La naturaleza se caracteriza por encontrar siempre una manera de adaptarse a las circunstancias. Sin embargo, no lo hace de manera homogénea, ni a través de un solo elemento. En la superficie de nuestro planeta, por ejemplo, las principales unidades que muestran variaciones en el paisaje y las formas de vida que lo habitan se llaman ecosistemas.
Los ecosistemas son mucho más que simples “estilos” con los que la superficie terrestre se ornamenta. De hecho, no solo propician la aparición de uno u otro tipo de especie de animal, vegetal o microorganismo, sino que además hay teóricos que señalan que han influido radicalmente en el desarrollo de las diferentes culturas y civilizaciones humanas: el modo en el que desarrollaron hábitos y formas de pensar, y también la manera con la que ganaron o perdieron poder.
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Tipos de ecosistemas
A continuación veremos los principales tipos de ecosistemas, con sus variaciones climáticas, biológicas y orográficas.
1. Ecosistema marino
Se trata del mayor tipo de ecosistema, ya que cubre la mayor parte de la superficie terrestre: el 70%, aproximadamente. A pesar de que grandes extensiones de los diferentes océanos tienen poca concentración de vertebrados, el agua rica en minerales que contiene bulle de vida por prácticamente todos lados.
Por otro lado, la diversidad de formas de vida también depende del nivel de profundidad en el que nos encontremos Aunque algunos animales están presentes casi en cualquier profundidad (destaca el caso de ciertas ballenas), por lo general en las zonas abisales hay sobre todo organismos pequeños, dado que la materia orgánica disponible es escasa.
Destacan los pastos marinos de algas, los arrecifes de coral y las fumarolas de las grandes profundidades marinas.
2. Ecosistemas de agua dulce
Los lagos y los ríos también se basan en el agua, pero son ecosistemas muy distintos a los de los mares y océanos.
A su vez, hay diferentes subtipos de ecosistemas de agua dulce: los sistemas lénticos, los lóticos y los humedales. Los primeros están compuestos por lagos y estanques, y en ellos el agua se mueve muy lentamente. Los segundos, en cambio, están formados por ríos, en los que el agua se desliza con rapidez a causa de la gravedad y el relieve del paisaje. En los humedales, los elementos del ecosistema están saturados de agua.
En esta clase de ecosistema predominan tipos de vertebrados de tamaño medio o pequeño, dado que no hay mucho espacio en el que desarrollarse. Algunos de los animales más grandes que podemos encontrar son peces de la talla del siluro o del esturión, ciertos tiburones que remontan ríos (como el tiburón toro), rayas y una especie de foca que habita en los lagos de Finlandia.
3. Ecosistema desértico
Los desiertos se caracterizan por la bajísima frecuencia con la que hay precipitaciones. Ni la fauna ni la flora son muy variadas, ya que pocas formas de vida grandes pueden subsistir en condiciones tan duras, y por eso alteraciones en una especie produce efectos en cadena muy severos.
Los cactus y ciertos arbustos de hoja fina son plantas típicas de los desiertos, mientras que los reptiles, algunas aves y mamíferos de talla mediana o pequeña también pueden llegar a adaptarse bien al clima, o al mejos a los bordes del desierto, que no quedan muy lejos de fuentes de agua y de comida.
Por otro lado, los desiertos no tienen por qúe ir de la mano siempre de unas temperaturas altas; en ciertos casos, en ellos predomina el frío.
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4. Ecosistema montañoso
Los relieves muy pronunciados forman montañas y altiplanos cuya verticalidad forma otra clase de ecosistema a causa de las condiciones climáticas y atmosféricas características de estas áreas. En estas zonas la vida animal suele ser muy notoria en zonas bajas y medias, aunque no en los picos escarpados. En estas últimas suele existir menos biomasa y menos diversidad de animales y plantas, debido al cambio radical de temperaturas en relativamente poco espacio, entre otras cosas.
Animales como los rebecos, los íbices y ciertos tipos de lobo, así como las aves rapaces como los buitres y las águilas, suelen ser frecuentes en este hábitat. Por otro lado, en zonas nevadas la biodiversidad se reduce, y las formas de vida deben procurar camuflarse.
5. Ecosistema forestal
Este tipo de ecosistema se caracteriza por la densidad de árboles o de flora en general. Puede dividirse en selva, bosque seco, bosque templado y taiga. En los casos en los que hay muchos árboles juntos, la diversidad de especies animales suele ser muy alta, dado que hay muchos nichos ecológicos que pueden ser cubiertos por diferentes formas de vida. Diferentes especies de árboles permiten tener cerca distintas fuentes de comida, diferentes tipos de refugios, maneras de moverse por el suelo o por las ramas, etc.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la altura juega un papel importante en la presencia de flora. En muchos lugares. Por encima de los 2500 metros sobre el nivel del mar no crecen árboles.
Los bosques son extensiones arboladas en las que prima la presencia de unas pocas especies de árbol.
6. Ecosistema artificial
El ecosistema artificial es aquél en el que la acción del ser humano ha creado espacios radicalmente distintos a los que existían hasta hace unos pocos milenios.
La presencia de edificios, rascacielos y grandes extensiones cubiertas por luces, cemento y pavimento hace que algunas especies se adapten a estos entornos y otras no. Algunos ejemplos claros de estos animales pioneros son las palomas y las cotorras argentinas de muchas grandes ciudades del mundo, así como los gatos. Estos animales se benefician de la abundancia de comida y de la relativa ausencia de depredadores que se deriva de la presencia de humanos en las proximidades. Por otro lado, algunos animales van colonizando regiones en las que antes nunca habrían podido vivir gracias al hecho de tener las ciudades como lugares de paso.
Referencias bibliográficas:
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- Maass, J.M. y A. Martínez-Yrízar. (1990). Los Ecosistemas: definición, origen e importancia del concepto. Ciencias (Núm. Esp.). 4: pp. 10 - 20.
- Odum, Eugene P (1971). Fundamentals of Ecology (third ed.). New York: Saunders.
- Pickett, S.T.A., and M.L. Cadenasso. (2002). The ecosystem as a multidimensional concept: meaning, model, and metaphor. Ecosystems 5: pp. 1 - 10.
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