La parte más característica del encéfalo es su superficie llena de pliegues y grietas, pero debajo de esta capa de células se encuentran otras muchas estructuras encefálicas sin las cuales no podríamos ni pensar ni adaptarnos al entorno. Algunas de ellas, como el cerebelo, son más o menos conocidas porque a fin de cuentas sobresalen y son fáciles de ver, pero otras están mucho más ocultas, como el hipotálamo.
Por supuesto, el hecho de que el hipotálamo sea pequeño y bastante más discreto que otras partes del cerebro no nos da una idea acerca de su importancia. El rol que el hipotálamo juega en nuestra supervivencia es de suma importancia, porque, entre otras cosas, se encarga de coordinar y comunicar dos mundos aparentemente independientes: el de las neuronas y el de las hormonas que navegan por nuestra sangre.
¿Qué es el hipotálamo?
El hipotálamo es, junto con el tálamo, una de las partes de una estructura cerebral llamada diencéfalo, que se encuentra en el centro del encéfalo de los seres humanos, por debajo de la corteza cerebral y por encima del tronco del encéfalo.
Su nombre es una referencia directa al lugar que ocupa: "hipotálamo" significa, literalmente, "debajo del tálamo". En efecto, si nos fijamos en el dibujo de un corte sagital del cerebro humano veremos que el hipotálamo parece ser la montura del tálamo, que es bastante más voluminoso.
Funciones de esta parte del cerebro
El hipotálamo es una de las estructuras cerebrales con un papel más importante en la regulación de los estados de ánimo, de la temperatura corporal, del sueño, de los impulsos sexuales y del hambre y la sed.
Por su relación con la regulación e las emociones y los estados fisiológicos, se considera que el hipotálamo forma parte del sistema límbico, el conjunto de partes del cerebro relacionada directamente con la generación de las emociones. Se puede decir que el hipotálamo se encarga de poner en marcha y coordinar entre sí buena parte de los procesos que nos permiten sobrevivir y adaptarnos a situaciones cambiantes.
Además, el hipotálamo está ubicado cerca del tronco del encéfalo porque interviene en las funciones básicas que garantizan nuestra supervivencia y que, por tanto, se realizan de manera involuntaria, sin que nos demos cuenta. Además de actuar como puente entre el cerebro y el sistema endocrino, coordina todo lo que que se realiza a través del sistema nervioso autónomo, es decir, el que le envía órdenes a partes del cuerpo para que estas se adapten a cada situación.
Entre los procesos que se encarga de regular el hipotálamo se encuentran:
- Los niveles de sueño y el ciclo circadiano.
- La excitación sexual y la conducta asociada a ella.
- El nivel de hambre.
- La presión sanguínea.
- La tensión muscular.
- La temperatura corporal.
- Los niveles de energía disponibles.
Un proceso vital: la homeostasis
El hipotálamo está constantemente recibiendo información proveniente de todas las partes del cuerpo y mandando órdenes en consecuencia, porque su tarea es hacer que nada de lo que ocurre en el interior del organismo rompa el equilibrio de cómo debe funcionar la globalidad del cuerpo. Es por eso que funciona como un mediador de diferentes partes del cuerpo, estén o no en contacto con el cerebro; para influir en las partes más alejadas, permite que se liberen en la sangre hormonas que en cuestión de minutos llegan a su destino para desencadenar el proceso necesario.
Por ejemplo, si vemos algo que puede ser potencialmente peligroso, el hipotálamo se encargará de que todo lo que pasa en el organismo funcione coherentemente con la preparación para reaccionar de manera rápida. No dejará que el corazón empiece a latir rápidamente sin que muchos otros órganos actúen en consecuencia: los músculos se tensarán, la cantidad de energía disponible en sangre aumentará, etc.
Del mismo modo, si hace mucho que no comemos el hipotálamo hará que las neuronas del sistema límbico generen dinámicas que hagan aparecer la sensación de hambre, a la vez que intervendrá en el modo en el que se queman grasas y azúcares disponibles en el cuerpo. Todo ello a la vez, para que haya siempre un equilibrio y se mantenga la propiedad de la homeostasis, es decir, la capacidad de mantener una estabilidad en el funcionamiento de las cosas.
El hipotálamo y su conexión con la hipófisis
El hecho de que el hipotálamo intervenga en la regulación de muchas funciones vitales significa que ha de poder enviar órdenes que lleguen a partes del cuerpo muy distintas. Además, algunos de los efectos que tiene que producir deben ser más o menos instantáneos, mientras que otros aparecen con retraso y permanecen más tiempo en activo.
¿Cómo lo hace el hipotálamo para ser capaz de abarcar todo este abanico de responsabilidades? Pues actuando como bisagra entre el sistema nervioso y el sistema endocrino. Como el hipotálamo está insertado en un lugar muy bien comunicado del encéfalo (está muy cerca de su centro), su conexión con el resto del sistema nervioso resulta muy fácil, pero además conecta con el sistema endocrino a través de una pequeña estructura llamada hipófisis, o glándula pituitaria.
La hipófisis está ubicada justo debajo del hipotálamo, y está muy bien conectada a este, con lo cual se dedica a ejecutar las órdenes que este le pasa: básicamente, hace que se liberen hormonas. El hipotálamo cruza datos provenientes del sistema nervioso con los que le llegan acerca de la cantidad y tipo de las hormonas que se encuentran circulando por la sangre.
Cuando detecta algún desequilibrio, hace que la hipófisis segregue ciertas hormonas que serán introducidas en el torrente sanguíneo y o bien alterarán el funcionamiento de ciertos órganos o bien harán que otras partes del cuerpo segreguen a su vez otras hormonas. De este modo, se ajustarán los procesos biológicos necesarios para mejorar las posibilidades de supervivencia.
Como el hipotálamo tiene efectos tanto en el cerebro como en muchas otras partes del cuerpo que reaccionan a la presencia de las hormonas que hay en la sangre, sus efectos se hacen notar tanto en cuestión de milisegundos como de minutos.