficiente bueno, con una percepción irreal de los propios logros. Los autoexigentes son tan duros consigo mismos que incluso se sienten inútiles. Por ello necesitan rendir tanto en el trabajo que incluso se olvidan de otras esferas de la vida. Están todo el tiempo demostrando. Sienten que los demás siempre lo hacen mejor que ellos, por lo que a menudo no se esfuerzan para ser los mejores sino para no parecer los peores.
¿Qué se puede hacer desde la psicoterapia para ayudar a las personas con problemas por exceso de perfeccionismo y autoexigencia?
Primero se ayuda a identificar la autoexigencia del paciente y las expectativas tan desmedidas que tiene sobre sí mismo, y luego se le ayuda a establecer unas expectativas más realistas y un estilo más flexible. Se le ayuda a ser conscientes de sus sentimientos de insuficiencia y a crear una imagen de sí mismo más realista. Todo esto le ayudará a atenuar la angustia y la ansiedad. La intervención se centra en que las personas no se valoren solo por sus errores o fracasos, sino que pueda tener una visión global y realista de sus capacidades, sus metas y sus logros.
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