Quizá alguna vez te han preguntado si tiendes a ver el vaso medio lleno o medio vacío con el objetivo de conocerte un poco más y saber si eres más bien optimista o pesimista. ¿Sabías que el optimismo tiene un impacto positivo en nuestra salud física y emocional?
Un estudio publicado recientemente señala que los cerebros de las personas optimistas muestran patrones muy similares cuando imaginan el futuro, mientras que hay más variabilidad en los patrones observados entre los pesimistas. En este artículo te lo explicamos con mayor profundidad.
El poder del optimismo
Se considera que el optimismo es un rasgo de la personalidad que influye en la forma de ver el futuro. Se da una tendencia a priorizar los resultados positivos y restar importancia a los negativos. Muchos autores defienden que esta forma de interpretar la realidad y anticipar el futuro con expectativas positivas está influida por diversos aspectos.
Desde la genética y el temperamento que cada persona tiene al nacer, hasta las experiencias vitales y el entorno social en el que nos desarrollamos. Todo esto influye en el lenguaje que usamos en nuestro día a día. Algunos autores defienden que la forma en que hablamos puede moldear la forma en que interpretamos la realidad, así como también la forma en que recordamos y procesamos las experiencias pasadas.
Hay diversas publicaciones científicas que han demostrado que el optimismo no es beneficioso solo para la salud emocional, sino que también lo es para la salud física. Pero los beneficios no quedan únicamente en el ámbito individual, sino que se extienden a las relaciones y el rendimiento en el trabajo.
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¿Cómo se estudia el futuro en el cerebro?
El equipo de investigadores liderado por Yanagisawa se propuso estudiar la forma en que el cerebro representa las diferencias individuales en los pensamientos relacionados con el futuro y de qué forma el optimismo podría modularlas.
Para llevarlo a cabo, reunieron a 87 personas que cubrían todo el espectro desde el pesimismo hasta el optimismo. Les pidieron que imaginaran diferentes eventos futuros mientras llevaban a cabo escaneos cerebrales con la técnica de resonancia magnética funcional (fMRI).
Entre estos escenarios futuros que les planteaban, algunos tenían una valencia emocional positiva,mientras que otros eran neutros y negativos. Mientras los participantes imaginaban estas situaciones, el equipo de investigación observó especialmente la corteza prefrontal medial (MPFC), una área cerebral relacionada con la toma de decisiones, la motivación y la planificación del futuro, entre otras.
Los optimistas piensan "en sintonía"
El equipo de investigadores encontró resultados sorprendentes. Observaron que las personas optimistas tenían representaciones neuronales similares en el área observada (corteza prefrontal medial), mientras que las personas menos optimistas mostraron patrones de representación neuronal más diversos.
Además, dado que plantearon diversas situaciones (algunas en primera persona y en otras tenían que imaginar a seres queridos), se dieron cuenta de que el cerebro organiza cierta información clave por separado. Es decir, proceso quién está involucrado/a en el evento, por un lado, y qué tipo de emoción genera, por otro.
Los resultados del estudio señalaron también que las emociones que las personas sienten al imaginar algo que podría pasar en el futuro están ligadas, también, al hecho de ser optimista (o no). Las personas optimistas ven los eventos buenos de forma más clara y diferenciada en relación con los malos.
Esto quiere decir que los optimistas diferencian entre lo que es bueno y malo para ellos y, como consecuencia, no hacen una reinterpretación positiva de los acontecimientos negativos. Lo que sucede es que suelen procesar dichos acontecimientos negativos poniendo distancia a nivel psicológico para que el impacto emocional sea menor.
¿Por qué es importante esta sincronía cerebral?
En ocasiones anteriores, se habían publicado ya estudios en los que se defendía la idea de que las personas optimistas tienden a tener redes sociales más amplias y a mostrar una mayor satisfacción con sus relaciones. Los resultados obtenidos por el equipo de investigadores de la Universidad de Kobe podría ayudarnos a entender por qué sucede esto.
Tal y como hemos visto, los patrones que se producían a nivel cerebral entre los optimistas eran muy similares. De ahí que podamos decir que los optimistas funcionan "en sintonía". Esta forma de funcionar tan similar podría ser una de las causas que explique por qué se relacionan mejor con otras personas con estas tendencias.
Parece ser que las personas que comparten ciertas actitudes similares ante la vida y, en este caso, hacia el futuro, comparten estas representaciones a nivel cerebral también. Como consecuencia, se sugiere que sería más fácil que se produjera una mayor conexión al sentirse comprendidos/as.
¿Es posible entrenar el cerebro para ser más optimista?
Es cierto que hay factores de personalidad, temperamento y genética que tienden a mantenerse. Sin embargo, no podemos negar que el cerebro es plástico y tiene la habilidad de adaptarse y cambiar con el tiempo. En otras palabras, sí, es posible entrenar al cerebro para conseguir adoptar una actitud ante la vida más optimista.
Es cierto que el cambio puede resultar complejo y va a requerir de constancia. La ciencia ha demostrado que prácticas como la visualización positiva, escribir un diario de gratitud y la meditación tienen efectos positivos. Además, aspectos como cambiar el diálogo interno —la forma en la que nos hablamos—, establecer metas realistas y buscar apoyo en nuestro entorno también pueden ser de gran ayuda.
Quizá te estés preguntando si realmente vale la pena hacer este cambio. Tal y como mencionamos anteriormente, el optimismo aporta beneficios tanto para la salud física como emocional de las personas y el impacto que tiene en sus relaciones y el mundo laboral.


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