¿Has oído hablar de la depresión estacional? ¿Sientes que cuando cambiamos de estación tu estado de ánimo cambia o se ve afectado de algún modo? Pues sí, la luz y las condiciones climáticas y/o ambientales nos afectan.
Nos encontramos ante un tema muy interesante sobre el que muchas personas buscan información. Pues bien, hay varias cuestiones a tratar. Aunque se desconocen las causas concretas sobre las variaciones en el estado de ánimo en función de las distintas estaciones del año, numerosos investigadores coinciden en que la luz solar juega un papel muy importante en los cambios hormonales y en los neurotransmisores.
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El reloj biológico
Los cambios anímicos pueden estar relacionados por la respuesta del cerebro a la disminución de la luz y a la relación que esto tiene con algunas hormonas esenciales en la regulación de los ciclos de sueño-vigilia, energía y estado de ánimo, como pueden ser la melatonina y la serotonina. De qué se encargan ambas sustancias?
Melatonina
La melatonina es una hormona que secretamos de forma natural, y su principal función es la de regular los ciclos de sueño y vigilia. Normalmente, cuando cae la tarde y, por tanto, la intensidad de la luz, aumenta la secreción de melatonina, disminuyendo cuando sale el sol por la mañana.
Serotonina
La serotonina es un neurotransmisor que se encarga, entre otras cosas, de regular nuestro estado de ánimo junto con otras sustancias. Niveles bajos de serotonina se relacionan con los síntomas derivados de la depresión, como pueden ser la tristeza, desesperanza, melancolía, apatía, irritabilidad, etc. ¿Qué podría provocar niveles bajos de serotonina?
Científicos relacionan los niveles de serotonina con la exposición a la luz solar, por lo que, explicado de una manera sencilla, a falta de luz = niveles bajos de serotonina, y, por tanto, probable aparición de síntomas depresivos. Por el contrario, a cuanta más luz solar estemos expuestos, más aumentarán nuestros niveles de serotonina, y como consecuencia nos sentiremos más enérgicos, animados y eufóricos.
¿Podemos cuadrar esta explicación con las estaciones del año?
Por supuesto. Durante los meses de otoño e invierno, las horas de luz disminuyen y, por tanto, al estar menos expuestos, nuestros niveles de serotonina se ven reducidos, tendiendo a estar más tristes o irritados.
En cambio, durante los meses de primavera y verano en los que los días son más largos, los niveles de esta sustancia aumentan y nos sentimos mejor. Si durante los meses otoñales e invernales, no sólo tenemos en cuenta las consecuencias de los bajos niveles de serotonina en nuestro estado de ánimo, sino que además añadimos problemas del día a día, problemas del pasado o inquietudes varias, debilidad en nuestro sistema inmunitario, ansiedad y/o migrañas, tenemos la combinación perfecta para sentirnos mal.
Son numerosos los factores que pueden influir en nuestro estado de ánimo, pero está claro, que la influencia del clima en nuestro organismo provoca consecuencias de un tipo y otro. También es necesario decir que no todo el mundo las nota, pero una amplia mayoría de la población se podría decir que sí.
¿Qué podemos decir de épocas del año como la primavera y el verano?
Pues bien, también hay ciertas personas que no lo pasan especialmente bien en estos meses. En primavera existe lo que se conoce como “Astenia Primaveral”, y se define como la sensación de cansancio, desmotivación y alteraciones en el humor que sufren muchas personas.
Entre sus causas, podemos encontrar la aparición de alergias, el cambio de horario y de rutinas que provocan una disminución en la secreción de endorfinas que son las hormonas del bienestar. Por otra parte, en los meses de verano, y en determinados lugares, el calor extremo produce fatiga, agotamiento... lo cual nos puede conducir a sentirnos más cansados y más débiles.
Lydia Fiz Gonzalez
Lydia Fiz Gonzalez
Psicóloga General Sanitaria
Es recomendable realizarse una revisión médica anual para descartar que ninguno de estos síntomas físicos como el agotamiento o cansancio, puedan estar provocados por alguna patología orgánica.
