Dentro de la categoría de los Trastornos de Neurodesarrollo sugerida por el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales-Quinta Versión), encontramos dos subcategorías que son especialmente populares y en ocasiones confusas: la Discapacidad Intelectual (DI) y el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA).
En tanto que pertenecen a la misma categoría, el TDA y la DI comparten algunas características. Por ejemplo, su origen es la infancia temprana y presentan limitaciones en áreas específicas o globales de la conducta adaptativa. Es decir, en ambos casos la persona que tiene el diagnóstico tiene dificultades para desarrollarse en el ámbito personal, social, académico y ocupacional de la forma en la que se espera para su edad cronológica. No obstante, tanto su diagnóstico como su intervención guardan algunas diferencias importantes.
En este artículo repasaremos las diferencias entre la Discapacidad Intelectual y el autismo (o, mejor dicho, el constructo de Trastornos del Espectro Autista).
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5 diferencias entre TDA y Discapacidad Intelectual
La Discapacidad Intelectual y el TEA frecuentemente coexisten, es decir, que después de hacer las evaluaciones correspondientes pueden diagnosticarse ambas cosas al mismo tiempo (en este caso se habla de una comorbilidad entre TDA y DI). En otras palabras, es muy común que las personas con TEA presenten también algunas manifestaciones de Discapacidad Intelectual, y viceversa.
Sin embargo, una y otra son experiencias que difieren en algunas cuestiones, lo que es necesario conocer para acceder a una intervención oportuna.
1. Habilidades intelectuales vs Comunicación social
La Discapacidad Intelectual se manifiesta en tareas como el razonamiento, la solución de problemas, la planificación, el pensamiento abstracto, la toma de decisiones, el aprendizaje académico o el aprendizaje por la propia experiencia. Todo esto se observa en el día a día, pero también puede ser evaluado mediante escalas estandarizadas.
En el caso del Trastorno de Espectro del Autismo, el gran criterio diagnóstico no es el área intelectual, sino el área de la comunicación social y de la interacción; lo que se manifiesta de la siguiente manera: poca reciprocidad socio-emocional; poca disposición para compartir intereses, emociones o afectos; la presencia de una alteración cualitativa de la comunicación (por ejemplo, falta comunicación verbal o no verbal, o estereotipias en el lenguaje); y una dificultad para adaptar la conducta a las normas de distintos contextos.
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2. El comportamiento adaptativo
En el caso de la Discapacidad Intelectual, es notoria la dificultad para alcanzar el nivel de independencia personal que se espera según la edad cronológica. Es decir, que sin los apoyos necesarios, la persona tiene algunas dificultades para participar en tareas de la vida diaria, por ejemplo en la escuela, el trabajo y la comunidad.
Esto no ocurre por una falta de interés, sino porque la persona con DI puede necesitar una repetición constante de los códigos y de las normas sociales para poder adquirirlas y actuar conforme a estas.
Por su parte, el comportamiento adaptativo del TEA se manifiesta a través del poco interés por compartir el juego imaginativo o por una poca disposición hacia el juego imitativo. También se refleja en el poco interés por hacer amigos (por la poca intención de relacionarse con sus pares).
Este poco interés se origina porque muchas de las cosas que están en sus entornos próximos les pueden causar niveles altos de estrés y ansiedad, lo que alivian mediante los patrones o los intereses y las actividades restrictivas, repetitivas o estereotipadas.
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3. Seguimiento de normas
En relación con lo anterior, el seguimiento de normas sociales en el caso del TEA se puede ver obstaculizado por la presencia de los intereses restringidos, que pueden ir desde estereotipias motoras simples, hasta la insistencia en mantener las cosas de una forma que no varíe, es decir, una inflexibilidad hacia el cambio de rutinas. Los niños con TEA suelen sentirse en conflicto cuando sus rutinas se modifican.
Por otro lado, en la Discapacidad Intelectual, el seguimiento de instrucciones o normas se puede ser dificultado por la forma en la que funciona el procesamiento lógico, la planificación o el aprendizaje por propia experiencia (por ejemplo, puede haber una dificultad importante para reconocer conductas o situaciones de riesgo sin los apoyos necesarios).
4. La experiencia sensorial
Algo que también es importante en el diagnóstico de TEA es la presencia de hiporreactividad o hiperreactividad sensorial. Por ejemplo, puede haber respuestas negativas a algunos sonidos o texturas, o conductas de fascinación excesiva por oler o tocar objetos, o por observar con mucha atención y fijación objetos con luces o movimientos repetitivos.
En el caso de la Discapacidad Intelectual, la experiencia sensorial no necesariamente se presenta de una manera exacerbada, ya que es la experiencia intelectual la que se manifiesta con mayor fuerza.
5. La evaluacion
Para diagnosticar Discapacidad Intelectual, anteriormente se utilizaban escalas cuantitativas que medían el Cociente Intelectual. No obstante, la aplicación de estas pruebas como criterio diagnóstico está descartada por el mismo DSM.
Actualmente se recomienda evaluar las habilidades intelectuales por medio de pruebas que puedan ofrecer una visión amplia sobre cómo funcionan, por ejemplo, la memoria y la atención, la percepción visoespacial o el razonamiento lógico; todo esto en relación con el funcionamiento adaptativo, de manera que el fin último de la evaluación es determinar la necesidad de apoyos (que según el DSM, puede ser una necesidad leve, moderada, grave o profunda).
Cuando el niño o niña es demasiado pequeña como para evaluar a través de escalas estandarizadas, pero su funcionamiento es notoriamente distinto al que se espera para su edad, se realizan evaluaciones clínicas y puede determinarse un diagnóstico de Retraso Global del Desarrollo (si es antes de los 5 años).
En el caso del TEA, el diagnóstico ocurre principalmente por medio de la observación y el criterio clínico del profesional. Para estandarizar esto se han desarrollado varias pruebas diagnósticas que requieren una formación profesional específica y que pueden empezar a aplicarse desde que el niño ha cumplido los 2 años.
Actualmente son muy populares, por ejemplo, la Entrevista para el Diagnóstico del Autismo-Revisada (ADI-R, por sus siglas en inglés) o la Escala de Observación para el Diagnóstico de Autismo (ADOS, también por sus siglas en inglés).
Referencias bibliográficas:
- Centro de Documentación de Estudios y Oposiciones (2013). DSM-5: Novedades y Criterios Diagnósticos. Recuperado 07 de mayo de 2018. Disponible en http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/DSM%205%20%20Novedades%20y%20Criterios%20Diagnósticos.pdf.
- Martínez, B. y Rico, D. (2014). Los trastornos del Neurodesarrollo en el DSM-5. Jornadas AVAP. Recuperado 07 de mayo de 2018. Disponible en http://www.avap-cv.com/images/actividades/2014_jornadas/DSM-5_Final_2.pdf.
- WPS. (2017). (ADOS) Autism Diagnostic Observation Schedule. Recuperado 07 de mayo de 2018. Disponible en https://www.wpspublish.com/store/p/2647/ados-autism-diagnostic-observation-schedule.