Vivimos en una sociedad frenética, que ha adquirido ritmo propio, que siempre tiene prisa, que siempre tiene algo que hacer. Hoy en día, “no hacer” significa no ser productivo, no estar al día, no aprovechar el tiempo, en definitiva “no ser”.
La sensación que produce este estilo de vida es la de tener que estar continuamente ocupados, conectados; nos mantiene alerta, mecanismo relacionado con las respuestas del estrés.
Sin embargo, es cierto, que el estrés es necesario para la supervivencia de la especie, pero a largo plazo, cuando el estrés se mantiene en el tiempo, los niveles de cortisol elevados (hormona relacionada con el estrés) tienen efectos perjudiciales para la salud.
Por tanto, el estrés, es sin duda, uno de los grandes problemas de la sociedad y afecta a cada vez más población en determinados momentos de la vida. Y las consecuencias son claras, cada vez más gente sufre dolencias como depresión, ansiedad y enfermedades psicosomáticas, todas ellas asociadas los niveles altos de estrés.
Las claves del Mindfulness como herramienta contra el estrés
Pero… ¿qué es lo que subyace bajo la activación de los mecanismos del estrés? Muy relacionada con el estrés, está nuestra capacidad para reconocer y gestionar nuestra actividad mental.
Nuestra mente se encuentra en constante diálogo, rumiando, yendo al pasado y haciendo anticipaciones al futuro, planificando, etc. Por lo tanto, es importante que aprendamos a reconocer cuáles son los pensamientos que vienen a nuestra mente, y qué sentimientos están asociados a estos pensamientos.
Desde esta perspectiva trabaja la filosofía Mindfulness, que se basa en aprender a tomar consciencia, para focalizar nuestra atención en aquello que queremos y disfrutar así de una experiencia plena, sin estar absortos en otros pensamientos.
Desde hace algunos años el Mindfulness se ha ido instalando en nuestras vidas como una fórmula para aprender a disfrutar de la vida plenamente. Pero... ¿de dónde surge esta idea?
Fundamentos en una tradición milenaria
Mindfulness es una palabra de origen anglosajón, y es un término empleado para traducir la palabra “pali sati” que denota conciencia, atención, recuerdo. Esta atención plena, se conjuga con técnicas de meditación que tienen que ver con la tradición budista.
Podemos decir que Mindfulness es una cualidad de la mente, o una capacidad de estar consciente en el momento presente. La práctica del Mindfulness nos invita a valorar la vida desde una nueva perspectiva, la de ver con claridad lo que está ocurriendo en el “aquí y ahora”.
John Kabat-Zinn aporta una definición de Mindfulness que lo caracteriza como“prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.
La práctica de Mindfulness está teniendo muy buenos resultados en el ámbito de la psiquiatría y la psicología clínica. Y no es para menos, ya que los beneficios pueden hacerse notorios desde la primera práctica.
¿Cómo empezar a practicar?
Para empezar a practicar Mindfulness podemos hacerlo con meditaciones informales y después pasar a la práctica formal. La meditación informal es aquella que realizarnos cuando estamos prestando atención plena a determinadas actividades automáticas, es decir, que realizamos sin darnos cuenta o como se suele decir con el “piloto automático” puesto.
Son actividades que en general no son agradables ni desagradables y que hemos convertido en hábitos: ducharse, caminar de un lado a otro, cepillarnos los dientes, conducir, cerrar la puerta con llave antes de salir…
La propuesta desde la práctica informal de la consciencia plena es que elijamos una actividad o hábito que solemos hacer de manera automática y lo hagamos con plena consciencia. Para realizar las prácticas formales o meditaciones es necesario disponer de un lugar y un tiempo adecuados, ya que la consciencia plena es una cualidad de la mente, pero requiere de entrenamiento y para ello es necesaria la práctica diaria.
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